Usted está aquí: viernes 13 de abril de 2007 Cultura Realizan festejos en Río de Janeiro por el centenario de Oscar Niemeyer

Cuando se hace un proyecto arquitectónico lo que importa es sorprender, dice

Realizan festejos en Río de Janeiro por el centenario de Oscar Niemeyer

AFP

Ampliar la imagen El arquitecto Oscar Niemeyer en su taller, con vista a las playas de Copacabana Foto: Archivo

Río de Janeiro, 12 de abril. El arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, quien cumplirá 100 años en diciembre, quiere continuar ''sorprendiendo y emocionando" al público con sus propuestas en curso en Brasil y el exterior.

''Cuando se hace un proyecto lo que importa es sorprender. La arquitectura es hecha por los gobiernos para los ricos, los pobres no participan, pero podrían detenerse ante un edificio tan diferente que les daría un momento de sorpresa y de emoción", dijo quien diseñó Brasilia, en su oficina de Río de Janeiro.

Niemeyer todavía pasa las tardes trabajando sobre su mesa de dibujo en su taller de grandes ventanales, frente a la playa de Copacabana.

''Dibujo solo. La arquitectura es muy personal. Cada arquitecto debe tener la suya, hacer lo que desee y no lo que los otros quieren que haga", dice Niemeyer entre dos fumadas de un cigarrillo que sostiene una mano ligeramente temblorosa.

La inauguración, el jueves de la semana pasada, del Teatro Popular de Niteroi, ciudad situada frente a Río de Janeiro, dio la señal del comienzo de los festejos del centenario de Niemeyer, que será el 15 de diciembre.

Como la mayoría de sus obras, cuyas líneas ''curvas y sensuales" son ''un homenaje al cuerpo de la mujer brasileña", el teatro es un edificio curvilíneo que evoca una mujer acostada sobre el césped.

''La belleza es indispensable en arquitectura y en eso la mujer es fundamental. En mi juventud decía que cuando se está con una mujer, nada importa. Luego me di cuenta que era una visión algo egoísta", dice Niemeyer, quien se casó en segundas nupcias en diciembre pasado con su secretaria, Vera Lucia Cabrera, de 60 años.

La receta es no aceptar la vejez

Su nieto, el fotógrafo Kadu Niemeyer, acaba de organizar una exposición en el Museo del Paso Imperial, en el centro de Río. Es una retrospectiva de los 70 años de carrera de su abuelo. Croquis, maquetas y fotos ilustran cerca de 400 proyectos arquitectónicos, más de 70 de ellos fuera de Brasil (Francia, Italia, Argelia, Israel y Estados Unidos, entre otros).

Francia, que lo acogió durante algunos años cuando lo perseguía la dictadura brasileña, tiene 16 obras de Niemeyer, como la sede del Partido Comunista en París (1965) y la Casa de Cultura de Havre (1972), con una profundidad de cuatro metros ''para protegerla mejor del viento y el frío.

''Cuando solicité al alcalde bajar la plaza cuatro metros, me miró espantado, pero se lo dije con tanta convicción que lo hizo", recuerda divertido Niemeyer. ''Y ahora esa obra es considerada uno de los 10 proyectos arquitectónicos más importantes del mundo".

Tras una fractura de pelvis, en diciembre pasado, Niemeyer no se puede mover demasiado, pero conserva el entusiasmo: ''Intento resistir, adaptarme. Trato de pensar como un joven, es diferente. Tengo el mismo interés por la vida que cuando era joven. Mi receta es no aceptar la vejez, pensar que uno tiene 40 años y actuar de esa manera".

''Comunista convencido", el artista acaba de regalarle al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, un proyecto de monumento en homenaje a Simón Bolívar, que será ''una de las mayores estructuras de hormigón armado del mundo.

''La vida es un suspiro, es más importante que la arquitectura. Debemos saber que estamos de paso, que la vida está llena de placeres y dolores. Sobre todo, debemos vivirla de manera honesta", dice Niemeyer.

 
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