Usted está aquí: domingo 15 de abril de 2007 Opinión Privilegios que matan

Rolando Cordera Campos

Privilegios que matan

Los hallazgos de la Auditoría Superior de la Federación apuntan hacia un régimen de privilegios fiscales que tiene su contraparte en una sistemática discriminación de los más pobres, por lo menos en lo tocante a la distribución de los recursos públicos. Triste constatación de que las reformas a que nos urge el inefable enviado de Aznar en el Fondo Monetario Internacional, el señor Rodrigo Rato, tienen que ser reformadas moral y mentalmente antes de lograr una mínima legitimidad que luego les permita ser convertidas en políticas del Estado.

Esta es la dura ecuación que el reformismo de la derecha apoyada por el evanescente centro priísta tiene que despejar. Es la envenenada desigualdad de origen la que impide llegar a soluciones que puedan gozar de un elemental consenso, sin el cual toda reforma estructural está condenada al rechazo activo o pasivo, airado o subversivo, de buena parte de la población y por ello destinada al fracaso de la mediocridad burocrática, celebrada en foros internacionales pero sin ningún efecto práctico en la difícil realidad nacional que busca mejorar.

Así ocurrirá con una reforma fiscal basada en el IVA y apoyada en los sabios consejos de la OCDE y su intrépido secretario. Y así sucederá con toda reforma energética que tenga como mira la apertura del sector a la gran empresa privada que no puede sino ser internacional. Esa debería ser la lección de esta semana, resumida en los primeros informes conocidos del examen de la Cuenta Pública de 2005: privilegio y discriminación social, articulados por una discrecionalidad salvaje: "En México, consignó el auditor superior de la Federación, estamos ahogados en la discrecionalidad... Toda la aplicación de los excedentes petroleros tiene una parte muy importante de discrecionalidad de parte de la Secretaría de Hacienda... otro caso de exceso de discrecionalidad (es el de) todos los recursos federales que son transferidos a estados y municipios".

Ya se hará la historia oficial de todo esto, para dilucidar si se trata de una fijación cultural más heredada de la Colonia o de los aztecas, o si estamos ante una manifestación grotesca de un fin de régimen larvado, que pocos asumen y menos aún han buscado ayudar a bien morir. Pero las manifestaciones en cascada de la ASF nos advierten de cómo hemos vivido en peligro real e inminente en estos años finales de la alternancia y primeros de estreno de un régimen nonato dominado por la derecha y sus acólitos.

En la cúspide del edificio, como dijimos, está el privilegio fiscal que corona el privilegio en la distribución de la riqueza y del ingreso. "Benefician los regímenes fiscales a grandes empresas... de acuerdo con una revisión realizada por la ASF a una muestra, al descontar las devoluciones que reciben grandes contribuyentes se hace evidente que estos prácticamente no pagan impuestos". Y en la base, el olvido, la reducción sin racionalidad técnica ni justificación política alguna de programas de alivio a los pobres y miserables que pueblan el territorio urbano y rural del país: "excluye Diconsa a pobres... La ASF encontró que el Programa de Apoyo Alimentario (PAL) de Diconsa atendió apenas a 18 por ciento de las comunidades de muy alta marginación del país... de las 29 mil 145 localidades rurales potencialmente objetivo del programa, se atendió sólo a 5 mil 294". Y, en el fondo, como siempre, los indios sometidos a la peor de las discriminaciones, la del hambre que se expresa en que "las comunidades indígenas tienen una prevalencia de desnutrición de 35 por ciento".

Este manifiesto de la iniquidad proviene de informaciones contenidas en Reforma (09/04/07) y El Economista (10/04/07) y no de los diarios reportes de La Jornada o las estrujantes entregas de Proceso sobre la pobreza de las semanas recientes. Sólo confirman la universalidad de un régimen que debe cambiar pronto, en la dirección propuesta por la Convención Nacional Democrática y el FAP. Caminar hacia la izquierda se vuelve con los días cuestión de sobrevivencia y auténtica seguridad nacional y no estaría mal que de ello tomara nota la propia izquierda política.

Reforma fiscal, sin duda, pero que empiece por los ricos y muy ricos que en persona o en comandita no pagan lo que deben; reforma energética, cuanto antes, pero que empiece por convertir a Pemex y la CFE en pujantes y dignas empresas nacionales como lo han sido y pueden serlo, y no en la bolsa infame de un fisco devorado por la discrecionalidad y la sumisión ante el privilegio. Reforma del Estado ya, pero que arranque de una reforma del alma y de la mente y ponga de pie lo que Fox y su continuidad neoliberal pusieron de cabeza. Y que esta bizarra alianza parece obstinada en mantener así.

 
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