Usted está aquí: domingo 22 de abril de 2007 Opinión Los migrantes indígenas: la defensa de su cultura

Editorial

Los migrantes indígenas: la defensa de su cultura

El alto índice de migración que presentan los poblados indígenas del país está vaciando las comunidades originarias de México, señaló un informe de Consultores Internacionales publicado recientemente. La razón de este éxodo es claro: las paupérrimas condiciones económicas prevalecientes en sus lugares de origen. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 80.4 por ciento de los municipios con esta población sufre un alto grado de marginación. De esta manera, además, la presencia de varios grupos étnicos en Estados Unidos aumenta cada vez más.

La situación es grave, pues esta oleada migratoria "está generando un cambio significativo en las ubicación geográfica de varios grupos étnicos" y despoblando el deteriorado campo mexicano, que requiere urgentemente de esa fuerza de trabajo para resurgir.

Por otra parte, esta diáspora afecta -de muchas maneras- las tradiciones de los pueblos originarios. Así, el país corre el riesgo de "perder el potencial y valores de esta población ancestral de México", puntualiza la consultora.

Sin embargo, el fuerte arraigo de estas personas por sus tierras, su gente y su cultura les ha proporcionado armas valiosas para defender sus tradiciones y ver por los suyos.

Un buen ejemplo de lo anterior son los mixtecos. La gente perteneciente a este pueblo tradicional mexicano que vive y trabaja en Estados Unidos equivale prácticamente a 80 por ciento de la población que aún radica en los nueve distritos mixtecos de Oaxaca, que asciende a 556 mil 250 personas. Esa población del exterior ha creado organizaciones que los apoyan para -entre otras cosas- mantenerse en contacto con sus comunidades de origen.

Si bien anteriormente dichas organizaciones se encargaban exclusivamente de tareas como trasladar los cuerpos de los migrantes fallecidos en los lugares de trabajo en Estados Unidos o realizar labor de logística para construir infraestructura en sus poblados, en la actualidad han tomado otras responsabilidades, entre ellas las que tienen que ver con su cultura, que defienden y promueven tanto allende la frontera como en el país.

Dichas asociaciones han evolucionado acorde a los tiempos que corren: en el pasado representaban a personas provenientes de una misma comunidad, ahora forman alianzas de largo alcance que incluyen organizaciones de diversas zonas indígenas del país.

La unión fortalece a las asociaciones indígenas permitiéndoles apoyar con mejores herramientas a sus comunidades. No sólo se trata de dinero, rubro importante, sin duda (en 2006, Oaxaca recibió casi mil 200 millones de dólares en remesas), pues la relación entre los que se van y los que se quedan permanece, lo que fortalece y renueva aspectos culturales de la comunidad. Así, en varios pueblos mixtecos, el soporte de las organizaciones de migrantes es vital para mantener ceremonias y fiestas vivas. Por otra parte, las comunidades indígenas que se crean en el exterior reproducen y fomentan sus costumbres y cultura con celebraciones y actividades en los lugares donde trabajan. Aspectos como la música, el arte, la lengua y la comida fortalecen el vínculo con sus comunidades de origen, a pesar de la distancia -no sólo territorial, sino también económica- que los separa de los suyos.

Además, la migración ha favorecido rubros como la participación de la mujer en las comunidades. Como los hombres son los que emigran, ellas deben ocupar su lugar -y sus responsabilidades- en sus poblados, favoreciendo su desarrollo político, económico y social.

Estas características hablan de personas trabajadores, leales, respetuosas para con sus tradiciones, sus familias y su país. En suma, son gente de valía, "una parte importante de la población" mexicana, como destaca el estudio de la consultoría. Es una lástima que las autoridades no se ocupen de este problema como deben: proporcionando a los indígenas oportunidades reales para mejorar sus vidas en su propia tierra.

 
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