Usted está aquí: domingo 22 de abril de 2007 Política Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

India se escapa de EU y se va con Irán

Ampliar la imagen Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos, en entrevista con CBS Foto: Ap

Dos supuestos aliados de Estados Unidos en el sur de Asia, Pakistán e India, han hecho caso omiso a las brutales presiones del vice-presidente Richard Bruce Cheney (quien desea bombardear Irán con armas nucleares) para abandonar el superestratégico oleoducto de 10 mil millones de dólares y 2 mil 600 kilómetros de largo que los vincularía energéticamente con la teocracia chiíta. Según Bruce Loudon (BL), sus "potenciales implicaciones políticas y en seguridad" son de largo alcance" (The Australian, 16/4/07).

Fracasa así la política estadunidense para aislar a Irán, que "obtuvo una victoria significativa" al ser admitido como observador, a un paso de la membresía plena, en el bloque de ocho países, la "Asociación de Cooperación Regional del Sur de Asia" (SAARC, por sus siglas en inglés), que dominan India y Pakistán.

Samuel Bodman, secretario de Energía de Estados Unidos, en su reciente visita a India declaró que la construcción del oleoducto iraní-paquistaní-indio (IPI) apuntala el programa nuclear iraní.

Al contrario, un efecto colateral nada desdeñable es que los "vínculos e interdependencias" generadas entre India y Pakistán, dos potencias nucleares medianas, gracias al gas iraní, pueden alejar la probabilidad de una cuarta guerra. Al menos así vislumbran el "proyecto IPI" los mandatarios de India y Pakistán.

El sector unilateralista bélico estadunidense, mediante la entrega de líquido nuclear, pensaba usar a India para contener a China. No le está saliendo la jugada.

India padece una severa carencia energética: "produce sólo la mitad del gas natural que necesita para atender las necesidades de más de mil 300 millones (sic) de su población, cuyos requerimientos se duplicarán en los próximos 15 años, y se encuentra inflexible en proseguir el proyecto IPI", según BL.

El papel de Pakistán, que devengará suculentas regalías, consiste en permitir el "tránsito del gas en su territorio a través de la provincia rebelde de Baluchistán", cuyos elementos nacionalistas sunitas, azuzados por Estados Unidos, también exigen regalías. Sin duda, el "factor baluchi" (3 por ciento de la población, pero situada estratégicamente) pone en riesgo la seguridad del tránsito del gas, que busca balcanizar el torturador régimen bushiano.

Conforme se acerca la fecha de la firma oficial del "oleoducto IPI" se intensifican los ataques de la "insurgencia baluchi sunita" contra objetivos en territorio iraní, lo cual ha valido severas reprimendas de Teherán al gobierno central de Islamabad, que por cierto se ha mostrado muy reticente en apoyar el bombardeo de Estados Unidos a su vecino occidental.

Pakistán es un poco mayor a Chile y cuenta con 165 millones de islámicos, 77 por ciento sunitas y 20 por ciento chiítas, que busca confrontar la mano visible de Estados Unidos.

Ahora cobra mayor relieve la importancia geoestratégica de Pakistán, que se puede convertir en el centro de convergencia energética entre India, China e Irán, con quienes comparte 2 mil 912 kilómetros, 523 kilómetros y 909 kilómetros de frontera, respectivamente.

En el contexto del "Nuevo gran juego" por los recursos energéticos en Medio Oriente y en Asia Central, David Montero (DM), de The Christian Science Monitor (13/4/07), evoca la construcción del estratégico puerto de Gwadar, justamente en la sensible provincia paquistaní de Baluchistán, con financiamiento chino de 200 millones de dólares, como el "primer paso para el 'corredor energético' que algún día transportará el petróleo del Golfo Pérsico, desde Gwadar hasta China".

El "nuevo futuro" de China pasa literalmente por Pakistán, que recibiría 60 mil millones de dólares de regalías al año, la mitad de su producto interno bruto. Es evidente de qué lado carga la balanza geopolítica.

Para conectar el puerto de Gwadar con China -su punto más cercano al Golfo Pérsico-, el gobierno chino invertirá miles de millones en vías de tren, carreteras y oleoductos. DM apunta con justa razón que también Pakistán puede ser "víctima del Nuevo gran juego y ser aplastada entre la carrera de Estados Unidos y China por la influencia en la volátil y lucrativa Asia Central".

Richard Russell (RR), profesor de seguridad nacional en la Universidad de Defensa Nacional de Washington, da por hecho que Pakistán pasará a formar parte de la órbita de influencia de China, lo cual, a su juicio, no quitará el sueño a Estados Unidos, que apuesta sus cartas en India.

RR canta victoria muy aprisa cuando el "histórico acuerdo nuclear civil de Estados Unidos e India se encuentra en peligro", según Edward Luce y Jo Jonson, del Financial Times (18/4/07), debido a la "insistencia de Nueva Delhi en volver a redactar elementos de la enmienda aprobada por el Congreso estadunidense", que "otorga a India un acceso sin precedentes a la energía nuclear sin requerir que firme el Tratado de No Proliferación". India desea quitar ciertas prohibiciones que restringen su independencia y soberanía energética, lo cual ha costado pagar el precio en las urnas al gobierno de Manmohan Singh, vilipendiado por entreguista tanto por la izquierda que integra su gobierno de coalición como por la oposición nacionalista. Quienes más se oponen a las restricciones energéticas de EU son los omnipotentes científicos de India, cuya postura es decisiva.

India se aleja del belicismo unilateral del régimen torturador bushiano mientras se acerca a Irán, donde, en pleno fragor de las sanciones, planea invertir sumas multimillonarias en los sectores energético, siderúrgico y del aluminio (Irna,18/4/07).

Destaca la genialidad geopolítica de Irán, que comparte sin hipotecas (para romper el cerco estadunidense) sus pletóricas reservas energéticas con India y China.

Irán se puede convertir en el próximo teatro de batalla por la influencia de India y China. Boicoteado por Occidente, Irán ha optado por Oriente.

Si Cheney, al borde de la defenestración (el ominoso impeachment), "mantiene sus opciones abiertas" para bombardear Irán, lo cual ha indispuesto al BRIC (Brasil, Rusia, India y China), Zorawar Daulet Singh (ZDS), formado en la Universidad Johns Hopkins y ahora consagrado al análisis estratégico en Nueva Delhi, aduce juiciosamente que "India tiene todas la opciones abiertas" (Asia Times, 20/4/07).

Pese a su contaminación académica en Estados Unidos, ZDS realiza un magistral análisis multipolar del nuevo orden mundial (pese a ciertos puntos cruciales con los que no estamos de acuerdo, pero que no vienen al caso formular frente a su muy respetable deducción indocentrista), que toma como marco de referencia para la adopción de la política exterior que mejor le conviene a India, basado en la realidad geoeconómica y no en la ilusión ideológica del fenecido orden unipolar: "India debe adoptar una filosofía multivectorial: un principio multidimensional, que facilite un mayor espacio de maniobra en el seno de las redes dinámicas de los alineamientos internacionales". Son notables las coincidencias con el pensamiento estratégico de Bajo la Lupa.

La mentalidad india, más geométrica y plástica que la rígida aritmética unilateral de Estados Unidos, se presta más a la creatividad geopolítica, al cual parece haberse ajustado el gobierno Singh, que se ha pronunciado inequívocamente por la multipolaridad en sus nuevas tratativas con Irán, pero también con Pakistán y China, ya no se diga con Rusia y Estados Unidos, cuando este último se estancó en su unipolaridad catatónica y en la que ha sumido consigo al "México neoliberal".

 
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