Usted está aquí: lunes 30 de abril de 2007 Opinión Primero de mayo

León Bendesky

Primero de mayo

El gobierno federal ha decidido poner distancia con la conmemoración del Día del Trabajo. El presidente Calderón no asistirá a los actos públicos que marcan esta jornada, pues dice que es de los trabajadores y no una celebración para el gobernante en turno.

Si algo de lo que se trata el primero de mayo es de hacer memoria, entonces habrá que recordar no sólo el origen de esta fecha en las luchas obreras por la reivindicación de los derechos de los trabajadores y la represión que acarrearon por parte del Estado. Habrá que acordarse, también, de lo que llegó a significar como expresión de un orden político altamente corporativo en el que el PRI, el gobierno y los sindicatos que reunían a la mayor parte de los trabajadores llegaron a ser muy provechosos los unos para los otros.

Ese corporativismo sigue existiendo, es una de las marcas visibles del viejo orden político del que el gobierno del PAN desde 2000 no ha querido ni podido desprenderse. Por el contrario, lo ha encontrado muy útil y lo ha usado en su favor de manera abierta y en un sentido por completo contrario al de su ilusoria propuesta de cambio. Ahí está, como una muestra, la negra historia de las elecciones de 2006 y la turbia alianza con el liderazgo del sindicato de trabajadores de la educación, que es un sello oneroso sobre este gobierno.

El corporativismo sindical aliado con los gobiernos se convirtió durante muchas décadas en una fuente caudalosa de obtención de rentas, que son una forma de beneficio extraordinario derivado del acceso restringido a los recursos y privilegios para ciertos grupos en detrimento de los demás. De ahí se derivan las enormes ganancias que todavía generan en el terreno político y económico. Las rentas definen en buena medida la estructura económica y social, el patrón de crecimiento y de desarrollo, y están en la base de la perpetuación de las enormes desigualdades que caracterizan a este país.

El presidente Calderón no ha tenido otra opción más que reconocer de modo explícito con su ausencia que no tiene nada que ofrecer a los trabajadores y compartir la conmemoración del primero de mayo. La incapacidad que desde hace más de dos décadas muestra la economía para crear empleos bien remunerados con las prestaciones que marca la ley es indiscutible.

La política económica de constantes y costosos ajustes fiscales y de muy disputables y enormes transferencias de una parte a otra de los agentes económicos se ha mantenido sin alteración alguna hasta el gobierno actual. Y ello no sólo en cuanto a los criterios técnicos y políticos que la caracterizan, sino hasta del cerrado grupo que desde la larga administración de Miguel Mancera en el Banco de México (de 1982 a 1997) mantiene el control del sector financiero desde el gobierno (el propio banco central, la Secretaría de Hacienda, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y los demás órganos de regulación) y que se ha incrustado en los bancos comerciales de aquí y del exterior, así como en las instituciones financiera internacionales. En eso hay que reconocer que lo han hecho con gran eficacia y sentido de grupo.

Además de conmemorar, este primero de mayo los trabajadores organizados de manera independiente tienen mucho que expresar: el gran descontento con sus condiciones laborales y de vida, la enorme incertidumbre que enmarca su situación actual y futura, sobre todo en cuanto a la capacidad de mantener su empleo y para obtener los servicios de salud para ellos y su familia y tener una pensión suficiente para cuando se retiren.

La política laboral seguida desde hace más de diez años con las reformas a las instituciones de la seguridad social han minado esa capacidad, al contrario de lo que se ofrece desde el gobierno. Esas instituciones están en una profunda crisis financiera y administrativa y nunca hay una rendición de cuentas y fijación de responsabilidades por parte de quienes las dirigen y quienes nombran a esos funcionarios. La privatización de los fondos de pensiones ha correspondido más a un criterio ideológico y de asignación de rentas a las empresas financieras que a una verdadera política social. Eso ya se puede ver en el caso del IMSS y todo el Sistema de Ahorro para el Retiro y que ahora se pretende replicar en el ISSSTE.

En efecto, este primero de mayo es de los trabajadores independientes -que se quedan incluso al margen de las ventajas de los trabajadores de las mismas entidades de seguridad social o de los que se emplean en empresas públicas- y tienen mucho por qué manifestarse. Tienen en su contra a la política estatal y no se puede eludir que hoy se muestra abiertamente el conflicto clásico que en términos de la distribución del ingreso existe entre el trabajo y el capital.

Al final, la expresión más fehaciente del fracaso total de la gestión económica en México por más de 20 años es la permanente exclusión de los trabajadores. Y la forma esencial en que esto se advierte es en su expulsión al obligarlos a convertirse masivamente en migrantes y luego aprovecharse de sus remesas. Así que el vacío que deja el presidente Calderón por el fracaso de la política sobre la que sigue insistiendo será dignamente llenado en las calles.

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