Usted está aquí: lunes 30 de abril de 2007 Opinión Andanzas

Andanzas

Colombia Moya

El folclor cubano en Ollin Kan, la fiesta de la resistencia

EL PASADO JUEVES 26 de abril, en el contexto del apoteósico Festival Ollin Kan de las Culturas en Resistencia Tlalpan 2007, se presentó en el Teatro de la Ciudad el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba con un rostro completamente fresco y renovado, pero aún bajo la ruta inapreciable de Rogelio Martínez Furé, piedra angular de la sabiduría, experiencia y conocimiento de esta agrupación formidable de cantos, músicos y danzas, del corazón cubano en el escenario, desde hace 45 años.

ESTE PECULIAR MAESTRO, a quien tuve el gusto de conocer desde hace tiempo en La Habana y contar con su valiosa colaboración y conocimientos en festivales y encuentros de la mayor parte de los conjuntos y profesores de danza folclórica de las universidades de este país, forma parte de un conjunto de investigadores, sociólogos, gente extraordinaria que como don Fernando Ortiz, Argelirs León, Lidia Cabrera, Miguel Barnet y tantos otros, que a lo largo del siglo XX han recopilado y atesorado en obras monumentales el espíritu del pueblo cubano, esa síntesis prodigiosa de culturas ancestrales, pero, sobre todo, esa forma de resistir los embates de la historia para conservar la cubanidad.

EL ESPECTACULO, INAUGURADO por Marcelo Ebrard y autoridades de la cultura del Distrito Federal, específicamente el centro Tlalpan con la voz de José Luis Cruz, en fogoso discurso sobre el valor de la conjunción de culturas en resistencia de los pueblos latinoamericanos, muestra, sin duda, el gran interés de las mencionadas autoridades por ofrecer al pueblo las más notorias expresiones de la síntesis contemporánea del alma auténtica y característica de una gran diversidad de culturas.

UN TEATRO DE la Ciudad lleno y entusiasta disfrutó en grande la fogosidad, el enorme espíritu y la pericia del conjunto cubano, el cual contó con el afecto y la simpatía que siempre hemos tenido los mexicanos por Cuba, cuyo pueblo ha sido ejemplo de resistencia y valor.

LA COMPAÑIA, COMPUESTA por más de 50 personas entre músicos, cantantes y bailarines, mostró desde el origen, hasta el presente de los cantos y danzas cubanas. El Panteón Yoruba con sus orishas, deidades o santos del más remoto origen africano, encontraron en la isla de Cuba un inmejorable refugio para conservar, de la manera más original posible, las profundas raíces que han dado rostro y fuertísima personalidad al pueblo cubano. Y es que esas raíces las llevan todos en el torrente sanguíneo. Es una fabulosa mezcla de razas y culturas, que han dado ese toque magnífico en los movimientos del cuerpo, el ritmo y cadencia al hablar, la gracia y salero de sus danzas, la simpatía desbordada en un inmenso calor humano, que robó el corazón al público de aquella noche.

VIMOS COMO FUE creciendo aquella gente joven entregada al prodigio de la danza, primigenio corazón del rito, la vida y la muerte en su intrincada mitología, y cómo verdaderamente se iban transformando, o recibiendo el espíritu de "santo" en descenso; en la creencia de sí mismos y sus cuerpos enérgicos, profundamente vitales, sensuales y genuinos, en los que rutinas tradicionales de cada deidad, eran poseídas hasta el fondo del río de vida que cada integrante del espectáculo -músicos, tambores, batá, los extraordinarios cantantes- me recordó a Lázaro y a la incomparable Nieves, informantes de todo ese caudal de leyendas, ritmos, movimientos, lenguaje, colorido, etcétera, que el conjunto cubano ha sabido conservar en buena salud.

EN UN PAR de números, el coreógrafo y director del conjunto, Manolo Micher, ofreció un aspecto modernizante, como más actual y tal vez comercial de esta cubanidad prodigiosa, pero rebasando la tentación, resolviendo bien los problemas de espacio y diseños coreográficos con la abalancha de fuego de las danzas originales; supo acentuar y extraer los movimientos tradicionales felizmente incorporados al espacio escénico y la mentalidad contemporánea del espectador.

SOBRE UN FONDO negro y no muy feliz iluminación, una puede imaginarse este conjunto con diseños escenográficos e iluminación creada ex profeso, con tiempo y cuidado, un viaje fantástico por la mitología y la magia de la cultura congoyuruba y la Cuba de hoy, eterna primigenia, misteriosa, mágica, ritual, profunda y bullanguera, sobria y tremendamente elegante en su Tumba francesa y danzones, donde los bailarines alcanzan majestuosidad y exactitud fabulosas sin recargos innecesarios ni bailoteos "alegres" o sensuales harto ganosos. Su genuinidad es visceral. ¡Ya!, ahí está y punto, lo cual siempre es una delicia observar en escena. Rodolfo Reyes pudo adornarse una vez más con su versión de YamaYá, enfundada en los diseños preciosos, un tanto recargaditos de la también legendaria María Elena Molinet, y fue premiado también como cofundador de la compañía. ¡Ah, qué tiempos! Borbotones de recuerdos, profundamente movida, tocada, por esa manera única de bailar. Noche feliz.

EL FESTIVAL OLLIN Kan de las Culturas en Resistencia Tlalpan 2007 concluirá el 20 de mayo. Consulte cartelera.

 
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