Usted está aquí: miércoles 2 de mayo de 2007 Opinión Perú: las pirañas de Loreto

José Steinsleger

Perú: las pirañas de Loreto

En Huanuco, el tiempo disponible impuso la disyuntiva: César Vallejo o el Che. O marchaba al norte con rumbo al pueblo natal del cholo bendito, o de la sierra peruana bajaba a Pucallpa y por el Ucayalli navegaba hasta Iquitos (capital del departamento amazónico de Loreto), siguiendo la ruta fluvial recorrida en junio de 1952 por dos jóvenes inquietos: el doctor Ernesto Guevara y su amigo, el bioquímico Alberto Granados.

Reviso mis notas y veo que me fascinaban las tribulaciones del conquistador Francisco de Orellana, quien partió de Quito en busca de El Dorado y "descubrió" el Amazonas, y las peripecias de los fieros "marañones" de Lope de Aguirre, quien alzándose contra Felipe II mata a sus jefes y redacta febrilmente "la primera acta de independencia del Nuevo Mundo" (1561), según Bolívar.

Anhelaba, también, ver de cerca a las pirañas, pececitos que a la orilla de los ríos acaban en segundos con un buey distraído, y en épocas de sequía se comen mutuamente. Aunque debo reconocer que la primera vez que oí del poder de las pirañas fue a raíz del argentino celoso que introdujo ejemplares de la especie en la tina donde su mujer se bañaba acompañada de un fox terrier.

El Che llegó a Iquitos con un fortísimo ataque de asma que lo postró varios días en cama. Entonces, Granados mata las horas y recorre el pueblo enterándose de las historias de los "barones del caucho" que vivían en lujosas mansiones art nouveau, como el Hotel Palace y otros edificios ricamente decorados con azulejos arábicos.

Un tal Baca Diez visita en 1890 la exposición mundial de París (1889) y se entusiasma con la "casa de hierro", diseñada por el arquitecto Gustave Eiffel (el de la torre). El magnate compra en cash la casa, la desarma y embarca todas sus planchas en un buque brasileño.

En Iquitos, tras una odisea que pone en cuestión la de los Argonautas, el antojadizo señor reconstruye plancha a plancha y perno a perno el nuevo hogar, primera casa prefabricada del Perú (1895). No le va en zaga la historia del irlandés Brian Sweeney Fitzgerald (que inspira el filme de Werner Herzog, Fitzcarraldo), melómano que así como los caucheros de Manaos, propone construir un teatro de la Opera en Iquitos.

Al analizar la "era del caucho", José Carlos Mariátegui escribe: "Era una fortuna contingente, aleatoria. Si no lo comprendimos oportunamente fue por esa facilidad con que nos entregamos a un optimismo panglossiano cuando nos cansamos demasiado de un escepticismo epidérmicamente frívolo" (Regionalismo y centralismo, Amauta No. 4, diciembre de 1926).

Recordemos al optimista profesor Pangloss, personaje que a su discípulo asegura que éste es el mejor de los mundos posibles (Cándido, 1759). No obstante, el joven viaja por el mundo y, luego de lamentables peripecias (una de las cuales tiene lugar en el Paraguay de los jesuitas), Cándido acaba dudando de todo lo enseñado por su maestro.

¿Pangloss fue un mero producto de la imaginación de Voltaire? A mí me parece que su espíritu palpita hoy entre los funcionarios del Banco Mundial, escribe los editoriales de las revistas Nexos y Letras Libres, trabaja en Chile junto a la presidenta Michelle Bachelet, lee a vendedores de libros como Fernando Savater o impulsa causas separatistas como las de "Zulia independiente", "Guayaquil independiente", "Santa Cruz independiente" y en Perú... "Loreto independiente".

En septiembre de 2006, un grupo de pirañas del neoliberalismo latinoamericano se dio cita en Guayaquil, creando la Confederación Internacional por la Libertad y la Autonomía Regional (Confilar). También hubo delegados de México y Guatemala.

José Luis Tapia, del Instituto de Libre Empresa de Perú, fue nombrado secretario general, en tanto Elías Valles y Mario Barrera, de Loreto, tuvieron a bien explicar el "espíritu" independentista del departamento más grande de su país, región en la que se extrae 56 por ciento del petróleo que produce Perú.

Los delegados de Loreto (sin indígenas, qué esperaban) contaron historias acerca de la boa gigante de 100 metros de longitud, que en realidad fue un deslizamiento de tierra. Mas ni una palabra de la base aérea fluvial que con autorización del gobierno, Estados Unidos construye en Nanay, cerca de Iquitos. Tampoco hablaron de la erradicación de los cultivos de coca, de la fumigación con defoliantes químicos y de la feroz tala de los bosques amazónicos.

El 14 de junio, con motivo de su cumpleaños, los pacientes del leprosario de Iquitos le brindaron una fiesta al doctor Guevara. El Che les dijo: "Creemos, y después de este viaje con mayor firmeza que nunca, que la división de América Latina en nacionalidades ilusorias e inciertas es completamente ficticia. Constituimos una única raza mestiza, que desde México hasta el Magallanes presenta similitudes etnográficas notables. Por esto, tratando de liberarme del peso de cualquier provincianismo mezquino, brindo por el Perú y por una América Unida."

Antes del brindis, el Che nadó en el Ucayalli, afluente del Amazonas. No le tenía miedo a las pirañas.

 
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