Usted está aquí: domingo 6 de mayo de 2007 Cultura Escribo para exorcizar el dolor de la violencia: Evelio Rosero

Retrata en su novela Los ejércitos la situación de Colombia, asolada por la guerra

Escribo para exorcizar el dolor de la violencia: Evelio Rosero

El presidente no entiende que con las armas no va a derrotar a la guerrilla, señala el autor

Lamenta la indiferencia hacia los desplazados, generada por la cotidianeidad de la muerte

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Ampliar la imagen El escritor Evelio Rosero El escritor Evelio Rosero Foto: Milcíades Arévalo e ilustracion de Kamil Vojnar. Photonica/ Getty Images

Ampliar la imagen La portada de su más reciente novela La portada de su más reciente novela Foto: Milcíades Arévalo e ilustracion de Kamil Vojnar. Photonica/ Getty Images

Bogotá, 5 de mayo. Cuatro ejércitos asolan a Colombia, se disputan el país, se hacen la guerra entre sí o crean alianzas temporales para ciertas coyunturas. Estos son: el ejército federal, el de los paramilitares, el de las guerrillas y el de los narcotraficantes.

Cuatro agrupaciones con amplia experiencia y capacidad de fuego, cada una con el control real, a veces en exclusividad, de un trozo del territorio de esta nación sudamericana, pero sin posibilidad de una solución definitiva por la vía de las armas.

Ha sido una guerra larga, ya poco mostrada por los medios de información colombianos e internacionales, y que en ciudades como Bogotá, Cartagena, Medellín o Cali, dominadas por la indiferencia, sólo se ve, si se desea, en forma de miles de desplazados provenientes de los pueblos.

Pero la tragedia esencial de esa confrontación es el terror cotidiano que en esas poblaciones vive la gente común, puesta en el centro de ¡cuatro fuegos cruzados!

Esa violencia es el punto de partida de la nueva novela del escritor y periodista Evelio Rosero, Los ejércitos, con la cual ganó en noviembre pasado el segundo Premio Tusquets Editores de Novela y que por estos días, en persona, promoverá en México.

"Yo no soy un analista político, soy un escritor y traté de reflejar toda la crudeza de esa realidad. Mi propósito fue escribir una novela, no un ensayo, ni tomar partido ideológico por ninguno de esos ejércitos", dice Rosero (Bogotá, 1958).

Exorcismo literario

Considerado por la crítica como dueño de una prosa poética personal, el narrador ofrece una entrevista en su departamento del barrio de Santa María del Lago, desde donde se observan todavía unos humedales, un trozo impactante de naturaleza asediada por los edificios, pero a la que aún llegan decenas de aves migratorias.

"Lo que más me ha dolido es el dolor de la gente sometida a ese fuego cruzado. Me apabullaba como nos apabulla a muchos cuando nos asomamos a un noticiero y nos enteramos que siguen los muertos."

Rosero recuerda el hallazgo hace unos días de una fosa común en la que los paramilitares sepultaron cientos de cadáveres de sus víctimas. "Todo eso nos mella el alma. A mí me tenía muy afectado y consideré que la única manera de lograr exorcizar este terrible dolor era escribiendo la novela."

Al principio, y sólo al principio, el lector de Los ejércitos ingresa a la existencia apacible, idílica y sensual de los protagonistas, habitantes del pueblo de San José, pero que podría ser cualquiera de mil pueblos posibles.

Allí transcurren las vidas de personajes como Ismael, un anciano profesor rejuvenecido por una líbido indoblegable; o de Geraldina, mujer aún joven y hermosa, fascinada en mostrar su desnudez.

O de dos adolescentes precoces: ella, "poseída de sí misma", dueña de un candor subyugante; él, atormentado por el descubrimiento de los frutos del placer. O de Otilia, también profesora, esposa de Ismael y muy lejana de todo ese imperio de los sentidos.

De pronto comienza a materializarse "el fantasma de la guerra", con una violencia en espiral, absurda, llegada de quién sabe dónde y de quién sabe cuál de las cuatro fuerzas armadas, y de todas al mismo tiempo. Comenzará así a "descomponerse" tal universo pueblerino, a precipitarse las historias y las pasiones, a revelarse más de un misterio.

Es, desde la ficción de Rosero, una violencia y una tragedia humana cuyo dolor e impotencia se multiplican al saberse que el narrador ha abrevado en el espejo de agua de la realidad colombiana actual, como periodista retirado, escritor, ciudadano y humanista.

"He hablado con los desplazados de Cali, donde vive mi mamá. Sus experiencias alimentaron parte de mi historia. Todas las anécdotas que narro son reales. Los dedos que le mandan al hombre que le secuestraron a su esposa y su hija. El coronel que dispara en la plaza a diestra y siniestra porque 'ustedes son guerrilleros'. Nada es inventado por mí, solamente los personajes alrededor de los cuales giran las anécdotas verídicas."

Nadie puede ganar la guerra

Evelio Rosero es autor de libros de cuentos como Las esquinas más largas y de novelas como Juliana los mira, El incendiado o En el lejero, esta última "preámbulo" de Los ejércitos pues aborda el asunto de los secuestros.

"En el lejero es mucho más onírica y surrealista, como una pesadilla. Cuando la terminé, aunque me gustó lo logrado, pensé que aún había que trabajar más objetivamente el tema. Y creo que con Los ejércitos consolidé ese acercamiento al conflicto colombiano."

Critica el "empecinamiento" de algunos presidentes de su país, como el actual, Alvaro Uribe.

"Creen que mediante la vía militar se puede llegar a una solución, vencer a la guerrilla. Eso es imposible, y está demostrado históricamente. Ellos manejan la guerra de guerrillas y ahora están alimentados por el dinero que llega del narcotráfico, que es el que paga las mejores armas. Es una alianza igual a la de los militares con los paramilitares. Pero la guerra no va a terminar nunca. Lo importante es continuar con la vía del diálogo, sea como sea, contra viento y marea."

-¿Los paramilitares se salieron del control gubernamental?

-Imagínese que llegaron al gobierno y estaban ya afectando a los congresistas. Están metidos en el mismo gobierno.

Retoma una polémica creciente: la supuesta estabilización de Colombia. "Es muy paradójico.Uribe dice que no hay guerra y que las cosas están relativamente bien. No es cierto. El acercamiento con los paramilitares ha descubierto un montón de componendas entre éstos y los políticos, sobre todo en la costa colombiana."

Rosero habla de los miles de desplazados: "El problema es cada vez más difícil, porque los desplazados se integran a otro tipo de violencia: la urbana. Tienen que robar porque no tienen que comer".

Del otro lado del espejo, cuestiona, está la indiferencia hacia la guerra y los desplazados por parte de los colombianos que se encuentran relativamente bien.

"No los miran, tratan de ignorarlos, como si fueran invisibles, aunque estén en los semáforos pidiendo limosna con carteles de 'soy desplazado'. Es una indiferencia provocada por la costumbre de mirar todos los días las mismas noticias de muerte."

-¿Se asume como de izquierda, derecha o centro?

-Soy un humanista, un escritor, un observador de mi tiempo, de mi país.

Y entre sus observaciones destaca una. A las crueldades de la guerra: secuestros, torturas, muertes, debe agregarse la crueldad de un erario dedicado en 80 por ciento a comprar armas. "Se descuidan los hospitales, las escuelas, la educación, fundamental para que el país salga adelante".

Ante todo lo anterior, Evelio Rosero exclama, y clama:

"Estamos tocando fondo. Y por ello mi invocación como escritor a los otros países, para que volteen al problema colombiano y traten de colaborar en un acercamiento entre guerrilla y gobierno. El llamado es a intelectuales, creadores, políticos conscientes. Que todo el campo del pensamiento interceda en este problema nuestro, que ya es muy grave y es de todo el mundo, porque la violencia en Colombia y en otros países es un asunto humano, general, total."

 
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