Usted está aquí: domingo 6 de mayo de 2007 Opinión ¿Cómo aprovechar la energía eólica de La Ventosa?

Antonio Gershenson

¿Cómo aprovechar la energía eólica de La Ventosa?

Se han publicado recientemente noticias que reflejan un descontento entre la población de la región de La Ventosa, por la forma como se ha estado manejando la generación de electricidad con el viento de la región. No ha habido ninguna planeación. Se ha dejado que las empresas que llegan al sitio hagan tratos con pobladores para lograr el uso del suelo por plazos largos, y a veces incluso su propiedad, con el propósito de generar electricidad. En varios casos, a los propietarios o ejidatarios les pagan unos cientos de pesos por año y por hectárea por el uso de su suelo.

El régimen de vientos en la zona, ubicada en el Istmo de Tehuantepec, y en el estado de Oaxaca, es excelente para la generación de electricidad. Pero también tiene problemas para quienes no conocen tanto la región como sus vientos. Hace pocos meses el viento derribó la torre de un aerogenerador, parte de una planta, entonces en construcción (aunque la torre caída ya estaba terminada), que empresas privadas llevaban a cabo para la Comisión Federal de Electricidad. Esto muestra mala calidad, o falta de conocimiento del terreno, o las dos cosas, por parte de las empresas que instalaron la torre. Prueba de ello es que hay siete postes con sus respectivos aerogeneradores arriba, que han estado ahí desde 1994, sin que el viento los doble y tire como sucedió ahora. Si se verifica lo publicado recientemente y esa planta está concesionada o algo por el estilo a una o dos empresas privadas, pues menos puede pensarse en acumular experiencias y evitar nuevos accidentes, como el anterior o de otro tipo.

Cuando participé, entonces, en trabajos encaminados a aprovechar la energía del viento de la zona, y pese a que el desarrollo entonces era mucho menor, había ocho torres con tres anemómetros (medidores de viento) cada una, a diferentes alturas. Cada uno de estos equipos medía, o permitía calcular, la velocidad del viento, su dirección, el nivel de turbulencia (que puede ser, por decirlo de alguna manera, el componente destructivo del viento) y otros datos importantes para el diseño y la ubicación de las unidades generadoras. Por lo menos en muchos de los casos no hay esos medidores. Los "especialistas" extranjeros involucrados dicen que no hace falta, que el software da la respuesta. Un software que, obviamente, no fue diseñado para La Ventosa ni con todos los conocimientos de la región que serían necesarios para ello.

De los siete aerogeneradores instalados en 1994, se quemaron cinco generadores eléctricos en los primeros dos años. Los equipos no estaban diseñados, obviamente, para La Ventosa, sino para las regiones en las que estaba la absoluta mayoría de la capacidad entonces existente. Pero con este relajo nadie puede asimilar esas y otras experiencias para evitar que esos problemas se sigan generando.

Para un aprovechamiento racional no sólo de los equipos, sino de nuestros recursos naturales, es indispensable la planeación de largo plazo. Debe haber un equipo permanente, propio de la empresa pública, que acumule las experiencias y desarrolle soluciones. Debe haber un programa de desarrollo, en el contexto de un plan para el sector energético, para 20 o 25 años. Inicialmente, la programación debería ser por lo menos para 12 años.

Es indispensable no sólo la medición y análisis de los vientos, sino una comprensión a fondo de las características del recurso. Y su aprovechamiento conjunto con las hidroeléctricas del río Grijalva, muy cercanas. En general, cuando hay poco viento en la zona hay mucha lluvia, y cuando hay poca lluvia tenemos mucho viento. Además, la posible energía excedente de la generación eólica permite almacenar la energía como más agua en las presas del Grijalva. Y cuando el viento disminuye, se "suelta" esa agua excedente que se guardó y se aumenta la generación para compensar la reducción de la proveniente del viento.

Este valiosísimo recurso se está desperdiciando porque la derecha no sabe ni quiere planear, porque cada quien ahí se rasca con sus propias uñas y porque las actuales condiciones, además del descontento que generan, impiden un aprovechamiento racional.

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