Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de mayo de 2007 Num: 635

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dibujos de la realidad
ANTONIO HELGUERA

Renato Leduc: ayer y hoy
RAQUEL DÍAZ DE LEÓN

Entrevista con José Luis Martínez
JAVIER GALINDO ULLOA

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
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MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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LA EVOLUCIÓN DEL GRAN HERMANO

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ

NOVELA


Amélie Nothomb,
Ácido sulfúrico,
Anagrama,
Barcelona, España, 2006.

Mucho se ha hablado de los reality shows y de sus implicaciones por voces más autorizadas que la mía. Mucho se pudo haber criticado la referencia orwelliana haciendo las veces de pila bautismal para un programa insulso y sin mayor propuesta; incluso pudo haberse activado el contraste de dicha referencia al observar cómo uno de los epítomes futuristas de lo indeseable se convertía en ardid publicitario, para hacer que el espectador entrara a un mundo cargado de falacias pretendidamente reales. Los reality shows pueden ser cualquier cosa menos eso. Al menos, hasta que Amélie Nothomb (Kobe, 1967) se da a la tarea de crear el propio.

El último grito en la moda televisiva ha sido diseñado. Dentro del cerco de "Concentración" son puestos en barracas los prisioneros que se han capturado de entre la población parisina. No hay delito que perseguir ni razones que lo justifiquen: bastó con apresarles sin pretexto para encerrarlos dentro de lo que podría ser considerado como una reproducción del horror nazi. Para cuidarlos, otros tantos presos que, tras ser examinados, mostraron una clara tendencia al sadismo. Serán los golpes y las humillaciones la antesala de la muerte de cada uno de los presos. La diferencia con los campos de exterminio es que, en éste, todo está siendo filmado por una red de cámaras que no dejan escapar movimiento alguno, que se lo transmiten a una audiencia que crece a pasos agigantados.

Pannonique es un personaje ejemplar: joven, bella, inteligente y buena, sólo puede ser calificada de magnánima. Para su infortunio, le tocó estar del lado de los que sufren. Desde ahí hará su campaña con tal de no convertirse en un espectáculo para los televidentes. Su digno estoicismo la traiciona. Pronto ya es un emblema que acapara el interés de las audiencias. Su némesis, Zdena, opuesta en todo a Pannonique, ha resultado ser nombrada kapo. Es cuando ella se enamora de la protagonista que el enfrentamiento empieza. Porque desde su indefensión, Pannonique sabe utilizar hasta el más nimio de sus recursos, para ir ganando terreno en una guerra psicológica que alcanza audiencias totales, algo nunca antes visto en la historia de los medios. Unos medios que seguirán cada uno de los movimientos hasta un final imprevisto.

Una de las tantas aportaciones de la literatura es la de mostrar futuros posibles. Entre muchos otros, Orwell lo hizo para ser malinterpretado medio siglo más tarde. Si las telepantallas eran un atentado contra la identidad y la privacidad del individuo a merced del Estado, Amélie Nothomb ha descubierto su evolución, porque el intruso ya no es un gobierno totalitario que busca encontrar en las conductas cotidianas actos de sedición. Es, por el contrario, un grupo de iguales el que se recrea con el sufrimiento del que está al otro lado de la pantalla, siendo sometido por la misma audiencia que es la culpable de lo que sucede. Algo que, desde su exageración, parece decirnos que no resulta tan lejano e impensable. Aunque, si se permite el idealismo, sería fácil de combatir. Basta con negarle a la pantalla la posibilidad de entrometerse en nuestras vidas; basta con apretar un botón para evitar que esta evolución nos alcance.


LOS ARGUMENTOS DE LA MUERTE

SUSANA CORCUERA

NOVELA


David Martín del Campo,
Mátalo,
Alfaguara,
México, 2006.

Es cierto que uno de los principales atractivos de Mátalo es su estructura, pero sería injusto decir que lo que nos mantiene atentos es pensar cómo se las ingeniará el autor para engranar las piezas; la novela no sería entonces más que un rompecabezas exitosamente armado. Carecería de fondo y, por lo tanto, de consistencia. Si la intriga se sostiene a lo largo de las páginas, se debe a la manera en que los personajes reaccionan frente a situaciones que sacan a flote instintos adormecidos por la rutina. Se mueven en el ambiente de esos pueblos fronterizos donde el ser humano tiene una percepción propia del universo y actúa bajo el influjo de una cultura anclada en la geografía. Bajo un sol aniquilante, los adolescentes de "El tesoro de Bagdad" matan langostinos, el policía de "Intemperie", a un paquidermo tuerto. La ballena de "Antes de Noé" se suicida, arrastrando con ella a su cría. Sin importar el tamaño o la especie, matar es una forma de sobrevivir, de luchar, de darse por vencido... o el medio para alcanzar un fin.

En el último relato –desde mi punto de vista el mejor logrado–, una voz atormenta a Gabriela: "Te estoy esperando." ¿Alucinación o necesidad de escapar de un entorno claustrofóbico que nos recuerda Casa de muñecas? Para Gabriela, liberarse significa romper las ataduras de una cotidianeidad que la asfixia. Está dispuesta a recorrer kilómetros para salvar a una ballena, a creer enamorarse de un joven integrante de Greenpeace, a recluirse en un convento... a asesinar. Recorrerá cualquier camino que la ayude a escaparse de esas ataduras que, paradójicamente, ella misma se ha impuesto.

Aunque todos huimos de algo, muchos de los personajes de Mátalo no se cuestionan si están satisfechos con sus vidas. El sopor de las calles empolvadas adormece a sus habitantes. Pero es un sopor engañoso porque, bajo la apariencia apacible, respiran hombres y mujeres asombrosamente despiertos. Las emociones se agazapan detrás de las puertas de las cantinas, en las orillas de los ríos, en los conventos. La codicia, los celos, la ambición, el deseo, impulsos que en su conjunto nos distinguen como raza, se asoman por las pupilas del ingeniero Santoscoy, recorren como un escalofrío la espalda de su mujer, habitan en los actores del circo y atormentan a los adolescentes que, en vez de langostinos, pescan un cadáver.

Ciertos títulos no dicen nada; otros, por el contrario, se quedan dando vueltas en nuestra mente y vamos por el mundo repitiéndolos como un mantra. El de la última novela de David Martín del Campo resume en tres sílabas el fondo de un argumento muy latinoamericano, no solamente por lo característico del concepto de la muerte en esta región, sino porque, cuando finalmente se unen los relatos y se empiezan a contar pedazos de historias deshilvanadas, el tiempo se detiene para permitir que surjan lo que seguramente serán leyendas de un territorio específico.


Figuraciones y transfiguraciones. Antología didáctica,
Juan Tovar,
Instituto de Cultura de Morelos,
México, 2006.

Seis ficciones, "reconsideradas y (re)trabajadas", que el autor propone para predicar con el ejemplo y dar cuenta de la necesidad, indispensable para todo autor que se respete, de ceñir el trabajo literario propio a una disciplina y un rigor tan absolutos como sea posible.


Plaga de la tierra,
R. Aguirre,
Consejo Estatal para la Cultura y las Artes Jalisco,
México, 2005.

Tardíamente quizá por la típica y cruel costumbre de embodegar lo editado, llega este poemario, cuyo autor nacido hace cuarenta y siete años prefiere guardar su nombre de pila bajo el anonimato de la inicial y el punto.


El encarguito (y otros pendientes)
Guillermo Sheridan,
Universidad de las Américas Puebla/Trilce,
México, 2006.

Martín Solares informa, en segunda de forros, que este libro "recoge las crónicas que Sheridan escribió en Francia y México, entre 1999 y 2006, en la revista Letras Libres". Le atribuye, además, un alto grado de sarcasmo y la capacidad de no dejar títere con cabeza.


El psicoanálisis y lo social. Ensayos transversales
Raúl Páramo Ortega,
Universitat de Valencia/Universidad de Guadalajara,
México, 2006.

Médico y psicoanalista, el autor fundó en los años sesenta el Círculo Psicoanalítico Mexicano y en los setenta el Grupo de Estudios Sigmund Freud. Además es autor de más de cien publicaciones, varias de ellas en alemán.


Ningún sitio que sea mío,
Marco Antonio Campos,
Conaculta/Calamus Editorial,
México, 2006.

Poeta, narrador, ensayista, traductor, así como colaborador asiduo de estas páginas, Marco Antonio Campos es, de los poetas nacidos en la década de los cuarenta, un autor indispensable. Ha obtenido, entre muchos otros reconocimientos, el Premio Xavier Villaurrutia en 1992 y el Nezahualcóyotl en 2005.


El tercer lado de los ojos,
Giorgio Faletti,
Grijalbo,
México, 2006.

Grueso novelón policíaco, éste que es uno de los trabajos más recientes del también cómico y cantautor italiano, viene a confirmarlo como un fenómeno de ventas, con el riesgo implícito de estar meramente ante un bestseller o quizá, como afirman sus bienquerientes, frente a un "genio del thriller".