Usted está aquí: domingo 13 de mayo de 2007 Espectáculos Con sonido diáfano y un "no se dejen", irrumpe Zoé en Huatulco

En el Festival Música por la Tierra, momentos de discordancia entre grupos y público

Con sonido diáfano y un "no se dejen", irrumpe Zoé en Huatulco

Las baladas rítmicas y machaconas de Chetes, aclamadas por fanáticos en edad de la punzada

Con Fernando de la Mora, Ulises Ruiz entregó lavaderos ecológicos en un pueblo sin drenaje

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen León Larregui, vocalista de Zoé León Larregui, vocalista de Zoé Foto: Jesús Hiram Moreno

Huatulco, Oaxaca, 12 de mayo. Zoé rompió la monotonía y la espera de un rock que hiciera sentir el vértigo del ritmo, la armonía y acoplamiento con propuesta propia.

A las nueve de la noche del pasado viernes comenzó la parte sonora del XIII Festival Música por la Tierra y todo aparentaba un fracaso por el la escasa asistenica. El gentío aumentó conforme avanzó la noche y la fiesta se hizo, más por las ganas de los jóvenes que por la calidad de los grupos, aunque hubo excepciones.

Comenzaron Los Hijos de Sabina. Luego se apersonó Satin Dolls, con pretensiones oscuras y poperas, agrupación cuyo elemento más destacado es la vocalista, quien tiene muy buen ver de lejos y mejor cerca.

La playa de Tangolunda fue recibiendo a los muchachos y a algunas familias compuestas de papá, mamá e hijos. Las caguamas cuestan 35 pesos y las sirven en vasotes.

Todos se entronizaron con sus coronas. Frente al escenario, algunos jóvenes volaban, cual tocada skacera, pero esto nada tenía que ver con lo que se oía: era como una película con un sonido de otra.

Volován llegó y levantó el ánimo. En un templete, un treintañero con mucho alcohol en la sangre bailaba, brincaba y agitaba su playera. Fue el más prendido del concierto. Su mundo era de luz, de buena música.

Luego llegó Chetes, quien con sus baladas rítmicas y machaconas ha entrado en el gusto de los chavos de la edad de la punzada: "Toca la lira... ¡oh!; canta entonado... ¡ah!" Con un disco solista ya está en los cuernos de la luna.

Anunció que Aleks Syntek se echaría un palomazo. El compositor calvo dijo que no podía fallarle a Música por la Tierra y tampoco "al cachetón" (de ahí viene el sobrenombre de Chetes).

Al piano, Syntek daba la imagen de una especie de Elton John, acompañó a Chetes en Poco a poco y luego se fue; entonces este último se reventó otra de sus rolas, que fue coreada por sus fanáticos. Dejó el escenario y regresó Syntek, quien, solo, cantó unas nuevas y otra vieja.

Luego siguió Zoé. Su sonido fue diáfano. El vocalista León Larregui pedía que apagaran los reflectores. El calor era insoportable. "¿Por qué hay tanta luz?", preguntaba. Pidió a la concurrencia oaxaqueña que no se dejara y defendiera sus derechos, en alusión directa a la represión contra los miembros de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca). Los aplausos no se hicieron esperar.

Las palabras fueron breves, pero directas: "¡No se dejen! Oaxaca es uno de los estados más bonitos de la República Mexicana, de los más ricos en cultura y, a la vez, de los más pobres y más oprimidos. ¡Hay que exigir, carnales! ¡No se dejen!" El concierto llegó a un clímax y el festival cumplió sus fines. Entre cada grupo se escucharon cápsulas con mensajes ecológicos, "para crear conciencia".

A las 12 de la noche acabó la velada.

Lavaderos

A las cinco de la tarde del mismo viernes, en el poblado Copalita, compuesto de dos mil habitantes, la Fundación Música por la Tierra, dirigida por Agustín Pumarejo, en compañía del gobernador Ulises Ruiz, entregó lavaderos ecológicos con los que se evitarán descargas de detergentes y contaminantes en el río Copalita. La primera piedra de esa infraestructura se colocó en 2007. Ahora, la obra está terminada y el agua que se usa proviene de un pozo.

Alrededor, la escena era dramática: niños con chanclas caminando entre la tierra suelta y perros famélicos de colores extraños e indefinibles. La pobreza está presente en todas partes. La ropa de los pobladores es humilde y el clima, extremoso. Florencia Mendoza Castellanos, quien llegó a Copalita hace 30 años, dijo que la idea de los lavaderos es correcta, "para que tenga más limpieza el pueblo. Ya no habrá bolsas de detergente en el río, que nace en la Lluviaga.

"Pero aquí lo que hace falta es el drenaje, para que ya no estemos contaminados. Sin eso, ¿qué sentido tienen los lavaderos? También hace falta el trazo de las calles, la pavimentación".

Y hay otras comunidades a lo largo del río que también contaminan.Cuando llegó el gobernador Ulises Ruiz lo recibieron cuatro edecanes, quienes lo abrazaron para la foto. Fue una escena de populismo que a varios hizo recordar el más vil tercermundismo. Las paredes estaban recién pintadas y en los techos asomaban tejas nuevas. Había flores recién compradas, entre otras, bugambilias y helechos.

Ya están los lavaderos, pero no hay drenaje.

El tenor Fernando de la Mora atestiguó la inauguración de estos apoyos de limpieza. Algunas señoras del lugar se dirigieron a los lavaderos y, con bandeja en mano y el gobernador al lado, posaron para la foto. De la Mora expresó: "Una de las partes más bonitas de mi carrera es venir a ver esto", advirtió.

 
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