Usted está aquí: lunes 14 de mayo de 2007 Opinión Aprender a morir

Aprender a morir

Hernan González G.

Salud y moralismo

La maestra Lourdes Pérez Oseguera escribe: "Aunque en Puebla existen cuatro causales para interrumpir legalmente un embarazo, no se cumple la ley. La mujer que llega al Hospital de la Mujer (que pertenece a la Secretaría de Salud del Estado) solicitando este servicio, se le hacen los estudios y le dan largas. Hay dos situaciones: se cansa de esperar y se va o pasa el tiempo y se le dice que ya no es factible la intervención (sobre todo en casos de malformación y embarazos por violación)".

"Comparto el testimonio -añade Lourdes- de una madre de familia de clase media baja: 'Hace algunos años, cuando tenía 28, dos criaturitas de uno y tres años de edad y un estado físico deplorable, desgastada por un largo periodo de amamantamiento y por el cuidado y atención que requerían mis dos pequeñas, quedé embarazada. El método que usábamos -diafragma- nos falló. Leí todo acerca de la intervención: tipos, técnicas, consecuencias, etcétera. En ese momento lo que menos deseaba era traer otra criatura al mundo, pues en las condiciones físicas y sicológicas de desgaste en las que me encontraba hubiera sido suicida. Mi decisión, de la cual jamás me he arrepentido y que me llevó varias semanas madurarla y que tomé con plena conciencia, con el alma y el corazón en las manos, fue la interrupción del embarazo'. 'Llegué a esa decisión por humanidad, por salud mental, por mi bienestar emocional y el de mi familia, porque creí y sigo creyendo que sólo me competía a mí tomar esa decisión. Siempre tuve el apoyo y comprensión de mi compañero y afortunadamente me atendió un médico, amigo de mi familia, en condiciones austeras pero muy higiénicas y profesionales. La decisión sólo competía a mi persona entera: cuerpo, sique y alma. La interrupción de ese embarazo no deseado me devolvió la tranquilidad y las ganas de seguirme dando a las dos pequeñitas que ya tenía'.

"La práctica del aborto en México -abunda Pérez Oseguera- es un grave problema de salud y también social. Muchas mujeres pobres dejan a hijos pequeños en la orfandad o quedan con secuelas de por vida a causa de una mala práctica. La mayoría de esas mujeres que interrumpe un embarazo no tuvo otra opción, ni recursos para pagar un servicio aséptico y digno... Quienes se oponen a la despenalización del aborto no han modificado, en décadas, su discurso anacrónico, desgastado e ignorante respecto a la interrupción del embarazo.

"Vivimos en un estado laico, donde la Iglesia católica ni ninguna otra deben tener injerencia en materia de políticas públicas de Estado. Es una cuestión de conciencia y también de salud pública y sobre todo sólo compete a las mujeres decidir y al Estado apoyar. Pues un Estado que no garantiza salud, educación y medios de vida dignos para todos sus ciudadanos, lo menos que debe hacer es apoyar y respetar las decisiones que competen a la persona de sus ciudadanas. Legislar por la despenalización del aborto es pagar una vieja deuda de normalización y de reconocimiento a los derechos de las mujeres."

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