Usted está aquí: sábado 19 de mayo de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Ganan los mismos de siempre

Hombres de negocios siempre viven mejor

Contrasta esplendor de la bolsa con el raquítico crecimiento económico

Conocido el maravilloso resultado trimestral de la poderosa economía nacional, y ya con los nocivos efectos de la desaceleración estadunidense sobre sus cabezas, los felices mexicanos pueden estar tranquilos: tienen boleto directo al nirvana prometido en campaña, o lo que es lo mismo van que vuelan a eso que Felipe Calderón llama "para que vivamos mejor".

Pero hay de "éxitos" a éxitos, y mientras la mexicanada debe conformarse con un raquítico 2.6 por ciento de "crecimiento" en el primer trimestre de 2007 (que se suma a "incrementos" similares acumulados a lo largo de los últimos 25 años) y muchos discursos presidenciales sobre "la fortaleza de nuestra economía" y la "solidez de nuestras variables", la selecta casta especulativa se frota las manos con su 19 por ciento de incremento en utilidades promedio en cuatro meses y medio, medidas éstas con el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores, indicador, dicho sea de paso, acaparado (más de 40 por ciento del total) por las empresas propiedad del ahora segundo multimillonario mundial y, en segundo plano, por otros cuantos barones, entre los que se cuenta el de los "abonos chiquitos".

Suficientes motivos tiene la casta especulativa para mantener la fiesta sin invitar a la pelusa y a su 2.6 por ciento. Apenas el jueves pasado celebraba su vigésima cuarta marca histórica en el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores (sólo en lo que va de 2007), cuando ayer se aprestaba a festejar la vigésimo quinta, que se acumulan a los 61 récord registrados en 2006 y a otros más de años anteriores, éxito redondo que se traduce en 500 por ciento de aumento en las ganancias durante seis años ("cambio") y un trimestre (con "continuidad"). Todo, en un país con un promedio anual de "crecimiento" económico ligeramente superior a 2 por ciento, no muy distante de logros similares reportados por economías tan sólidas y pujantes como la haitiana.

Allá por diciembre de 2000, cuando el de la lengua larga y las ideas cortas se sentó en Los Pinos, el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores reportaba un nivel cercano a los 6 mil 300 puntos; ayer, rondaba los 31 mil puntos 492 por ciento de incremento en el periodo, contra 2.3 por ciento de "crecimiento" promedio anual de nuestra H. economía, "más fuerte que nunca".

Durante el "cambio" prácticamente nada creció, salvo los discursos, la concentración del ingreso, las utilidades de la banca extranjera que se apoderó del sistema financiero que opera en el país, el desempleo, la expulsión de mano de obra y, desde luego, las ganancias bursátiles para la casta especulativa. Con la "renovación" en Los Pinos y "para que vivan mejor", la "continuidad" a esa casta le ha procurado unos cuantos centavos más: nada mal está 19 por ciento adicional a lo acumulado en el sexenio anterior en tan sólo cuatro meses y medio. Y lo que falta.

Todo está concentrado en este país, pero hay de concentraciones a concentraciones. El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores se compone de las empresas "más bursátiles", es decir, las que mayor presencia y operación cotidiana tienen en el mercado autóctono. No es para sorprender a nadie, pero alrededor de 43 por ciento del pastel se lo lleva (¡Sorpresa!) Carlos Slim (América Móvil, Telmex, Grupo Carso, Grupo Inbursa, IDEAL, etcétera); Lorenzo Zambrano (Cemex), Emilio Azcárraga Jean y sus fabricantes de sueños (Televisa), el amigo de los mineros Germán Larrea (Grupo México), Eugenio Garza Lagüera (FEMSA), la siempre pía familia Servitje (Bimbo), Ricardo Salinas Pliego (Tv Azteca, Electra), Alberto Bailleres (Peñoles, Palacio de Hierro), los herederos del diplomático Grupo Modelo, y, en fin, los mismos de siempre.

Lo sorprendente de todo lo anterior no es el grupo de "hombres de negocios" ni el pastel que se comen ni las fortunas que acumulan, pues ellos de siempre "viven mejor". Lo que sí resulta llamativo es, en una tradición de estancamiento y tantas otras muestras de que la economía mexicana "está mejor que nunca", el esplendor del oasis bursátil mexicano, en el que abreva menos del 0.3 por ciento de la población económicamente activa y el 0.13 por ciento de la población total.

Como hemos comentado en este espacio, el mercado bursátil mexicano es parte fundamental del "mágico" modelo económico concentrador. El número de empresas registradas en la BMV es por demás reducido, y el de "inversionistas", como les llaman, en extremo reducido. En cambio, las utilidades promedio -libres de impuestos, desde luego- crecen como la espuma y van por más.

Entonces, la "continuidad" debe reconsiderar su fallida estrategia "para que vivamos mejor", porque como van las cosas deberán transcurrir unos cuantos siglos para equilibrar la balanza. Así, podría, de una buena vez por todas, erradicar los ineficientes (aunque electoralmente muy productivos) programas sociales, ahorrarse los discursos de "solidez económica" e incorporar a los millones de mexicanos depauperados, y clase media que los acompañan, al mercado bursátil autóctono y en un santiamén erradicar la pobreza nacional.

Las rebanadas del pastel

En tiempos de campaña electoral él lo hacía todo, lo prometía todo, lo resolvía todo, con todo podía, pues. El solito, según su propio dicho, porque "soy muy entrón". Ya impuesto en Los Pinos, se lava las manos y deriva, porque, dice, la bronca es de la sociedad, "no es tarea sólo del Presidente". Es el nuevo "y yo por qué". Habrá que legislar para que los compromisos de campaña se cumplan, y si no que ni se acerquen al caldero. Con Fox fue más que suficiente.

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