Usted está aquí: domingo 20 de mayo de 2007 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

¿Guerra de EU contra Irán o China?

Ampliar la imagen Dick Cheney, ante tropas estadunidenses asentadas en Irak, el 10 de mayo pasado Dick Cheney, ante tropas estadunidenses asentadas en Irak, el 10 de mayo pasado Foto: Ap

Va a resultar un verdadero milagro en los anales de la historia universal que en forma gradual la nueva coalición emergente en Estados Unidos -el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Congreso, y hasta la otrora "aliada especial" Gran Bretaña al otro lado del Atlántico- obstaculice, en el mejor de los casos, o posponga por un año, en el peor, la decisión unilateral del vicepresidente Dick Cheney de ejecutar su muy prometido y programado bombardeo nuclear contra Irán.

La gira de Dick Cheney de seis días a cinco países en la región medio-oriental consiguió el efecto contrario a sus bravatas unilaterales de bombardear a Irán, lanzadas desde el portaviones nuclear Stennis en el golfo Pérsico: acercó más al país persa con Arabia Saudita y Egipto.

Fuentes árabes aseveran que detrás de la visita de Cheney se encontraba la amenaza de un bombardeo israelí a Irán. El gobierno de Ehud Olmert, en serios problemas de gobernabilidad, anhela que Estados Unidos cumpla el favor de bombardear a Irán, mientras Cheney, puesto en jaque por el Congreso, implora que sea Israel el encargado del ataque.

Ahora Irán, que ya inició negociaciones públicas con la teocracia torturadora bushiana, se da hasta el lujo de proponer el guión para una salida decorosa de Washington, empantanado en Irak, así como para un arreglo del reparto de poder con los sunitas árabes en la antigua Mesopotania.

Lo cierto es que Estados Unidos no cancela el bombardeo contra Irán, que le sirve de espada de Damocles en sus negociaciones sobre Irak con el país persa, sino que lo pospone por un año, teoría a la que se adhiere Simon Tisdall (The Guardian, 16-05-07), experimentado editor asistente de asuntos internacionales del rotativo británico, cercano al saliente premier Tony Blair.

La coartada ya la reveló el mismo Cheney a Fox News (10-05-07): el estallido demencial de un artefacto nuclear (¡súper-sic!) en una ciudad estadunidense por una "célula durmiente" de Al Qaeda, que será obviamente endosado a los "agentes terroristas de Irán" o a su aliado el "Hezbollah de Paraguay".

En este contexto habría que situar la desescalada del bombardeo nuclear de Estados Unidos contra Irán, que llegó a su paroxismo en marzo y abril pasados, y las desgarradoras confesiones de los estrategas estadunidenses a los dos extremos de su espectro político.

Richard Perle, anterior presidente del consejo de administración del Pentágono con Rumsfeld e íntimo del unilateralista neoconservador straussiano Paul Dundes Wolfowitz, arroja torrentes de amargura por sus heridas y durante una reunión del ultraderechista Hudson Institute en Nueva York (The Sun, 15-05-07) arremetió contra Baby Bush, a quien calificó de "fracaso" y a quien su gabinete no le hace caso, con excepción de Cheney y Condi Rice, lo que ha resultado en el "apaciguamiento de los enemigos de Estados Unidos".

A juicio del atrabiliario Perle, con varios escándalos de corrupción a cuestas, "se ha visto un cambio de política respecto de Irán" que ahora "controla fuertemente el Departamento de Estado". ¿Pues no que Condi Rice seguía siendo indefectiblemente fiel a Baby Bush?

Es Thomas Donnelly, experto en política de Defensa del ultrabélico American Enterprise Institute (que maneja Liz, la esposa de Cheney), quien en la misma reunión del Hudson Institute explica la profundidad del pensamiento de Perle: la burocracia del Departamento de Estado y el "establishment en Washington (léase: el Congreso) han frustrado el pensamiento radical (¡súper-sic!) del presidente" , lo cual "ha dañado su política en Irak".

En medio de los actos de nudismo político tan de moda en Estados Unidos, nada menos que el coronel Larry Wilkerson, jefe de gabinete del anterior secretario de Estado, general Colin Powell, acusó a la dupla Cheney-Rumsfeld, respectivamente vicepresidente y anterior secretario del Pentágono obligado a renunciar, de haber deseado provocar una crisis con China en la primera fase de la administración Bush.

El coronel Wilkerson lanzó su grave acusación el pasado 8 de mayo durante un foro en la Universidad del Distrito de Columbia (UDC), sobre la célebre falsificación del "pastel amarillo de Níger": el montaje de la venta de uranio por Níger al régimen de Saddam Hussein para fabricar sus inexistentes "armas de destrucción masiva" que, de paso, reveló en forma indiscreta la identidad de Valery Plame como agente de la CIA.

La dupla Cheney-Rumsfeld deseaba provocar a China mediante una ostentosa visita a Taiwán de altos funcionarios del Pentágono al presidente Chen Shui-bian con el fin de empujarlo a declarar su "independencia", reveló Wilkerson.

El núcleo duro del Pentágono (Douglas Feith, Stephen Cambone, Paul Dundes Wolfowitz y Donald Rumsfeld) enviaba un emisario cada semana (¡súper-sic!) a Taiwán para alentar al movimiento "independentista", por lo que lo que la Secretaría de Estado a cargo de Powell se veía orillada a desengañar frecuentemente al gobierno taiwanés, de fácil gatillo, agregó la estrujante confesión del coronel despechado y despachado por Cheney.

Se devela así lo que siempre se supo en los altos circuitos estratégicos mundiales: la verdadera intención y el genuino objetivo de los unilateralistas neoconservadores straussianos detrás de las guerras contra Irak e Irán se centraba en emprender una guerra contra China (en ese momento), a lo que ahora se agrega a Rusia.

Con la coartada del montaje hollywoodense de los atentados "terroristas" del 11 de septiembre, la dupla Cheney-Rumsfeld y sus aliados neoconservadores straussianos emprendieron a finales de 2001 la invasión a Afganistán, que cuenta con una frontera de 76 kilómetros con China. Las subsecuentes guerras estadunidenses contra Irak (ejecutada) e Irán (programada) tenían como objetivo capturar los pletóricos yacimientos de petróleo y gas de ambos para impedir su acceso a China, tan dependiente del "oro negro".

En realidad, el eje Cheney-Rumsfeld-Wolfowitz nunca engañó sobre sus verdaderas intenciones y la única verdad que expresaron en el contexto de su diluvio de flagrantes mendacidades puede ser excavado en sus documentos primigenios que subsume la Guía de política de planeación, redactada en 1992 por el unilateralista neoconservador straussiano Paul Dundes Wolfowitz, hoy en el ostracismo y entonces subsecretario del Pentágono bajo el mando de Dick Cheney, en la que resalta como objetivo primordial "contener a China" y aniquilar a los enemigos potenciales de Estados Unidos que se le atraviesen en el camino.

El "documento Wolfowitz" de 1992 se trasmutó en la "doctrina Bush" 10 años más tarde, que es enriquecida en su trayecto cronológico con los documentos adicionales del Proyecto por un nuevo siglo estadunidense y por clean break (que se pudiera traducir como "borrón y cuenta nueva") de Bibi Netanyahu, ahora líder del partido fundamentalista Likud.

Debido a la catástrofe militar de Estados Unidos en Irak, la estrategia del "documento Wolfowitz" ha sido hecha añicos: China se encuentra 15 años más tarde mucho más poderosa y Rusia resucitó entre los muertos, epílogo que no se le hubiera ocurrido al genial Dostoievski, gracias a la elevación sustancial del precio del petróleo.

 
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