Usted está aquí: domingo 20 de mayo de 2007 Opinión El Foro Social Mundial, en la encrucijada

Walden Bello *

El Foro Social Mundial, en la encrucijada

Ampliar la imagen Altermundistas en la reunión de Porto Alegre, Brasil Altermundistas en la reunión de Porto Alegre, Brasil Foto: Imagen tomada de Internet

Con la inauguración del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Brasil, en enero de 2001, se alcanzó una nueva etapa en la evolución del movimiento por la justicia global.

El FSM fue el proyecto original de movimientos sociales con cierta asociación con el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil. El movimiento ATTAC en Francia dio fuerte apoyo a la idea en las primeras etapas; algunas de sus personalidades clave estaban conectadas con el periódico Le Monde Diplomatique.

En Asia la proposición brasileña, lanzada en junio de 2000, recibió un rápido y entusiasta apoyo, entre otros, del instituto de investigación y apoyo de Focus on the Global South (Foco en el Sur del Globo), con sede en Bangkok.

La intención era que Porto Alegre fuera contrapunto para Davos, acto anual en ese centro turístico en los Alpes suizos, donde las más poderosas personalidades empresariales y políticas se congregan para identificar y evaluar las tendencias más recientes en los asuntos globales. Por cierto, el punto de mayor interés del primer FSM fue un debate transcontinental entre George Soros y otras personalidades de Davos, con representantes de movimientos sociales reunidos en Porto Alegre.

Se contrastó el mundo de Davos con el de Porto Alegre: el mundo de los ricos del globo con el del resto de la humanidad. Fue este contraste el que originó el lema tan resonante de "Otro mundo es posible".

Existía otra dimensión simbólica importante: mientras Seattle fue el lugar de la primera gran victoria del movimiento trasnacional contra la globalización corporativa -el colapso en medio de masivas protestas callejeras de la tercera reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio-, Porto Alegre representó la transferencia, al sur, del centro de gravedad de ese movimiento. Proclamado "espacio abierto", el FSM se convirtió en imán para redes globales concentradas en diferentes temas, desde la guerra contra la globalización, la regionalización, el racismo y la opresión de género, hasta la búsqueda de alternativas. Versiones regionales del FSM fueron el resultado, la más importante el Foro Social Europeo y el Foro Social Africano, y en numerosas ciudades de todo el mundo se realizaron e institucionalizaron foros locales.

Las funciones del FSM

Desde su establecimiento, el FSM tuvo tres funciones críticas contra la sociedad civil global:

Primero. Representa un espacio -tanto físico como temporal- para que este movimiento diverso se reúna, vincule y, simplemente, se vigorice y afirme.

Segundo. Es un retiro en el que el movimiento reúne sus energías y traza las direcciones de su continuo impulso para enfrentar y hacer retroceder los procesos, instituciones y estructuras del capitalismo global. Naomi Klein, autora de No logo, subrayó esa función cuando dijo a una audiencia en Porto Alegre, en enero de 2002, que la necesidad del momento era "menos sociedad civil y más desobediencia civil."

Tercero. El FSM ofrece un lugar y espacio para que el movimiento elabore, discuta y debata la visión, los valores y las instituciones de un orden del mundo alternativo, construido sobre una comunidad real de intereses. El FSM es, por cierto, un macrocosmo de tantos proyectos más pequeños pero igualmente importantes realizados en todo el mundo por millones que han dicho a los reformistas, a los cínicos y a los realistas que se echen a un lado porque, por cierto, otro mundo es posible y necesario.

Democracia directa en acción

El FSM y sus numerosos vástagos son importantes no sólo como sitios de fortalecimiento y debate, sino como democracia directa en acción. La agenda y las reuniones son planificadas con meticulosa atención al proceso democrático. Mediante una combinación de reuniones personales periódicas y de intensos contactos por correo electrónico, la red del FSM logró realizar actos y llegar a decisiones por consenso. A veces eso podía costar mucho tiempo y también causar frustraciones. Y cuando se era parte de un esfuerzo organizador que involucraba a cientos de organizaciones, como Focus on the Global South -lo fuimos durante la organización del FSM en Mumbai en 2004-, podía ciertamente ser muy frustrante.

Pero se trataba de democracia directa, y la democracia directa estaba en plena forma en el FSM. Se podría decir, entre paréntesis, que las experiencias de democracia directa en Seattle, Praga, Génova y las otras grandes movilizaciones de la década fueron institucionalizadas en el proceso del FSM o de Porto Alegre.

El principio central del enfoque organizativo del nuevo movimiento es que no vale la pena llegar al objetivo deseado si los métodos violan el proceso democrático, si sus propósitos son alcanzados a través de medios autoritarios. Tal vez el subcomandante Marcos de los zapatistas fue quien expresó mejor el sesgo organizativo: "el movimiento no tiene futuro si éste es militar. Si el EZLN se perpetúa como estructura armada militar va al fracaso. Al fracaso como opción de ideas, de posición frente al mundo. Y lo peor que le podría pasar, aparte de eso, sería que llegara al poder y se instalara como ejército revolucionario". El FSM comparte esa perspectiva.

Lo interesante es que apenas ha habido un intento de algún grupo o red de "apoderarse" del proceso del FSM. Hay bastantes grupos de "antiguos movimientos" que participan en el foro, incluyendo partidos "democráticos centralistas" a la antigua, así como partidos socialdemócratas tradicionales afiliados a la Internacional Socialista. Pero ninguno de ellos ha hecho muchos esfuerzos por orientar el FSM hacia formas de organización más centralizadas o jerárquicas. Al mismo tiempo, a pesar de su desconfianza hacia los partidos políticos, los "nuevos movimientos" nunca trataron de excluir a los partidos y a sus afiliados de un papel significativo en el foro. Por cierto, Mumbai 2004 fue organizado conjuntamente por una improbable coalición de movimientos sociales y de partidos marxista-leninistas, un conjunto de actores que no son conocidos por sus armoniosas relaciones en el frente interior.

Tal vez una razón apremiante para el modus vivendi de los antiguos y nuevos movimientos fue la comprensión de que se necesitaban mutuamente en la lucha contra el capitalismo global y que la fuerza del novato movimiento global residía en una estrategia de redes descentralizadas que se basaba no sólo en la creencia doctrinaria de que una clase estaba destinada a dirigir la lucha, sino en la realidad de la marginalización común de prácticamente todas las clases, estratos y grupos bajo el reino del capital global.

Lo que constituye un espacio abierto

El FSM no ha estado exento, sin embargo, de críticas, inclusive desde sus filas. Parecería que una crítica en particular tiene mérito. Es la acusación de que el foro como institución no está anclado en luchas políticas globales reales, y que eso lo convierte en festival anual con impacto social limitado.

Esto contiene, a mi juicio, una verdad que no deja de tener importancia. Muchos de los fundadores del FSM han interpretado el concepto de "espacio libre" como modo liberal, es decir, que el foro no endose explícitamente ninguna posición política ni lucha en particular, aunque sus grupos constituyentes pueden hacerlo.

Otros han estado en desacuerdo diciendo que la idea de un "espacio abierto" puede ser interpretada como modo partidario, como la promoción explícita de algunos puntos de vista por sobre otros y como toma de posición abierta en luchas globales cruciales. Desde este punto de vista, el FSM enfrenta la ilusión de que puede quedarse fuera del tumulto y que eso conducirá a que se convierta en especie de foro neutral, en el que la discusión estará cada vez más aislada de la acción. La energía de las redes de la sociedad civil deriva de que estén involucradas en luchas políticas, dicen proponentes de esa perspectiva. El motivo por el que el FSM resultó ser tan excitante en sus primeros años fue por su impacto afectivo: suministraba una oportunidad para recrear y reafirmar la solidaridad contra la injusticia, la guerra y por un mundo que no estuviera sometido al control del imperio y del capital. Se dice que el que el foro no haya adoptado una posición sobre la guerra contra Irak, el problema palestino y la Organización Mundial de Comercio lo hace menos relevante y menos inspirador para muchas de las redes que había reunido.

Caracas contra Nairobi

Por eso el sexto FSM realizado en Caracas, en enero de 2006, fue tan vigorizante y tónico. Colocó a unos 50 mil delegados en el ojo de la tormenta, en una lucha presente contra el imperio, donde se mezclaron con venezolanos militantes, sobre todo pobres, involucrados en un proceso de transformación social, mientras observaban a otros venezolanos, sobre todo de la elite y la clase media, que participaban en una amarga oposición. Caracas fue una estimulante confrontación con la realidad.

Es también el motivo por el cual el séptimo FSM realizado en Nairobi fue tan decepcionante. Su política fue diluida y los intereses del gran capital vinculados a la elite gobernante de Kenia fueron descarados en su comercialización. Inclusive Petrobras, la corporación petrolera estatal brasileña, una de las principales explotadoras de los recursos naturales de Latinoamérica, se dedicó a pregonar que era amiga del foro. Hubo un fuerte sentido en Nairobi de que se retrocedía en lugar de avanzar.

El FSM está en una encrucijada. Hugo Chávez capturó la esencia de la coyuntura cuando advirtió a los delegados en enero de 2006 sobre el peligro de que el foro se convirtiera simplemente en foro de ideas, sin agenda para la acción. Dijo a los participantes que no les quedaba otra alternativa que encarar la cuestión del poder: "debemos tener una estrategia de 'contrapoder'. Nosotros, los movimientos sociales y los movimientos políticos, debemos ser capaces de ocupar espacios de poder a nivel local, nacional y regional".

El desarrollo de una estrategia de contrapoder o de contrahegemonía no tiene que significar que se vuelva a caer en viejos modos jerárquicos y centralizados de organización, característicos de la antigua izquierda. Una estrategia semejante puede ser fomentada mejor mediante la formación de redes de múltiples niveles y horizontal, en la que los movimientos y organizaciones representadas en el FSM se han distinguido en el fomento de sus luchas en particular. La articulación de sus batallas en la acción significará que se forjará una estrategia común mientras se ganan fuerzas de la diversidad y del respeto por esta última.

Después de la decepción que significó Nairobi, muchos antiguos participantes en el foro se preguntan: ¿Es el FSM el vehículo más adecuado para la nueva etapa en la lucha del movimiento por la justicia global y la paz? O habiendo cumplido su función histórica de sumar y vincular los diversos movimientos de oposición provocados por el capitalismo global, ¿será hora de que el foro levante su campamento y deje sitio para nuevos modos de organización global de la resistencia y la transformación?

* Walden Bello es director ejecutivo de Focus on the Global South y profesor de sociología de la Universidad de Filipinas

 
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