Usted está aquí: lunes 21 de mayo de 2007 Espectáculos 60 Festival de Cannes Celebraciones y nostalgias en un día de pausa

Leonardo García Tsao

60 Festival de Cannes Celebraciones y nostalgias en un día de pausa

Ampliar la imagen Alejandro González Iñárritu flanqueado por los hermanos Cohen, Joel y Ethan, durante la presentación de Chacun son cinéma Alejandro González Iñárritu flanqueado por los hermanos Cohen, Joel y Ethan, durante la presentación de Chacun son cinéma Foto: Ap

Cannes, 20 de mayo. Para este domingo da la impresión de que los organizadores quisieron brindar un día de descanso en la sección competitiva, pues la única concursante ha sido la modesta coproducción franco-israelí Tehilim (Salmos), del realizador Raphaël Nadjari. Centrada en una familia religiosa de clase media de Jerusalén, la película describe las consecuencias de la desaparición del padre tras un accidente automovilístico. Aunque el hecho nunca se esclarece, el verdadero misterio del asunto es por qué fue seleccionada para concurso, cuando sus nulos valores formales y escaso interés temático hubieran encontrado mejor acomodo en otra sección menos demandante.

La otra proyección oficial fue celebratoria, con ocasión del 60 aniversario del festival. Chacun son cinéma (Cada quien su cine) significó la reunión de 33 autores internacionales de renombre sobre un tema común, la emoción de estar ante una pantalla de cine, en compactas narraciones de tres minutos. Hay de todo, claro, desde lo ingenioso y emotivo a lo francamente pedestre; desde recuerdos infantiles a auto-homenajes narcisistas -el más desvergonzado, el del egipcio Yussef Chahine- pasando por meros chistes y una imagen recurrente, la de una mujer que llora en una sala cinematográfica.

Sin duda, los autores chinos -Hou Hsiao-Hsien, Wong Kar-Wai, Zhang Yimou- fueron quienes mejor expresaron el lado emocional y nostálgico de su cinefilia. Lo curioso es que el castellano no se escucha en toda la película. No hay realizadores españoles en la colección y los dos hispanoamericanos -el mexicano Alejandro González Iñárritu y el chileno Raúl (perdón, Raoul) Ruiz- filmaron en inglés y francés, respectivamente. Lo que se acaba confirmando en este tipo de ejercicios (como la anterior Lumiére y compañía) es la teoría del autor, pues la personalidad de cada realizador se manifiesta en la mayoría de los casos, aun cuando sea de forma negativa. (No hay nadie más cursi que Claude Lelouch, por ejemplo.)

Aprovechando la pausa dominical, vale la pena comentar sobre dos títulos fuertes de la competencia, ambos exhibidos el jueves. Zodiaco es la mejor realización a la fecha de David Fincher, un director de quien no se esperaba gran cosa tras ejercicios sensacionalistas como Seven (1995) y El club de la pelea (1999). Con una recreación fidedigna de los 60, principios de los 70, la película narra minuciosamente la investigación policiaca y periodística hecha en torno a los asesinatos cometidos, en la zona de San Francisco, por un individuo cuya identidad nunca fue comprobada. Fincher aplica una sobriedad inusitada para describir cómo, a pesar de la logística y la ciencia criminológicas, la verdad puede ser una entidad totalmente elusiva. El acierto dramático es centrarse, en la segunda mitad, sobre la figura de un caricaturista (Jake Gyllenhaal), cuyo interés por esclarecer los asesinatos se vuelve una obsesión enajenante. El cineasta mantiene distancia frente al relato, pero a través de ese personaje expresa la creciente frustración de un misterio nunca esclarecido. No son muchas las películas hollywoodenses que se atreven a ser ambiguas.

Aún más severa fue la concursante rumana 4 luni, 3 saptamini si 2 zile (Cuatro meses, tres semanas y dos días), tercer largometraje de Cristian Mungiu, que comprueba la revelación que en los pasados tres años ha sido en Cannes el cine de ese país de la Europa oriental. La cinta se sitúa en 1987 para abordar el dilema de dos estudiantes de un politécnico: una ha quedado embarazada y su amiga se esfuerza en ayudarla a abortar de manera clandestina. Eso implica, entre otros problemas, enfrentarse al tipo de abortista criminal al que se expone una mujer cuando el aborto está penado por la ley. (El título se refiere a la edad del feto, aunque el dato nunca se alude en los diálogos.)

Con el mismo estilo directo de La muerte del señor Lazarescu, de Cristi Puiu, Mungiu no hace ninguna concesión formal: las secuencias casi siempre se resuelven en un solo plano fijo o con cámara en mano. El resultado es de un dramatismo tan parco como contundente. Eso sí, la oficina de turismo de Rumania no debe estar muy complacida con el agudo sentido crítico ofrecido por el nuevo cine. Queda claro que se trata de una de las sociedades más deprimentes del mundo.

Junto con No Country For Old Men, de los hermanos Coen, estas han sido las tres películas que mejor calificación han recibido de la prensa internacional hasta ahora. Por otro lado, hoy se llevará a cabo la función especial dedicada a Malos hábitos, de Simón Bross, mientras que Párpados azules, de Ernesto Contreras, empieza a exhibirse mañana dentro de la Semana de la Crítica. Y Stellet licht (Luz silenciosa), de Carlos Reygadas, concursará el martes. Vaya, el uno-dos-tres del cine mexicano, justo a la mitad del festival.

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