Usted está aquí: jueves 24 de mayo de 2007 Opinión Semana de dramaturgia contemporánea

Olga Harmony

Semana de dramaturgia contemporánea

Estamos de plácemes por algunos sucesos editoriales que se refieren al teatro. A los quince años cumplidos por El Milagro se suman la Editorial Godot, dedicada a teatro para adolescentes y jóvenes y los nuevos librillos que Paso de Gato dedica tanto al ensayo como a los textos dramáticos en diferentes vertientes. Hay lectores y existe una efervescencia que se demuestra en la 6ª Semana Internacional de la Dramaturgia Contemporánea que impulsan Luis Mario Moncada y Boris Schoemann en diferentes espacios, sobre todo La Gruta y La Capilla, esta última sede de la compañía Los endebles. Y a propósito de La Gruta, quiero hacer un paréntesis, porque el gremio está a la espera de que haya un nuevo decreto presidencial que derogue el que emitió José López Portillo cediendo de manera temporal los espacios del Helénico al Instituto del mismo nombre y que hace peligrar los teatros que en él se encuentran. Cierro el paréntesis y vuelvo a lo que pude ver de esta sexta versión, ahora dedicada a Chile, del excelente proyecto en que hubo talleres -el más importante dirigido por el dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra-, lecturas dramatizadas, presentaciones de libros y el acostumbrado concurso de dramaturgia exprés, así como algunas escenificaciones ya en cartelera, otra aún en proceso de montaje y dos de las cuales fueron invitadas especiales y a las que he de referirme.

El grupo Mexicali a secas, dirigido por Angel Norzagaray, trajo desde el norte de la República El cazador de gringos de Daniel Serrano, obra ganadora del Concurso del libro sonorense 2005. El autor, radicado desde hace muchos años en Tijuana en donde dirigió el desdichadamente desaparecido Centro de Artes Escénicas del Noroeste, es también actor y docente. De los textos que le conozco, éste -editado por el Instituto Sonorense de Cultura- es el que me parece más afortunado y trata de la condición de extranjería en ambos lados de la frontera, con ese enloquecido Heberto que intenta impedir que los estadunidenses crucen la frontera desde la azotea de su casa, armado de una vieja escopeta y con la complicidad del pordiosero Nico y la impaciencia de su esposa Clara. Logra cazar al agente de la patrulla fronteriza, de origen mexicano y primo de su mujer, Tony. El juego empieza de manera graciosa y va incrementando su violencia hasta el final, contrapunteado por esa pareja de viejos que se sumen en sus recuerdos, sentados en el porche de la casa. Norzagaray imprime muy buen ritmo a su montaje, en esa azotea llena de enseres desechados y convertida en trinchera y con los viejos colocados en otra área, pareja antañona que contrasta de manera feliz con la del alocado cazador y su mujer.

La otra escenificación especial correspondió a Ellas: todos los hombres de... Ensayo abierto del muy reconocido dramaturgo, ensayista y médico psiquiatra Marco Antonio de la Parra y de la actriz mexicana Teresina Bueno, que actúan bajo la dirección del teatrista chileno. El texto trata acerca de la apropiación del dolor de los pacientes por parte de una analista, que a su vez recurre, como debe de ser, al análisis para librarse de sus propios fantasmas y los de aquellos a quienes atiende. En este posible análisis convergen, en momentos que recuerdan el teatro narrativo tan vigente, todas las figuras paternas -el padre, el analista, el mismísimo Freud- de la mujer y el algún paciente en rápidas transiciones de un actante a otro, en el caso de los personajes masculinos y de diferentes escenarios en el caso femenino. La construcción dramática se aleja de lo establecido por los cánones al utilizar recursos de la dramaturgia contemporánea y, aunque se eligen muchos lugares comunes de la teoría psicoanalista, el texto resulta muy interesante, pero la escenificación, por desgracia, adolece de algunas deficiencias. Los vertiginosos cambios de personaje no se corresponden con la actuación del, por otra parte, distinguido chileno, que dice sin mayores cambios de registro actoral, sus respectivos parlamentos. Por otra parte, Teresina Bueno -que eligió un vestido que poco se presta para el personaje- asume extraños movimientos corporales que estarían muy bien en los momentos de casi delirio que la analista tiene, pero que no contrasta con la seriedad que debe tener en las fugaces escenas en que aparece como profesionista, lo que, aunado a su extraño vestuario, proyecta poco al personaje, con lo que se emborrona bastante la escenificación.

 
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