Usted está aquí: viernes 25 de mayo de 2007 Opinión Universalidad de Alfonso Reyes

José Cueli

Universalidad de Alfonso Reyes

Así cantaba Alfonso Reyes: ''Puente de los matuteros,/ en mi caballo alazán/ me escondo en el abanico/ para poderte besar./ Tienes en la cara dos ojos,/ y una cruz por señal,/ tú matón abre la grupa,/ cola de pavo real. Los mendigos de la feria nos quieren atajar;/ la guitarra echaba ensalmos,/ y maldecía el puñal./ Desembozó de repente,/ su linterna el sacristán, y... perdí las herraduras/ a fuerza de cabalgar./ Tronaban las castañuelas/ cascos al galopar,/ con la hoz de las espuelas,/ segué madroño al pasar./ Las chispas del eslabón,/ me pudieron delatar; cuando me siguen trabucos/ siempre me da por fumar./ La noche se hundió en claveles,/ y nació el azahar, de la mañana en la venta,/ donde fui a desensillar./ El sol con traje de luces,/ desde el fondo de Alcalá,/ nos pegó el trapo a los ojos,/ y nos empezó a matar".

Con apellido de gitano, y en griego lo mexicano, Reyes, identificado con lo flamenco, le arrancó cantares a la guitarra -creo-, poco conocidos, probable inicio de su búsqueda de las raíces de su ser nacional, en busca de lo universal, correspondientes a la línea, que en esa época (los años 40) seguía Antonio Machado, a diferencia de su hermano Manuel, quien buscaba lo típicamente andaluz.

Esta facilidad de Alfonso Reyes es la facilidad del poeta, que ha sabido extraer del impulso popular, sea andaluz o mexicano a sí mismo, de su propia y asolerada sensibilidad. La fuerza de Reyes es, simplemente, dejarse llegar lo inarticulable de sus propias fuentes, para articular con facilidad lo que para los otros es imposible. Dejarse manar lo que corre con generosidad por sus venas. Esta es su facilidad, rápido mimetismo con lo español, diferenciado en sí mismo, de lo mexicano-español, o lo griego, que es un decir de sí mismo, desprejuiciado de la crítica, para que su decir sea eso: búsqueda interior, desdoblamiento que va de la realidad externa a la síquica, y confunde aparentemente, por su gran oído de lo externo, que inclusive hace parecer poesía flamenca, la que no es.

Esa corriente de lo natural que rodeaba a Reyes y hacía corto circuito con su más acendrado yo, le permitió, como quien no quiere, crear una serie de poemas cuya trascendencia habría de medirse por la influencia que tuvo en el estudio del ser nacional. Por eso su poesía es hondura suave, juguetona, mansa, sentimental, que se disfruta en paz, sin desasosiegos ni agitaciones y se desliza, como no queriendo, en una lírica diferente de la flamenca típica, honda, desgarrada, musical, cosida a puñaladas, erótica, demoniaca, en busca del duende, y los aparecidos, la magia y los fantasmas y en última instancia de la muerte. Poesía dolorosa, contraria al canto cristalino de Reyes.

Alfonso Reyes fue raza en calma, su obra, ritmo suave y ligero, cobraba la perpetuidad de lo alígero, de lo florecido en cualquier momento; sin perder su temple agudo de macho, fino en el habla, exquisito en el sentir y recio en la articulación de la palabra sobrada de sentido del humor; calidad rutilante de lo viril, no entorpecida por lo exquisito, como bien lo retrata don Juan Rejano, con estos cantares que enchinan la piel:

''Me pongo a decir tu nombre,/ y en mi corazón suena,/ la voz antigua del hombre./ La voz que apaga los mares,/ y si dice Alfonso Reyes,/ lo dice por soleares./ ¡Mira si es cosa de sueño!/ El son en Andalucía,/ en la Nueva España el verbo/ Te doy de mi tierra mora,/ maestro, lo que ya es alma:/ nostalgia, silencio, aroma./ Qué Andalucía no canta/ al cante jondo le sobran/ la música y la palabra./ Te doy lo que quiere el viento,/ me pongo a decir tu nombre/ y se ilumina mi acento/ ¡Copla tuya y copla mía/ quien no la encuentra en la copla/ no busca, no, la poesía!/ Saber que es gracia/ ¡Y ese aire fino del valle, que en ti cobra transparencia!/ Apellido de gitano/ con la español en azteca/ y en griego lo mexicano... ¡Alfonso Reyes!.. Versos que hieren como puñales y clarifican la búsqueda interna de Alfonso Reyes, de una identidad en la palabra y el ritmo, que integran el ser de su mexicano, español y griego, en su ser universal. Búsqueda interminable en su obra y su vida, que le da su valor de inmortal".

 
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