Usted está aquí: lunes 28 de mayo de 2007 Sociedad y Justicia Un atestado Zócalo vibra al ritmo de las caderas de la colombiana Shakira

Más de 200 mil personas se dan cita en el centro de la capital para oírla cantar

Un atestado Zócalo vibra al ritmo de las caderas de la colombiana Shakira

Tumultos y agresiones ponen en riesgo el concierto y la vida de cientos de espectadores

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen La Plaza de la Constitución, que desde el sábado comenzó a llenarse con miles de seguidores de la cantante La Plaza de la Constitución, que desde el sábado comenzó a llenarse con miles de seguidores de la cantante Foto: Roberto García

Ampliar la imagen Tras un retraso de una hora, Shakira interpretó sus éxitos Tras un retraso de una hora, Shakira interpretó sus éxitos Foto: Marco Pelaez

La cantante Shakira, originaria de Barranquilla, Colombia, ofreció ayer un tumultuario concierto en el Zócalo capitalino ante 210 mil personas, según informaron los organizadores.

Cientos de seguidores llegaron desde un día antes e hicieron campamentos; miles arribaron con seis o siete horas de anticipación, pero decenas no soportaron la presión de esa masa y fueron cargadas, llevadas en vilo, a camastros improvisados. Jovencitas, sobre todo, llegaron desmayadas. Un hombre fue cargado con todo y su bicicleta, entre chiflidos y mentadas.

A las cuatro de la tarde se cerraron los accesos de las calles que desembocan en la plaza principal de la capital del país. A las 17 horas sólo se podía entrar por Madero. Una larga fila empujaba desesperada ante el temor de no poder ver a la considerada máxima estrella del pop y el rock en español.

Familias enteras llegaron a la cita; la mayoría fue un público joven y menudo.
Se había informado que la tocada comenzaría a las ocho o, a más tardar, a las ocho y media, pero la espera se alargó hasta las 21:20 horas.

A las 19:15, el tumulto expulsaba a los espectadores de las primeras filas. Era el drama. Niños eran alzados por sus padres para protegerlos de la presión que venía desde las calles aledañas. Los paramédicos no se daban abasto en el puesto de atención colocado a un lado del asta bandera. Personal de Protección Civil enviaba a familiares a conseguir "una Coca-Cola" para reanimar a los afectados. "Llevan muchas horas sin comer ni beber nada y por eso les pasó esto", se explicaba. Habían sido siete horas de estar parados, codo con codo.

El maestro de ceremonias no hallaba palabras para entretener al público. "Este espectáculo se lo agradecemos a Marcelo Ebrard", decía, y recibía chiflidos y mentadas. También algunos aplausos. Eran las siete y media y anunció que Shakira saldría a las ocho y media. Faltaba una hora. Miles de telescopios de cartón se elevaron sobre las cabezas. Eran los ojos de vidrio. Los de enfrente imploraban por agua. "Vale la pena la espera", decía una muchacha sofocada. "¿Cómo vamos a recibir a Shakira?", preguntaba el locutor. "Vamos, gente bonita". Agregaba que en la medida en que se portaran bien habrá más espectáculos.

De las bocinas se escuchaba una retahíla de nombres para que se acercaran al módulo de Locatel. Muchos eran menores de edad perdidos. El cielo estaba encapotado y algunos previsores llevaban capas de plástico y paraguas. El control de los accesos fue férreo y muchos periodistas no pasaron por falta de gafete. A los que empujaban, la gente exigía que los sacaran. Muchos fueron retirados.

La espera se hizo eterna. Que no se les da agua por motivos de seguridad, para proteger a Shakira. Al 20 para las ocho la situación ya era desesperada. Anuncios de bancos, para los que no tienen para pagar un concierto de Shakira en el Foro Sol. Más niños perdidos. A las 20:15, más presión, más sofocados, más atendidos donde se pudo, encima de cajas del equipo de sonido. Se amontonan los levantados en vilo, encima de las barreras. No por mucho madrugar se ve a Shakira, parecía la conclusión.

Cada minuto contaba y la cantante del ombligo al aire no salía. En la plancha del Zócalo se daba la lucha por el espacio. Se escuchaban gritos, muchos ayes. Un niño era atendido por una cortada en la mano derecha. De las bocinas salía música de The Who. 20:47: nada en el escenario.
¿Por qué no comienza el concierto? Música de Nirvana. Un slam sería ridículo. Muchos de los que llegaron temprano no vieron el concierto. Shakira seguía en su camerino.

Tres muchachas en el corral de prensa se burlaban de los desmayados. Fumaban y echaban el humo a una señora a la que se le tomó la presión. 21:04: cada minuto contaba. Por fin, a las 21:20 salió la curvilínea cantante.

Una parafernalia de luces inundó el escenario. Comenzó con Estoy aquí. Una brincadera cimbró el cemento. La colombiana movió las caderas que la han hecho famosa. Un coro la siguió. Top negro que dejaba ver el nacimiento de los senos. Pantalón negro ceñido. Ombligo al aire. La voz caprina (vibrato) se difundía por todos los puntos cardinales.

Siguió con Te dejo, Madrid. "Tenemos una historia de amor; estoy aquí para decirte: te quiero, México", dijo la colombiana. Ahora canta Antología, que le compuso a un viejo amor. Hizo como que sufría. Ella, que vive en una isla y riega las flores de su jardín, ha dicho. Inevitable, uno de sus máximos éxitos. Ojos así, para que contoneara su cuerpo. Si te vas, esa revancha de una mujer despechada que le advierte al que se va que no se da cuenta de que sólo le quitan sus centavos. Así, hasta las 22:45 horas, con su Ciega, sordomuda, un estado del ser que es defensa ante la ofensa. Salió en verso y sin esfuerzo.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.