Usted está aquí: viernes 1 de junio de 2007 Espectáculos Mezcal no habla de alcohol, el hilo conductor de la historia es el dolor

Esperar años para el estreno no me llena de resentimiento, dice el director Ignacio Ortiz

Mezcal no habla de alcohol, el hilo conductor de la historia es el dolor

Un año después de ganar seis premios Ariel, inicia su corrida comercial en la Cineteca Nacional

JORGE CABALLERO

Ampliar la imagen Fotograma de la cinta Mezcal en el que aparece el actor Ricardo Blume Fotograma de la cinta Mezcal en el que aparece el actor Ricardo Blume

Hace un año el filme Mezcal, dirigido por el cinerrealizador Ignacio Ortiz se alzó como el gran ganador en la entrega de los premios Ariel, junto con Las vueltas del Citrillo, de Felipe Cazals, al llevarse seis galardones en las categorías de mejor película, fotografía, sonido, música, edición y diseño de arte. El próximo martes la cinta por fin saldrá a luz, pues la Cineteca Nacional la programará durante 15 días y después tendrá su corrida comercial por 10 complejos cinematográficos de la ciudad.

En entrevista con La Jornada, Ignacio Ortiz (Teposcolula, Oaxaca, 1957), inició precisando: "No es una película de alcohólicos, sino del mezcal como consuelo, bebida a la cual se le han atribuido efectos alucinógenos, aunque los especialistas han desmentido tal cosa, pero yo tengo imágenes de mi infancia, de los días de tianguis donde veía tirada a la gente totalmente embriagada de mezcal, una sensación contradictoria entre compasión y repulsión.

"En la cinta se narra la historia de seis personas que coinciden una noche de tormenta en la cantina El Farolito, donde encuentran consuelo a sus sufrimientos en la compañía de los otros y en beber mezcal."

El también director de Cuento de hadas para dormir cocodrilos precisa que el guión de Mezcal está inspirado en el célebre libro Bajo el volcán, del escritor estadunidense Malcolm Lowry: "Cuando leí esa obra me impresionó muchísimo la descripción del infierno al que llegan los personajes, la muerte de la mujer por un caballo y la historia de amor que protagonizan. Se me quedó grabado en la memoria, esa lectura fue fundamental en mi formación, así como Pedro Páramo, las dos son obras imposibles de adaptar al cine porque son de una grandeza eterna; pero hay cosas y sensaciones, y a partir de ahí fueron aflorando las vivencias personales. Al realizar el guión tuve que rescatar el libro y releerlo, lo recuerdo como un momento de contradicción amorosa de la vida".

Ortiz precisa: "El hilo conductor de la historia está en el sufrimiento. En ella hay un personaje que no soporta la vida, pero no puede morir porque en sueños se le aparece su hermana y hasta que no encuentre la paz de ella no podrá perecer. Otra de las historias es la de un coro de ebrios que dan vueltas en la búsqueda de un caballo porque no pueden salir de ese lugar llamado Parián; un escritor, en referencia francamente lowryana, que vive un proceso de amor, pero no coincidente con su mujer, quien decide buscar el Parián y llega a El Farolito; la mujer que toma la responsabilidad amorosa para ir a buscar al marido y encuentra la muerte; un joven que ha matado cuando era adolescente y esa noche decide enfrentar a su perseguidor, y al ser sacrificado paga sus culpas y a la vez que el victimario muere de un paro cardiaco. El padecimiento del alma es el hilo conductor de esta cinta, donde todos los personajes se hacen conscientes de su manera de ser, quienes vistos de forma cristiana por primera vez son atendidos por Dios, entiéndase Dios como conciencia, al ser iluminados por éstadeciden actuar en consecuencia".

Lo que le llevó a realizar una película como Mezcal, explica el también dramaturgo: "Fue por el estado en ese momento de mi vida en el que me encontraba donde coincidieron esa serie de ideas y pensamientos que acabo de mencionar; por otro lado, la idea de tratar de darle unidad a estas historias tan diferentes en tiempo, espacio y objetivos, de confluir en un espacio físico en la cantina El Farolito, el descubrir el auténtico lugar llamado Parián de la novela de Lowry, una estación de tren que está entre México y Oaxaca... lo que me llevó a la necesidad de hacer una película".

Después de casi tres años de terminarla y dos de debutar en la Muestra Internacional de Cine 2005, la percepción que tiene Ortiz de Mezcal es: que "el tiempo es un gran elemento, porque te otorga distancia para juzgar las cosas; no la he vuelto a ver desde que la terminé, sólo la he revisado para estar seguro de que la copia esté bien. Cuando termino mis películas me queda una sensación de amor-odio, necesito darles tiempo, Cuento de hadas para dormir cocodrilos la volví a ver después de seis años, y creo que no está tan mal".

Para concluir, Ignacio Ortiz extiende su anterior respuesta: "Como dicen los escritores 'escribo para no estar solo'. Siento lo mismo, porque yo hago las películas para el espectador, para estar a su lado. Que pase tanto tiempo para su estreno no me llena de resentimiento porque sabía que tardaría en proyectarse; si hubiera tenido la expectativa de que se estrenaría rápido y con muchas copias, eso sí me hubiera frustrado".

 
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