Usted está aquí: domingo 3 de junio de 2007 Opinión ¿La Fiesta en Paz?

¿La Fiesta en Paz?

Leonardo Páez

Gurrola y los toros

SU ESPIRITU RENACENTISTA, su enorme cultura vivida y su teatralidad dentro y fuera de los escenarios hacían imposible que el estupendo creador Juan José Gurrola Iturriaga no se sintiera seducido por el fenómeno tauromáquico como expresión profundamente humana. Teatro, escenografía, cine, música, danza, actuación, literatura y pintura, así como el tema de los toros, fueron instrumentos que empleó para dar cauce a su voluntad y genio artísticos.

FALLECIDO EL VIERNES pasado a los 71 años de decirle sí a su dotada e inquieta existencia, Juan José se interesó en la fiesta de los toros, no a la manera de algunos intelectuales que la toleran como un mal necesario y desde luego a muy prudente distancia de los exquisitos que la condenan sin otro conocimiento de causa que su temperamento.

GURRIS, COMO LE decían sus amigos, hizo gala de un talento creativo con el que no sólo sabía dramatizar sino además podía matizar el misterio terrible y gozoso de la existencia, sin caer en falsos humanismos emergentes. Y al igual que Darío, Nervo, Ortega y Gasset, Lorca, Bergamín, Pellicer, Hemingway, Cocteau, Chumacero, Welles o Montherlant, por citar algunos, se ocupó con amorosa inteligencia de lo que hoy va quedando del rito taurino.

EN VARIAS OCASIONES Gurrola me decía: "Antes que el humanismo y la genuina conmiseración por los seres vivos, la ignorancia es uno de los peores enemigos de la fiesta. Me refiero sobre todo a la notable ignorancia de los propios taurinos, nuevos ricos del toreo que con el pretexto de promoverla no han logrado sino hacer gala de un narcisismo patético. Son estos individuos los que me han ahuyentado de la plaza".

"ESTA PERVERSION DEL espectáculo por parte de las empresas -añadía Gurrola verdaderamente indignado- es lo que ha escamoteado el sentido mágico del toreo, esencia de la relación hombre-toro porque, oye, yo no encuentro mayor trascendencia de la memoria universal que en una corrida, donde en un nanosegundo coinciden la vida y la muerte. Con todo, me acaban de dar el Premio Nacional de Artes por unanimidad, no obstante que yo no juego con las reglas establecidas; no soy Diego Rivera.

"SI EN EL país se ha agudizado la crisis, la fiesta de toros no puede quedar al margen sino acusar los efectos de esa crisis. Ante ésta, sólo nos queda tomar conciencia, en serio, de nuestra problemática y de nuestras posibilidades. Si no nos vamos a joder. Con este torpe manejo de la fiesta de toros México está perdiendo una de sus grandes vetas culturales y probados atractivos turísticos. El futbol es visto por millones; El Pana, no.

"TEATRO Y CORRIDA son inusitadamente parecidos porque en ambos el artista se la juega. En un segundo tiene que decidir que la mente y el corazón le funcionen para convencer al público o al toro, en un segundo se resuelve la incógnita pues torero y actor toman sobre sus hombros la responsabilidad de revelar la interrogante de la vida." Gracias, querido Juan José. ¡Los ángeles de la creación seguirán volando a tu lado!

(NO SE PIERDA mañana la entrevista con el presunto responsable de los males de la fiesta en el país.)

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