Usted está aquí: lunes 4 de junio de 2007 Estados ''En nombre de Dios'', evangélicos se apoderan de predios en Yucatán

Hacinados en zonas insalubres y carentes de servicios, creen hallar la tierra prometida

''En nombre de Dios'', evangélicos se apoderan de predios en Yucatán

Más de 150 asentamientos irregulares en Mérida

No se regalarán lotes, advierte el gobierno

LUIS A. BOFFIL GOMEZ

Ampliar la imagen Con pedazos de madera, plástico y otros materiales, diversos grupos de paracaidistas levantan chozas en terrenos desocupados de Mérida Con pedazos de madera, plástico y otros materiales, diversos grupos de paracaidistas levantan chozas en terrenos desocupados de Mérida Foto: Luis Boffil

Mérida, Yuc., 31 de mayo. Invaden tierras ''en nombre de Dios''. Son personas marginadas, sin techo, feligreses de sectas cristianas que buscan en Mérida terrenos ociosos, aparentemente sin dueño, para apoderarse de ellos. ''El Señor nos guía como a su rebaño, y nos dice dónde construiremos nuestras casas'', asegura uno de los paracaidistas.

Pese a la expansión de la capital yucateca en los diez años recientes, aún hay cientos de predios ociosos en diversos puntos de la ciudad.

Los paracaidistas de Dios, como también se les conoce, limpian los baldíos y levantan casuchas con piedras, palos, lodo, lonas y láminas de cartón.

Nada parece detener a estos feligreses que, pese a la miseria que los rodea, confían en que, después de tanto peregrinar, tendrán un sitio seguro para vivir. ''Dios así lo quiso'', es su respuesta frecuente.

En un recorrido, se observa a un grupo de precaristas construir sus chozas. ''A este sitio le pondremos de nombre Nueva Jerusalén, porque se parece a todo lo que hemos sufrido para conseguir un lugar donde podamos vivir en paz'', comentó Juan Abán, un albañil que nunca ha tenido casa propia.

Los terrenos son pedregosos; están llenos de maleza y de animales ponzoñosos. Carecen de agua potable, energía eléctrica y drenaje. Para defecar u orinar hay que ir al monte.

Las enfermedades son un riesgo permanente en estos sitios pestilentes, adonde con frecuencia son arrojados animales muertos.

Los invasores de Nueva Jerusalén

En el poniente de Mérida, los colonos de la congregación Hermanos de Cristo descubrieron un predio de aproximadamente cinco hectáreas y decidieron quedarse, a pesar de que autoridades, a través de la Comisión Ordenadora del Uso del Suelo en el Estado de Yucatán (Cousey), les advirtieron que el terreno tenía dueño.

No les importó. Rápidamente se organizaron y comenzaron a desmontar la tierra con las manos. Al menos 30 familias levantaron sus viviendas y se aprestaron a defender sus escasas pertenencias.

''El Señor dispuso que vivamos aquí y eso haremos, pero tampoco provocaremos violencia; en todo caso, queremos dialogar con las autoridades'', dijo María Cetz, madre soltera con tres hijos, quien se gana la vida con la venta de fritangas.

Hace dos días, agentes de la policía estatal llegaron a Nueva Jerusalén y pidieron ''amablemente'' a los colonos que evacuaran el sitio, que pertenece a la agrupación Alborada, encargada de prevenir y atender adicciones entre jóvenes.

''(Los policías) se parecen a los enemigos de Cristo. Quieren sacarnos de nuestras tierras, pero nos vamos a defender'', advirtió María Luisa Chan blandiendo un machete.

''Aquí vamos a levantar una capilla para que fortalezcamos a nuestra congregación religiosa (Hermanos de Cristo) y podamos, en un tiempo más, expandirnos'', afirmó Abán.

Interrogados sobre el origen de su religión, uno de los colonos responde: ''Hace unos años vinieron unos gringos; nos apoyaron con alimentos y algo de dinero y formamos el grupo. Estamos convencidos de que el Señor quiere que nos quedamos a vivir aquí''.

Soldados en el oriente

Algo similar ocurre en el oriente de Mérida con los Soldados Cristianos de Dios, cuyo botín son los terrenos baldíos. Sus condiciones de vida son iguales o peores a las de Nueva Jerusalén: beben agua de pozo y almacenan la de lluvia en recipientes sucios; los niños corren semidesnudos entre piedras, lodo y matorrales. En cada choza viven hasta cinco o seis personas.

''Por años buscamos tierras y Dios nos guió hasta aquí. Nadie se nos ha acercado para intentar desalojarnos y ya llevamos casi tres años sin más contratiempos que carecer de luz, agua potable, baños y caminos'', dijo Gregorio Tah, artesano considerado el ''patriarca'' de esta agrupación religiosa.

En otros sectores de la ciudad hay asentamientos de paracaidistas que dicen ser ''enviados de Dios'', y también proliferan agrupaciones presuntamente religiosas denominadas Hermandad en Dios, Unidos por Cristo y Batallón de la Fe, que tienen en común la invasión de terrenos.

Según estadísticas de la Cousey, encargada de legalizar terrenos en el estado, existen más de 150 asentamientos irregulares de personas que invadieron lotes baldíos para fincar propiedades, pero los datos no incluyen las preferencias religiosas.

''Hemos hablado con los invasores de terrenos. En ocasiones hemos tenido que utilizar la fuerza pública, porque las tierras tienen dueños o son propiedad de la Cousey, pero no podemos regalarlos'', apuntó Jorge Carlos Guzmán Alcocer, titular saliente del citado organismo.

Explicó que algunos invasores aseguran que Cristo los guió a los lotes para que se apropiaran de ellos. ''Platicamos con estas personas y les decimos que, en la medida de nuestras posibilidades, les otorgaremos terrenos legalizados; algunos hacen caso, otros no'', destacó Guzmán Alcocer.

Según estudios realizados por investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán, durante los 20 años recientes han proliferado en la entidad decenas de agrupaciones religiosas, algunas de las cuales orillan a sus fieles a realizar actividades que los ponen en riesgo. En este caso, la invasión de tierras parece ser el nuevo objetivo de estos ''siervos de Dios''.

 
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