Usted está aquí: viernes 8 de junio de 2007 Cultura En un mural, recorrido histórico mediante 25 imágenes para adentrarse en el cerebro

Guillermo Ceniceros habla de su obra en el Instituto de Neurología

En un mural, recorrido histórico mediante 25 imágenes para adentrarse en el cerebro

El artista explora cómo surge la necesidad de poseer un lenguaje estético

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen El muralista Guillermo Ceniceros, junto a su obra Breve historia de la neurología, emplazada en el auditorio del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirujía Manuel Velasco Suárez El muralista Guillermo Ceniceros, junto a su obra Breve historia de la neurología, emplazada en el auditorio del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirujía Manuel Velasco Suárez Foto: Cristina Rodríguez

El tema de la neurología siempre resultó apasionante para el muralista Guillermo Ceniceros (El Salto, Durango, 1939), dado su interés por saber cómo surge la necesidad de todo artista por expresarse, poseer un lenguaje, en este caso la pintura, elaborado a su vez desde el cerebro.

Realizar, entonces, un mural para el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez le pareció de lo más natural.

Terminado hace poco, Breve historia de la neurología, pintado al acrílico sobre tela, de 18 metros cuadrados, también permitió a Ceniceros apoyarse en lo científico para dejar volar su imaginación.

''Todo lo que hacemos es producto del cerebro", expresa el entrevistado.

''Elaboramos, aprendemos, nos equivocamos, enmendamos nuestros errores, y todo es vía el cerebro. Desde ese punto de vista era el tema adecuado para un pintor, y muralista con más razón, ya que estamos dentro de ese renglón de hacer murales didácticos, públicos, que lleguen a más cantidad de personas, sobre todo en lugares con vocación educativa, como este instituto. Aquí, vienen muchos estudiantes de medicina."

Juego de rostros

Ubicado en el área del auditorio del instituto, Breve historia de la neurología se desarrolla a partir de 25 imágenes, cuya lectura avanza al igual que las manecillas del reloj, que a su vez sirven de marco a tres secciones centrales. El recorrido histórico comienza con una referencia a la extracción de La piedra de la locura, del cuadro del mismo nombre de Jerónimo Bosch, El Bosco.

Después, el pintor ofrece su versión de las horadaciones realizadas en el cráneo en los pueblos antiguos, porque había diferentes sistemas. Por ejemplo, las culturas prehispánicas que habitaron Perú usaban tumis, o cuchillos de pedernal u obsidiana. Los egipcios, los mayas, los franceses, los chinos y los italianos también se preocuparon por ''penetrar en los misterios del cerebro".

El espíritu del Renacimiento se hace presente en la figura de Leonardo da Vinci, quien dibujó los adelantos del momento sobre el conocimiento del cerebro.

Se buscaban los ''tres compartimentos" señalados en un dibujo, donde supuestamente estaban la memoria, la intuición y el uso de razón, explica Ceniceros.

También desfilan personajes de la ciencia, como Paracelso, Sigmund Freud, Emil Krapelin, Harvey Williams Cushing, Santiago Ramón y Cajal y Jean-Martin Charlot.

Este viaje a través del tiempo termina con diferentes versiones sobre el acercamiento al cerebro.

Los protagonistas de la sección central del mural son los órganos de los sentidos: la vista, el olfato, el gusto, el oído y ''el misterio adentro del cerebro", representado mediante un paisaje. A un lado, Ceniceros realizó un juego de rostros, mientras que por el otro una mujer, que va a todo galope, ve a través de un ojo humano, en alusión a la intuición, la imaginación y la creatividad.

Un pequeño libro sobre el mural fue editado por la dirección de Enseñanza del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, cuyo texto es de Ricardo Colín Piana.

Colaborador de Siqueiros

Graduado en la Escuela de Artes de la Universidad de Nuevo León, Ceniceros colaboró con el equipo de David Alfaro Siqueiros en siete de sus pinturas murales. Antes había trabajado con Luis Covarrubias y Federico Cantú.

Sobre su interés inicial por el muralismo, Ceniceros lo atribuye a una gran curiosidad: ''Quería saber si mi expresión podía ser válida para los grandes espacios, porque éstos requieren de una expresividad muy diferente a los cuadros de caballete, que están siempre impregnados de una dosis de intimidad, mientras que lo otro es más árido, requiere otro tipo de manejo de espacios, de herramientas, de síntesis.

''Es relevante lo que hay que decir, pero también es casi tan importante o más lo que hay que callar.''

El 14 de junio, Ceniceros inaugurará una exposición de obra gráfica reciente, primero en la Escuela Nacional de Administración, de París, y luego en Estrasburgo.

 
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