Usted está aquí: domingo 10 de junio de 2007 Sociedad y Justicia El retraso en ciencia y tecnología supedita el país a intereses extranjeros: Pérez Tamayo

El conocimiento, base para el desarrollo; propicia tolerancia y respeto al entorno

El retraso en ciencia y tecnología supedita el país a intereses extranjeros: Pérez Tamayo

Ampliar la imagen Experimento reciente en la Universidad de Utrecht, en Holanda, para la producción directa de carne de cerdo en laboratorio Experimento reciente en la Universidad de Utrecht, en Holanda, para la producción directa de carne de cerdo en laboratorio Foto: Reuters

En un mundo que depende cada vez más del dominio de la ciencia y de la tecnología, el rezago del país en incorporarse al desarrollo de ambos sectores condena a la sociedad a decisiones e intereses de los que generan y explotan el conocimiento en el extranjero, así como a las religiones que no toleran la libertad de pensamiento, aseguró Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Al dictar la conferencia La ciencia en México: hoy y mañana, agregó que este atraso científico significa renunciar a la autonomía que permite el crecimiento personal y colectivo de las aspiraciones propias de una sociedad plural.

P´érez Tamayo dijo que el avance de esa actividad en la segunda mitad del siglo XX ocurrió a pesar y en contra de "malas influencias". Por ello, se puede postular que en la primera mitad de la presente centuria la situación seguirá siendo la misma, continuará creciendo como lo ha hecho hasta ahora, a pesar y en contra de las crisis económicas y el abandono del gobierno.

Expuso que la ciencia puede hacer contribuciones fundamentales al desarrollo del país, siempre y cuando tenga el tamaño y los recursos para generar los conocimientos.

No se le debe considerar, agregó, sólo desde su capacidad para encontrar soluciones a los graves problemas ambientales; "se trata, sobre todo, del efecto positivo que tiene en el ser humano el mejor saber científico de sí mismo, de la especie y del resto de la naturaleza, sobre los niveles de tolerancia y de respeto para todo lo que lo rodea", matizó.

Detalló que a fines del siglo pasado, la comunidad científica mexicana era de 6 mil 246 integrantes, miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), para una población de 99.8 millones de habitantes, es decir, menos de un científico (0.65) por cada 10 mil personas, mientras que en Chile había tres, en Cuba cuatro, en España 5.5, en Canadá 11, en Estados Unidos 35 y en Alemania 42.

En su análisis reveló que en México había cinco científicos por cada 10 mil integrantes de la población económicamente activa, mientras que en Turquía había siete, en Francia 59, en Suecia 68 y en Estados Unidos 74.

La pobre producción de doctores y, por lo tanto, de investigadores, era una manifestación más del subdesarrollo de la ciencia y la tecnología en el país, una profesión y actividad poco conocida, sin prestigio social, pésimamente remunerada, sujeta a vaivenes políticos y manejada por administradores que la desconocen.

En un escenario pesimista del futuro de la ciencia en México, dijo que, entre otras cosas, se verá el estancamiento de la economía nacional, que continuará sin modificación o con un descenso aún mayor de la inversión del Estado.

El discurso oficial, añadió, retomará los grandes problemas nacionales, al señalar que en tiempos de crisis debe atenderse lo urgente y después lo importante. Se dirá que la ciencia básica es fundamental, pero al mismo tiempo se reducirá el apoyo a la misma, consideró Pérez Tamayo.

El escenario optimista consistiría en que los legisladores aprueben la reforma fiscal. "El Estado por fin contaría con más recursos, aumentarían las exportaciones, mejoraría el gasto en educación", mencionó.

También se promovería el desarrollo de la ciencia y tecnología, se garantizaría el empleo y facilidades de trabajo a estudiantes que concluyen sus doctorados o posdoctorados. Se incrementaría la demanda de carreras científicas y de quienes se dedican a esa actividad.

 
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