Usted está aquí: jueves 14 de junio de 2007 Política El homenaje a Frida Kahlo devino acto de repudio a Felipe Calderón

Un fuerte cordón de seguridad rodeó Bellas Artes, ante protestas de manifestantes

El homenaje a Frida Kahlo devino acto de repudio a Felipe Calderón

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen La actriz Edith González es abucheada por simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador a su llegada al Palacio de Bellas Artes, adonde acudió a la inauguración de una exposición sobre Frida Kahlo La actriz Edith González es abucheada por simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador a su llegada al Palacio de Bellas Artes, adonde acudió a la inauguración de una exposición sobre Frida Kahlo Foto: Marco Peláez

El cordón de seguridad no dejó entrar ni a los reporteros. Grupos de inconformes, enardecidos, no dejaban ingresar a los asistentes y los insultaban, fuera quien fuera, incluida Rina Lazo, alumna de Frida Kahlo.

La Policía Federal Preventiva no permitió manifestarse a quienes repudiaban al presidente Felipe Calderón. Así que la neurosis de unas autoridades a salto de mata y el rencor social (no justificado, pero sí explicable) afloraron ayer durante una larga jornada de siete horas en las inmediaciones del Palacio de Bellas Artes.

Fue un recinto cercado por vallas metálicas, granaderos, elementos de la PFP y de Seguridad Pública del Distrito Federal; miembros del Estado Mayor Presidencial y agentes del Ministerio Público, con motivo de la inauguración de la exposición Frida Kahlo (1907-2007), a cargo del titular del Ejecutivo.

La jornada comenzó poco antes de las dos de la tarde, pero a partir de las 18 horas se convirtió en una protesta en la que grupos espontáneos rebasaron a los contingentes organizados de Resistencia Civil Legal y Pacífica.

Las mayores muestras de agresión se dieron por el lado poniente del recinto, junto a la Alameda Central, en una entrada al Palacio de Bellas Artes en la que los inconformes oscilaron entre las consignas políticas en contra del Presidente de la República y en favor de Andrés Manuel López Obrador, y los insultos a quienes ingresaban: "¡lambiscones!" "¡cucarachas!" y "¡lamehuevos del espurio!"

Pese a ello, por momentos, afloraban gritos y consignas más elaborados: "la cultura de la derecha está representada por Chespirito, Chachita, La Pelangocha; ésos son sus ideólogos, no Frida Kahlo, que era una militante de izquierda". También hubo fuertes reclamos: "¡No prostituyan a Frida!"

Una mujer madura roció polvo en el piso, como quien echa veneno contra ratas y cucarachas, que cayó sobre una de las mujeres con atuendos elegantes y de negro, lo que provocó uno de los muchos jaloneos entre los policías, algunos organizadores que estaban dentro de la explanada -del otro lado de las contenciones de metal- y los inconformes.

Uno de los asistentes, un señor serio y trajeado, se atrevió a increpar a los inconformes, quienes argumentaban: "somos del pueblo". Cuando el señor les contestó: "yo también", la respuesta fue: "¡Fuera, fuera, fuera!" En otro momento, por el lado de avenida Juárez, a otro sujeto que buscaba ingresar a Bellas Artes le gritaron "¡Frida era de izquierda!", y les respondió: "yo también".

De cualquier modo, alrededor de las ocho de la noche Calderón pudo entrar al Palacio de Bellas Artes. Al final, un grupo de uniformados de la Policía Federal Preventiva, empujó con sus escudos y rodeó a un pequeño grupo de manifestantes, la mayoría mujeres, y golpeó al menos, a tres de ellos. A Lorena Sosa le pegaron en la cara y la empujaron; a Antonio Villegas le dieron de toletazos, y a la señora Ofelia, de unos 74 años, la golpearon en la espalda. Uno de los inconformes resumió: "¡Otra vez contra una viejita!"

La señora Ofelia, acompañada de otros manifestantes, partió para poner una denuncia penal, como mañana lo harán Sosa y Villegas, ante la Procuraduría General de la República, quienes además interpondrán una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El enojo propició que por unos minutos fuera bloqueada la avenida Juárez y luego el Eje Central Lázaro Cárdenas. Sin embargo, después de casi ocho horas de ajetreo y jaloneos, cupo la mesura y los inconformes se dirigieron a la Alameda Central para ponerse de acuerdo sobre nuevas acciones. A esa hora, el Palacio de Bellas Artes ya no estaba tomado por policías y el Estado Mayor Presidencial, pero seguían ahí las rejas de metal.

 
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