Usted está aquí: sábado 16 de junio de 2007 Opinión Y venimos a contradecir

Gustavo Gordillo

Y venimos a contradecir

1. La Corte Suprema. Dice Adolfo Sánchez Rebolledo en La Jornada del 7 de junio: "Visto en su conjunto, el alegato de la Corte devuelve al Estado la rectoría fijada en la Constitución y anula en los hechos uno de los pilares del "Estado empresarial", tan caro a las elites que han hecho de la república un remedo de sus consejos de administración". Por su parte, José Woldenberg en Reforma del 14 de junio añade: "En democracia la Corte es el árbitro supremo y final de los diferendos entre poderes que al mismo tiempo debe velar por la constitucionalidad de las decisiones de los cuerpos legislativos... buen indicador de lo anterior es la ruta utilizada por la SCJN para desahogar la acción de inconstitucionalidad... diseñaron una fórmula de procesamiento ejemplar: recibieron a las partes, escucharon a expertos en la materia, hicieron público el proyecto de resolución, debatieron de cara a la nación y finalmente votaron punto por punto".

2. Equilibrio de poderes. La declaración del presidente de la Corte Suprema de Justicia es clave para entender el nuevo rol que formalmente ya estaba consignado en la Constitución, pero que sólo empieza a ejercer realmente en los últimos años. Señala: "La Suprema Corte de Justicia de la Nación no hace política, incide en la política, pero de manera absolutamente apartidista e imparcial". Aunada a esta decisión trascendental se suma la no menos importante sobre los órganos autónomos que carecen de facultades para presentar controversias constitucionales afectando en este caso al IFE, y ratificando las facultades del Poder Legislativo. Aún están por dictaminar acerca de Oaxaca como ya lo hicieron antes respecto a Atenco. Hay en estas resoluciones tan diferentes en propósitos y procedimientos un hilo conductor: una elaboración de largo alcance acerca del equilibrio de poderes en un sistema político que ha salido de facto -en algunos ámbitos- aunque no completamente de jure, de un régimen autoritario. Es posible, como lo indica en su columna José Carreño, corresponsal de El Universal en Washington, que el mensaje de la Corte Suprema es acerca de la reforma a la Constitución. Puede ser. Lo que sí era importante por lo pronto era revertir el contubernio entre poderes fácticos, el Ejecutivo y el Legislativo, al tiempo que se ratifican los artículos 25, 26 y 27 constitucionales que, entre otras cosas, mantiene la rectoría del Estado y la sujeción de toda forma de propiedad privada al interés público.

3. La controversia sobre el aborto. El presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes Fernández, en un artículo publicado ayer en Reforma, reivindica su derecho a presentar una controversia sobre la inconstitucionalidad de las reformas legales aprobadas por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y añade: "Varias razones me llevaron a utilizar esta atribución para cuestionar la validez de las recientes reformas hechas por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en materia de aborto. La más importante fue que se detectaron incongruencias de dicha legislación con nuestra Carta Magna... Cuestionar la constitucionalidad de las nuevas leyes sobre el aborto no tiene que ver nada con ideología o religión, sino con preservar la armonía del Estado de derecho". Todo estaría en el ámbito de la deliberación democrática a no ser porque, en primer lugar, habrá que ver qué dice la Corte Suprema sobre su presunta facultad, pero más importante aún es que en su alegato en contra de las reformas legales mezcla argumentos jurídicos con argumentos religiosos y cuasicitas del Catecismo de la Iglesia Católica elaborado por el actual Papa y aprobado por el anterior. En efecto, en un artículo publicado en El Universal del pasado 6 de junio intitulado Otra claudicación del Estado laico, el constitucionalista Diego Valadez señala, entre otras muchas perlas, que el argumento del presidente de la CNDH: "Es respetable que quienes adecuan su vida a los preceptos del Catecismo admitan que el placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de la procreación" (2351), pero resulta excesivo pretender que la infracción de ese comando moral sea un acto inconstitucional". Y recuerda Valadez la muy importante distinción weberiana que un funcionario público, republicano, debe hacer entre la ética de la responsabilidad y la ética de las últimas consecuencias (o de las convicciones personales).

4. Rorty. El sábado pasado murió Richard Rorty, el controvertido filósofo pragmatista que se hizo célebre autodefiniéndose como un liberal irónico. En los blogs de Jesús Silva Herzog (http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/el_blog_de_jess_silva_her) -"dibujó la silueta del ironista liberal. Era un liberal que no defendía una vida sin miedo y sin crueldad por doctrina, sino por empatía"- y de Andrés Lajous (http://www.andreslajous.blogs.com), se encuentran bastantes referencias sobre su obra y opiniones diversas y antagónicas. Para mí, su libro Achieving our country, publicado en 1998 y que consiste en una serie de conferencias dictadas en homenaje a Irving Howe, tiene gran actualidad. Su llamado era a amalgamar el sentido básico del reformismo de la vieja izquierda -iniciativas desde arriba interconectadas con iniciativas desde abajo- y el idealismo de la izquierda que emergió en los 60. Estados Unidos, decía, le debe mucho a la rabia que se desplegó en el país del norte entre 1964 y 1972 porque al salvar a Estados Unidos de la guerra de Vietnam salvó a los estadunidenses de perder su identidad moral. Pero contra la acerba crítica de la izquierda de los 60 hacia la vieja izquierda escribió: Una izquierda demasiado cansada para experimentar rabia cuando ésta era lo único que podía funcionar y demasiado escarmentada por el conocimiento que tenía de los resultados de las revoluciones en otras partes del mundo para llamar a una revolución en su propio país, no es lo mismo que una izquierda que se haya vendido o que esté desacreditada. Refiriéndose a una frase de Jonathan Swift, escribió lo que bien puede ser su epitafio: Imítalo si puedes; presto servicios a la libertad humana.

http://gustavogordillo.blogspot.com

 
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