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Angélica Abelleyra
Elvira García: no estarse sosiega
Lo suyo es el movimiento, la sorpresa. Se aburre fácilmente de situaciones y hasta de personas. Todo lo rutinario le saca urticaria, así que le ha sido fiel a su naturaleza nómada, ésa que sin embargo tiene una constante en el periodismo y la escritura que a Elvira García (DF, 1952) le permiten irse adentrando en la vida de los otros, para compartirla.
Analista de medios de comunicación, apasionada de las biografías escritas y de su quehacer actual en radio, empezó a moverse desde niña, cuando se inclinó por el mundo de la danza contemporánea que practicó por siete años. Le encantaron la ubicación espacial, el amor al cuerpo y la medicina a su timidez inyectadas por el baile. Sin embargo, junto a todo ello presenciaba la pasión paterna por la historia y la curiosidad de investigar a partir del periodismo. Veía a su padre escribir sus colaboraciones en Excélsior, Novedades y El Día, al tiempo que inventaba pomadas, por lo que el acto de relatar existencias ajenas le otorgó la oportunidad de hacerse su propia identidad.
Al mismo tiempo que estudiaba danza, ingresó a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Del ejercicio corporal advirtió que sus aptitudes la colocarían apenas como "del montón", así que empezó a creer en su personalidad de investigadora, enamorándose poco a poco del oficio periodístico y aprendiendo que la osadía es una de sus ventanas.
Había dejado la casa a los dieciocho años, casó joven y muy pronto se convirtió en madre de un varón y una niña. La danza ya no fue prioridad y en cambio empezó a ejercer el periodismo en una revista para amas de casa, La familia, donde los temas eran macramé y recetas de cocina. Empero, en la oficina de enfrente veía "el mundo de los hombres" que le atraía: la revista Sucesos, por donde desfilaban Helioflores, Magú y Armando López Becerra, por lo que pidió permiso a su jefe, Gustavo Alatriste, y empezó a hacer entrevistas y reportajes en el ámbito cultural, pues lo observa como "un espacio de libertad y de no demasiadas mentiras", en comparación con el mundo político con el que puede establecer menos diálogo.
Elvira García en cabina |
De su interés por la vida creativa han surgido los libros biográficos De lunas garapiñadas (sobre Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri), Redonda soledad (Pita Amor), Cuando los grandes eran chicos (la infancia de autores como Cuevas, Soriano, Zalce y otros), así como un volumen con trazos vivenciales de los caricaturistas Magú, Helioflores, Naranjo, Rius, Freyre, Quezada, El Fisgón, Jis y Trino.
Desde hace seis años se encuentra "entrampada" en la vida de Elena Garro y no sabe si desea acabar el libro Un ángel difícil sobre la escritora, o si se centrará en la radio como el espacio que le permite acercarse a los creadores, tal y como sucede con su serie Retrato hablado (Radio unam), cuya primera época de nueve años (1979-1987), ahora tiene un segundo aire en la misma frecuencia a través de biografías de científicos.
Revistas como Geografía universal, Claudia, La Semana de Bellas Artes, Interviú y Proceso; los diarios unomásuno, La Jornada y El Universal; Radio UNAM y Radio Red, así como un espacio televisivo en Canal 22, han sido ámbitos donde además se especializa en el análisis de los medios, esos periódicos, consorcios radiales o de televisión que conforman un poder creciente desde el punto de vista económico y político en México. Baste recordar los actuales estira y afloja entorno de la llamada Ley Televisa, y el revuelo que entre dueños de la radio comercial y analistas mexicanos ha generado el reciente caso de no renovación de la concesión a Radio Caracas Televisión (rctv) por parte del gobierno de Hugo Chávez.
Elvira se adentra en este y otros temas, hurga con ojo crítico en la vida interna de los consorcios para revelar algo de sus vísceras y rebelarse frente a la enorme complicidad que los gobiernos mexicanos han construido, sobre todo, con la tv comercial. Y lo mismo plantea la urgencia de crear un ombudsman del televidente que critica la soberbia de los medios al "dictar cómo vivir y cómo pensar", y los espejismos que nos generamos ante "la democratización" de la información por medio de internet. Como analista, espera que sus aportaciones le sirvan al televidente, al lector de periódicos, al radio escucha o al internauta para posarse frente a cada medio con distancia, juicio analítico y capacidad de complementar todas las informaciones para aprender a discernir, desechar, agudizar y crearse su propio criterio.
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