Usted está aquí: jueves 21 de junio de 2007 Política Intereses económicos vs. la reforma migratoria

Ana María Aragonés

Intereses económicos vs. la reforma migratoria

El pasado jueves 7 de junio se dio prácticamente la puntilla a la reforma migratoria, y no es que hubiera grandes esperanzas en ella, pues las condiciones eran casi inaceptables, sobre todo para los trabajadores indocumentados, quienes iban a ser sus principales receptores. Como señaló el senador Edward Kennedy, si estos trabajadores después de ocho años tuviesen que volver a sus países de origen y ponerse en la línea para optar por la residencia, tendrían que esperar algo así como 176 años para lograrlo. Absurdo e inaceptable. Sin embargo, la decisión que tomó la mayoría de los congresistas ha sido muy aleccionadora, porque demostró un conjunto de conductas que merecen la pena destacarse.

Por un lado, exhibió cuán divididos se encuentran los integrantes de los dos principales partidos, que no votan como un todo, lo cual no sé si es bueno o malo, pero fue terriblemente decepcionante de parte de los demócratas, de quienes se esperaba una actitud de apoyo total. El debate llevaba el camino absurdo de la adición sin freno de enmiendas, cada una más frívola que la otra, al punto de que la propuesta inicial estaba perdiendo por completo su forma básica. Por ello, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, propuso terminar con esa irracional adición de enmiendas, y que el debate se parara en ese punto, para pasar a votar la propuesta como estaba. Se puso a votación y se perdió por 45 votos a favor (37 demócratas, siete republicanos y uno independiente) y 50 en contra (38 republicanos, 11 demócratas y un independiente).

Otro aspecto que evidenció la votación es hasta qué punto los grandes intereses corporativos de los poderosos empresarios agrícolas e industriales pesan en la decisión de los congresistas, cuyos compromisos se remontan al dinero que aportan para sus campañas. La realidad es que a estos grupos no les interesa una reforma migratoria, pues legalizar a esos 12 millones de indocumentados daría lugar a un significativo reacomodo laboral. Podrían acogerse a las leyes del trabajo y verse beneficiados con algunos de los programas sociales correspondientes, pero, sobre todo, la enorme vulnerabilidad bajo la cual han vivido y que les impide ejercer a plenitud todos sus derechos quedaría en gran parte superada. No es extraño que ahora sindicatos tan importantes como la AFL-CIO apoyen a los migrantes, pues saben que los beneficios para estos grupos se convierten en ventajas para la clase trabajadora en su conjunto.

Un estudio realizado en la Universidad de Carolina del Norte en 2004, mencionado recientemente por The Washington Post, muestra cuán funcionales son los migrantes para la economía, tal como están, ya que esos trabajadores, sean legales o indocumentados, contribuyeron con 756 millones de dólares en impuestos, y si bien su costo en lo que se refiere a servicios públicos, educación y salud fue de 817 millones de dólares, el déficit de 61 millones es absolutamente insignificante cuando se sabe que contribuyeron con 9 mil millones a la economía del Estado en 2004, cantidad que se proyecta será el doble para 2009.

Finalmente, otro punto a destacar es que empieza a manifestarse un gran descontento de la población en contra de sus congresistas. En una encuesta aplicada en semanas recientes, cerca de 70 por ciento afirmó estar de acuerdo con los migrantes, considera que son buenas personas y muy trabajadores, por lo tanto se les pide que de una buena vez se pongan de acuerdo y solucionen este asunto, pero, como ellos mismos dicen, estos congresistas no responden a sus representados, sino a intereses distintos.

Sólo así puede entenderse lo que acaba de suceder en New Heaven, Connecticut, pequeña ciudad en la que viven miles de trabajadores indocumentados y donde son muy bien recibidos. Las autoridades decidieron otorgarles una credencial de identificación municipal para que "salieran de las sombras". La respuesta no se hizo esperar: dos días después de que se aprobara el plan de identificación, agentes federales se introdujeron en la comunidad hispana y arrestaron a 31 "sospechosos" de ser indocumentados. Los propios funcionarios de la localidad están seguros de que esto fue una represalia por las medidas que intentaban llevar a cabo en favor de estos trabajadores.

Como puede verse, no están interesados en acabar con la "gallina de los huevos de oro". Pero quien sí debería actuar mucho más activamente es el gobierno de México, que tampoco lo hace, pues por ahora también tiene otros intereses.

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