Usted está aquí: viernes 22 de junio de 2007 Cultura Delirio en las butacas y, en el escenario, el maridaje eterno Eros-Tánatos

El Royal Ballet culminó una semana de prodigios en el Auditorio Nacional

Delirio en las butacas y, en el escenario, el maridaje eterno Eros-Tánatos

El texto y la partitura de Romeo y Julieta provocaron un estrépito de almas

Elenco insuperable, escenografía y vestuario sin regateos a cargo de esa trouppe de ensueño

PABLO ESPINOSA

Ampliar la imagen Escena climática de Romeo y Julieta, con música de Prokofiev y coreografía de Kenneth MacMillan, con el Royal Ballet de Londres Escena climática de Romeo y Julieta, con música de Prokofiev y coreografía de Kenneth MacMillan, con el Royal Ballet de Londres Foto: Cortesía Ars Tempo

Con la puesta en vida de uno de los referentes culturales de Occidente, Romeo y Julieta, de William Shakespeare, el Royal Ballet de Londres culminó, en medio del éxito absoluto, su intensa temporada de ocho funciones en una semana de prodigios en el Auditorio Nacional.

Partituras idóneas, coreografías propias, la orquesta a punto, escenografía y vestuario sin regateos, elencos insuperables. Componentes todos de privilegio. Vimos en pocos días lo mejor de mucho tiempo.

La última jornada de esta temporada de privilegio culminó poco antes de la medianoche del miércoles. Los protagonistas encarnados por la italiana Mara Galeazzi y el británico Edward Watson, la orquesta dirigida por Boris Gruzin, el cuerpo de baile y el resto de los elementos fundamentales para el estallido de la carne en el estrépito de almas que sacuden texto y partitura, ondearon durante tres horas uno de los emblemas de esta compañía inglesa: la coreografía que Kenneth MacMillan creó hace 42 años para esta trouppe de ensueño, cuando los protagonistas inaugurales fueron Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev.

Con el elenco heredero y continuador de la grandeza característica del Royal Ballet, la noche del miércoles el Auditorio Nacional se cimbró desde el foso de la orquesta con la mejor traducción que existe en música del texto shakespeareano, la que hizo Serguei Prokofiev y dejó atrás con ella a Chaikovski, Berlioz y Delius

Y el delirio en las butacas, un percutir incesante de emociones, tuvo su géiser magnífico desde el otro lado del proscenio, donde se ofició por vez enésima el drama de la condición humana, el maridaje eterno Eros/Tánatos, el ritual dramatúrgico dictado por William Shakespeare, con resultados asombrosos. Un conglomerado de aciertos artísticos que pocas veces acontece con tanta intensidad.

Presentaciones en Guadalajara y Puebla

En escena se sucedieron los referentes culturales vastos: de pronto la estética inevitable del barroquismo moderno inglés a lo Peter Greenaway, la eficiencia teatral al mejor estilo en el cual impera The Royal Shakespeare Company (que en años anteriores ha traído su versión suprema de esta obra), rebotes en el tiempo con un ámbito medieval reflejado en iconos, gestos sinópticos, ángeles portando grandes candelabros, vaya, hasta un juego de espejos también inevitable con el maestro Francis Bacon.

La perfección que ha alcanzado con los años esta coreografía maestra se derrama en cada instante, cada acto, cada escena, desde la sucesión de danzas de conjunto hasta los momentos íntimos, climáticos, pasando por una batalla campal con floretes que suenan en unísono/ contrapunto/ bajo continuo y alegoría en un coro de entrechocar de espadas en escena y abajo la potencia de trombones en estrépito de encanto y magia.

Esa prosodia abarcadora del conjunto entero de elementos dancísticos, teatrales, escenográficos, musicales, se extendió en sintaxis alelante.

Desde el esplendor absoluto de esta puesta en escena al final de las presentaciones del Royal Ballet en el Auditorio Nacional, una mirada retrospectiva a todas las funciones confirmó la noche del miércoles como la mejor de las siete anteriores. Junto al Romeo y Julieta de MacMillan/Prokofiev, las obras presentadas en días y noches anteriores no resultan obras menores sino componentes de una visión muralística de las posibilidades infinitas, artísticamente totalizadoras, de esta compañía. El bello cuento de hadas, La Bella Durmiente, la hermosa historia fantástica, Coppelia, presentadas en los siete días pasados, fueron eslabones que condujeron en la noche octava a la joya de la corona, Romeo y Julieta, una creación de arte total, mayúscula, mayor, absoluta, humana, profundamente humana.

Después de esta gesta heroica, el Royal Ballet completará presentaciones en tierras mexicanas con una Gala de Ballet en tres funciones (23, 24 y 25 de junio) en Guadalajara, para cerrar el círculo en Puebla (29 y 30 de junio) con el prodigio con el que inició este sueño: La Bella Durmiente.

Albricias.

 
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