Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de junio de 2007 Num: 642

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

ODESSA
LEANDRO ARELLANO

Rima
YORGOS SEFERIS

El legado poético de
José Hierro

MIGUEL ANGEL MUÑOZ

El orgullo del poeta
LUIS GARCÍA MONTERO

Dos poemas

Rolando Hinojosa, candidato al Cervantes
RICARDO BADA

Saramago: la realidad
es otra

CARLOS PAYÁN Entrevista con
JOSÉ SARAMAGO

Gran Hermano en la
Triple Frontera

GABRIEL COCIMANO

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGUELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Naief Yehya
[email protected]

Devastación de proporciones inimaginables

¡SALVADOS!

Nuevamente nos hemos salvado, apenitas pero nos salvamos. Una conspiración para destruir el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York fue aniquilada gracias al trabajo de agentes federales, fiscales e informantes. El macabro plan consistía en hacer estallar las líneas de combustible que surten al aeropuerto. Numerosos expertos declararon a las cadenas televisivas así como a Fox News, cnn y msnbc, que dicho ataque hubiera costado miles de vidas, paralizado a la economía estadunidense y liquidado a la aviación. La fiscal Roslynn Mauskopf declaró el 2 de junio de 2007: "La devastación que hubiera causado este plan, de tener éxito, hubiera sido simplemente inimaginable… esta es una de las conspiraciones más aterradoras que se puedan imaginar." Los presuntos implicados son cuatro caribeños musulmanes, tres de ellos guyaneses y el último, Kareem Ibrahim, de Trinidad y Tobago. Uno de ellos supuestamente dijo en una conversación grabada que el ataque causaría más destrucción y muerte que el del 11 de septiembre. Dado que yo vivo en Brooklyn, imagino que, de no ser por las eficiencia y valentía de las fuerzas del orden, hubiera terminado rostizado, cuando los 64 km de oleoductos subterráneos que vienen desde Nueva Jersey explotaran y convirtieran la zona en una gigantesca parrilla infernal.

LA BANDA


Aeropuerto John F. Kennedy de
Nueva York (collage FGN)

El cerebro de la operación era Russell Defreitas, de sesenta y tres años, un ciudadano estadunidense nacido en Guyana, semi iletrado, ex rastafari, quien trabajó hace doce años en el aeropuerto como maletero y quien quería vengarse de Estados Unidos y de Israel. Otro acusado, Abdel Kadir, fue miembro del parlamento en Guyana (podemos imaginar que una invasión a esa isla caribeña sería la respuesta adecuada, lamentablemente aún no se han descubierto yacimientos petroleros que hagan meritoria semejante acción). La información esa semana parecía contundente a pesar de que, después de la primera oleada de afirmaciones histéricas, expertos más elocuentes comenzaron a analizar los elementos técnicos del plan. La imagen hollywoodense de un terrorista enturbantado que incendia con un cerillo un oleoducto, para tornarlo en una gigantesca mecha para los depósitos de combustible del aeropuerto, parecía apropiada para una cinta de Michael Bay, pero lamentablemente no corresponde a la realidad de la física y química del gasavión, una sustancia que no es tan volátil como la gasolina y que requiere de muchísimo oxígeno para incendiarse (se estima que aun exponiéndolo al fuego directo tarda alrededor de noventa segundos en arder). El oleoducto no es un simple tubo sino un sistema complejo de válvulas y sistemas de seguridad que hubieran impedido que una explosión alcanzara gran tamaño. Como dijo el experto en aviación, Michael Boyd, el verdadero peligro no hubiera sido destruir el aeropuerto sino detener el flujo de combustible. Eso hubiera sido un golpe económico moderado contra eu, pero nunca una megatragedia.

TERRORISTAS DE FANTASÍA

Mauskopf presentó un escenario apocalíptico ante las cámaras, aunque, como reportó el New York Times el 4/vi/07, en los documentos presentados señalaba que el público nunca estuvo en peligro. Defreitas probablemente soñaba con una gran explosión, pero en realidad no tenía dinero ni explosivos, ni contactos ni entrenamiento, y su información se limitaba a mapas de Google Earth. Como dijimos antes, y con todo respeto para los maleteros del mundo, su experiencia aeroportuaria consistía en cargar maletas. Sus cómplices dejaban mucho que desear, uno no quería matar gente y otro participó sólo esporádicamente, ya que no podía descuidar su trabajo. Los conspiradores trataron de enrolar a la organización terrorista Jamaat al Muslimin, pero a ésta no pareció interesarle el plan. La operación tomó forma cuando apareció un informante gubernamental que delató al grupo a cambio de que se le retiraran los cargos por un crimen que había cometido. Aún no se ha revelado cuál fue la tarea del informante, pero en casos recientes ellos, los informantes, han sido quienes se presentan ante el grupo ofreciendo equipo, experiencia, y lo empujan a pasar a la acción mientras lo graban y acumulan evidencia de sus intenciones.

COINCIDENCIA

El anuncio de esta conspiración coincidió y le robó los titulares al segundo debate entre los candidatos demócratas a la presidencia. Lo que queda claro es que el timing de las amenazas terroristas, que suceden cada vez que la administración Bush necesita distraer la atención del público, es sobrenaturalmente oportuno.