Usted está aquí: miércoles 27 de junio de 2007 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Agujeros fiscales

Necesaria, una reforma verdadera

Dependencia de recursos de Pemex

Nadie toca los regímenes especiales

Desde que el régimen salinista decretó la "despetrolización" de los ingresos públicos", la dependencia gubernamental de ese tipo de recursos se duplicó (1990-2006); a partir de que, también por decreto, la autoridad (de la "solidaridad" al "cambio") decidió "actuar sin contemplaciones" en contra de la evasión y la elusión fiscales, la recaudación tributaria no petrolera se congeló (10.2 por ciento del PIB en dicho periodo) y la no tributaria se desplomó (de 4.7 a 0.9 por ciento del PIB); con el advenimiento del TLC, en particular, y el comercio exterior, en general, el gobierno "encontró la tabla de salvación" para el erario mexicano, aunque en los hechos por tal concepto las entradas desaparecieron (de 11 a 0.2 por ciento del PIB), y así por el estilo.

A lo largo del periodo citado, decenas, cientos, tal vez miles de parches se han aplicado a la cada vez más agujereada estructura fiscal del país, y cada uno de esos pegotes cínicamente han sido calificados como "reformas" por los gobiernos en turno. Y el calderonista no podía ser la excepción, con su Reforma integral de la hacienda pública, como la bautizó, la cual desde ayer es formalmente desmenuzada (con más condicionalidad política que económica) por los integrantes de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados.

Entre parches, ineficiencia y colusión de las autoridades, exenciones de privilegio, reducción de las tasas impositivas para las ganancias, regímenes especiales, crecimiento de la evasión y la elusión, amén del geométrico incremento de la informalidad, que mantienen al erario en un delicado estado de desnutrición, a estas alturas del partido, según acto de contrición de la Secretaría de Hacienda, el 90.56 por ciento del gasto programable está "apartado" para erogaciones "ineludibles", entre ellas la gruesa nómina burocrática, el servicio de la deuda pública y los Pidiregas. Sólo nueve centavos y pico de cada peso quedan libres para lo que se ofrezca.

Ese es el ingrato panorama que a todas luces amerita ser contrarrestado con una reforma fiscal verdadera (que sacuda y reestructure la política tributaria del país), y no con parches a diestra y siniestra como es la costumbre. Y en este sentido la "continuidad" desperdició la ocasión y prefirió ser "tradicional", con lo que el actual inquilino de Los Pinos se suma a los gobiernos temerosos de ofender al gran capital, aunque entre las patas se lleva a los de por sí golpeados causantes cautivos, por mucho que el sonriente secretario de Hacienda, Agustín Carstens, asegure que la "nueva" propuesta es "amigable a la inversión".

Habrá que esperar al siguiente gobierno, si el país lo aguanta, para conocer si se animará a una reforma fiscal real, pero en vía de mientras la Cámara de Diputados nos obsequia un comparativo sobre los niveles de recaudación en los países de la OCDE, entre los que México ocupa el honroso último lugar, lo que se explica, refiere el análisis respectivo, "por la concurrencia de factores, tales como la pequeña base de contribuyentes, la expansión de la economía informal, las ineficiencias del órgano recaudador, la existencia de los múltiples regímenes especiales contenidas en las leyes tributarias del país, entre otros".

En 2004, los países de la OCDE tuvieron un nivel de recaudación tributaria promedio de 344 mil 757 millones de dólares (algo así como 3 billones 800 mil millones de pesos), equivalente a 35.9 por ciento del PIB conjunto. Ese año, las naciones que tuvieron los más altos niveles de recaudación tributaria, medido en millones de dólares, fueron los siguientes: Estados Unidos, 2 billones 982 mil 694; Japón, un billón 211 mil 132; Alemania, 954 mil 873; Francia, 894 mil 332; Reino Unido, 767 mil 615... y México, 129 mil 615 (23 veces menos que Estados Unidos).

En dicho año, los indicadores de recaudación tributaria (incluyendo las aportaciones a la seguridad social) de los países miembros de la OCDE, medido como porcentaje del producto interno bruto, registraron el siguiente comportamiento: Suecia, 50.4 por ciento; Dinamarca, 48.8; Bélgica, 45; Finlandia, 44.2; Noruega, 44... y México, 19 (2.65 veces menos que Suecia) y 15.8 sin seguridad social.

Por tipo de gravamen, los países con los mayores niveles de recaudación del impuesto sobre la renta fueron: Dinamarca, 29.5 por ciento del PIB; Nueva Zelanda, 21.7; Noruega, 20.3; Suecia, 19; Australia, 18.2... y México, 4.7, alrededor de la mitad por ISR a los asalariados (6.28 veces menos que Dinamarca). Por impuesto sobre bienes y servicios, la recaudación fue: Dinamarca, 16 por ciento de su PIB; Islandia, 15.9; Hungría, 15.5; Turquía, 14.9; Finlandia, 14... y México, 10.5.

Para 2004, los indicadores de recaudación tributaria de los países de la OCDE, medida como porcentaje de la recaudación tributaria total, registraron el siguiente comportamiento en ISR: Nueva Zelanda, 61.1 por ciento; Dinamarca, 60.3; Australia, 58.4; Canadá, 46.5; Noruega, 46.2... y México, 24.6.

Los países con los más altos niveles de recaudación potencial del impuesto sobre bienes y servicios fueron los siguientes: México, 55.5 por ciento de su recaudación tributaria total; Turquía, 47.7l; Islandia, 41.1; Hungría, 40.8; Republica Eslovaca, 39.8; Portugal, 38.6 e Irlanda, 37.8.

Donde México no está muy lejos es en la recaudación de IVA como porcentaje del PIB: Hungría reporta 15.2 por ciento; Dinamarca, 15.1; Finlandia, 13.6; Noruega, 12.2; Austria, 11.3; Francia, 10.8 y México, 10.3.

Las rebanadas del pastel

Nada grato, pues, y así se mantendrá el panorama mientras los parches fiscales se sigan llamando "reforma integral", pegotes que nunca tocan los regímenes especiales por medio de los cuales el erario anualmente "pierde" 500 mil millones de pesos, más un tanto similar por evasión y elusión.

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