Usted está aquí: viernes 29 de junio de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Un anuncio con varias lecturas

Primer aniversario del fraude del 2 de julio

Intento por corregir el rumbo torcido del país

La marcha del primer día de julio, es decir, la protesta de quienes no olvidan que desde las instituciones electorales se conculcó su derecho a decidir quién debería gobernarlos, y que se efectuará este domingo, definirá, aún en contra de los intereses del ala colaboracionista del PRD, la estrategia, o más que eso: el camino electoral de ese partido y su no participación en la farsa electoral que ha montado el neoliberalismo para mantenerse en el poder.

De ser verdad la especie que corre en los pasillos del PRD capitalino, Andrés Manuel López Obrador anunciará, al cumplirse un año del fraude electoral más escandaloso y más costoso de la historia del país, que la agrupación de izquierda que él encabeza no participará en las alecciones federales mientras Carlos Ugalde y sus secuaces continúen en el Instituto Federal Electoral.

El camino que se ha decidido habrá de considerarse, desde el primer momento, otro error político, pero en el fondo no será más que el intento por corregir el rumbo torcido de la vida electoral de México, y dará congruencia a un movimiento que nace y se mantiene, cada vez más fuerte, debido, entre otras cosas, al quehacer corrompido de las autoridades de la institución que tiene como fundamento la limpieza y la imparcialidad en el concurso electoral, pero que no cumple.

Tan simple como eso, la izquierda lopezobradorista no irá a ninguna elección más, en caso de que la presidencia del IFE continúe en la más completa impunidad. Sin tenerlo preciso, podríamos adelantar que la postura del Frente Amplio Progresista, quede como quede, después del anuncio, habrá de establecer que su ausencia en los comicios sólo habrá de darse en el ámbito federal, y no así en las elecciones estatales o municipales, donde la participación del IFE es marginal.

Habrá muchos que recuerden que la salida del PRD de los órganos de discusión del IFE causaron un daño a ese partido, porque está fresca en la memoria la crítica, el señalamiento en contra de la decisión que no permitió que el PRD se convirtiera en comparsa del fraude.

Desde luego, quienes legitiman la democracia hipócrita que nos han impuesto, desde la participación plural de todas las ideas políticas en las contiendas electorales, habrán de amenazar con la cantaleta de que el FAP deja el camino libre para que las derechas -PAN y PRI- se conviertan en las únicas opciones de quienes aún creen en la verdad de las urnas.

Es más, no faltará quienes quieran culpar a López Obrador de efectuar una maniobra tal que dé paso al bipartidismo oficial que se ha tratado de imponer en el país desde hace muchos años para hacer más fácil el accionar de esas derechas.

Nada más falso. El FAP sí quiere concursar en los procesos electorales federales, para eso tiene una amplia vida partidista, pero a lo que no está dispuesto es a seguir en esa lucha sin ninguna posibilidad de obtener el triunfo por esa vía, ni a convertirse por ello, por su participación, en otro cómplice de la farsa, y nada más.

Está visto que no es la voluntad de quienes votan lo que se respeta en el conteo del sufragio. En México se montó un enorme circo, un costoso circo que ha servido para que, como antes, como en el periodo que muchos llaman del autoritarismo, las elecciones las ganen quienes desde el poder han sido señalados, y no los que han logrado la mayoría de votos, por tanto resulta inútil participar en una contienda donde la izquierda siempre será perdedora, pero servirá para legitimar a la derecha y su democracia.

El anuncio, que hasta donde se nos dice ya es un hecho, pondrá también en jaque a los grupos del PRD que intentan, a toda costa, conciliar sus intereses con los de la derecha. No tardarán las descalificaciones ni el clásico: lo tenemos que analizar, pero ese, como el de la reacción mediática, son ya riesgos medidos, así que si algo preocupa a López Obrador, seguramente no es el consabido contrataque que desde el propio PRD resortee, por ejemplo, la Nueva Izquierda. Más temprano que tarde lo veremos.

De pasadita

Resulta que los nuevos héroes de la derecha, llámese empresarial o mediática, son los gobernadores que mediante las siglas del PRD obtuvieron el cargo y ahora, muy quitados de penas, se reúnen a compartir el pan y la sal con Felipe Calderón. Marcelo Ebrard, que no declina en su postura, para desazón de muchos, explicó que la visita de los gobernadores nada tiene que ver con los dineros que el gobierno federal les reparte, porque eso, el reparto, es un mandato de ley. Entonces uno se pregunta: ¿Se sentarían a comer con Calderón sólo por hambre? Quién lo diría.

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