Usted está aquí: sábado 30 de junio de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Economía informal

La desigualdad la intensifica

Válvula de escape junto con la migración

"No pago para que me peguen"

Promovida como la "gran alternativa para mejorar las condiciones de vida" (en los hechos una débil válvula de escape adicional a la migración), a estas alturas la economía informal da cobijo al grueso de los latinoamericanos en edad y condición de laborar, pero sus "inventores" ya no saben cómo manejar la explosiva situación por ellos creada, porque, sin importarles la situación laboral y social, la bomba fiscal les ha reventado en la cara.

Incapaz de impulsar el crecimiento de la economía formal, el modelo no da para más y, en lugar de intentar nuevos caminos, sus fanáticos se han dedicado a fomentar la changarrización de América Latina y promover a los "emprendedores", que en cualquier país civilizado simple y sencillamente reciben el nombre de desempleados. No hay alternativas para ellos, pero sí novedades: ahora les exigen que, manteniéndose en iguales circunstancias laborales y sociales, aporten al fisco "porque ya no alcanza para combatir la pobreza". Cinismo puro, pero no se pueden quejar de sus logros: en 2005 el 50.3 por ciento de la ocupación no agrícola en América Latina se encontraba en el sector informal.

Información de la Cepal nos brinda el siguiente paseo por la informalidad latinoamericana: el 55 por ciento de los ocupados desempeña trabajos por cuenta propia, 33 por ciento se encuentra en microempresas de menos de cinco trabajadores y el resto, 12 por ciento, se ocupa en el servicio doméstico. El sector informal crece sostenidamente desde 1990 pasando del 47.5 por ciento a 50.3 en la actualidad. Sólo durante los tres años más recientes se observa una estabilización en el tamaño del sector asociado a la recuperación económica y del empleo con posterioridad a las crisis ocurridas a finales de los 90 y comienzos de la presente década. Los ocupados por cuenta propia y las microempresas aumentan su participación, mientras que el servicio doméstico se mantiene estable. De los 2.8 puntos porcentuales de aumento de la informalidad durante los 15 años, 1.5 proviene de las microempresas y 1.2 del crecimiento de los trabajadores independientes.

Se encuentran en el primero de los casos los países andinos y la mayoría de los centroamericanos, fluctuando el sector informal entre un máximo de 71 por ciento en Bolivia a un mínimo de 55 por ciento en El Salvador, con un promedio de 61 por ciento. En el cuadrante inferior, donde el sector informal registra niveles inferiores al promedio regional, se encuentra Chile, con un tamaño de 32 por ciento, que es el mínimo para la región, hasta un rango de 43-44 por ciento donde se ubican Brasil, México, Panamá y Uruguay. En Costa Rica el sector informal alcanza a 40 por ciento, mientras que el promedio para el grupo en su conjunto alcanza a 41 por ciento. Las diferencias entre los extremos llegan a casi 40 puntos porcentuales y aún entre los promedios se observan diferencias de 20 puntos porcentuales. Ello indica la heterogeneidad de situaciones nacionales que componen América Latina en su conjunto. La evolución durante los últimos 15 años es, sin embargo, más homogénea. Sólo cuatro países registran una disminución de la informalidad (Chile, Argentina, Brasil y El Salvador), mientras que en el resto aumenta.

El sector informal constituye la fuente de ingresos más importante de los pobres en América Latina. El 65 por ciento de los que se ubican en los dos quintiles inferiores de la distribución está ocupado en el sector informal, proporción que se eleva a 74 por ciento entre los más pobres que se encuentran en el primer decil. El análisis del sector informal adquiere, por ende, importancia tanto en relación a la pobreza como a la distribución de ingresos y a la cohesión social.

En promedio, para los 15 países con información disponible, la brecha entre el sector formal y el informal creció del 59 al 81 por ciento en el periodo analizado (1990-2005). En las empresas informales con menos de cinco trabajadores, e incluso en las pequeñas (seis a 50 trabajadores), la globalización y los ajustes han significado un deterioro ante la competencia de productos importados de menor precio, el acceso restringido al crédito y la competencia desigual que se genera en mercados más concentrados. Ello afecta los ingresos de las micro y pequeñas empresas y en consecuencia, a los salarios de los trabajadores. A mayor nivel de ingreso por habitante, menor es el tamaño del sector informal.

La mayor informalidad se encuentra en los países con más inequidad, como en Bolivia, Honduras y Guatemala, que presentan la más alta informalidad junto a la mayor concentración de ingresos. En menor medida también se observa en Brasil y Perú. Por el contrario, los países con menor inequidad en la región, Uruguay y Costa Rica, también son los que presentan la menor informalidad. La desigualdad de ingresos se asocia a una mayor concentración de activos y alta heterogeneidad productiva y se manifiesta en altas brechas de ingresos. No es sorprendente que los países caracterizados por una mayor igualdad e integración social sean los de menores niveles de informalidad. Y México, desde luego, no es el caso.

Las rebanadas del pastel

Aquellos que, en su momento, tanto recriminaron a José López Portillo y al presidencialismo autoritario por el ya clásico "no te pago para que me pegues" (el boicoteo publicitario a la revista Proceso), hoy reivindican esa práctica, pero con mayor saña, para controlar, a golpe de presupuesto, la manifestación de ideas. Luego de 36 años de transmisión, el noticiario radiofónico Monitor llegó a su fin, y no por falta de oyentes, sino por un boicoteo económico aplicado por y promovido desde el gobierno federal, "como hacían las dictaduras" (Gutiérrez Vivó dixit), en una suerte de apartheid publicitario. Y Monitor no es el único medio de comunicación que sufre el embate, en un país donde "la libertad de expresión está garantizado" (chapelen dixit), siempre y cuando sea favorable al régimen.

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