Usted está aquí: lunes 2 de julio de 2007 Política Estrés en urbes eleva posibilidad de cometer homicidios, documenta juez

Ricardo Guzmán Wolffer publica el libro Crímenes en estado de emoción violenta

Estrés en urbes eleva posibilidad de cometer homicidios, documenta juez

Se "está volviendo común" perder el control debido a la tensión, confirma magistrada

ALFREDO MENDEZ

En metrópolis como el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey es muy factible que el tráfico citadino, la sobrepoblación, el desempleo, los ineficientes servicios de salud y transporte públicos, la desigualdad económica, la desintegración familiar y la inseguridad provoquen un estado generalizado de estrés, que puede llevar a alguien a provocar lesiones o asesinar, sin que esa hubiera sido la intención original.

En ese contexto, cuando un incidente personal, familiar o profesional hace que alguien pierda por unos minutos o varias horas los estribos y el estado de "conciencia normal", y como reacción inmediata priva de la vida a una persona o le causa lesiones físicas, legalmente estamos frente a un delito cometido en "estado de emoción violenta".

Si esta circunstancia sicológica se demuestra ante la autoridad ministerial y judicial, mediante exámenes periciales, representa una "atenuante de responsabilidad" que permitirá al homicida sufrir una penalidad mucho menor a la prevista por los códigos penales estatales y el federal, pero únicamente aplica para los delitos de homicidio y lesiones.

Se trata de circunstancias delictivas poco comunes en nuestro país, por la dificultad que representa poder demostrarlo a la autoridad investigadora y judicial, según advierten en entrevista con La Jornada la consejera de la Judicatura Federal Elvia Díaz de León y el juez en materia de amparo Ricardo Guzmán Wolffer, autor del libro Crímenes en estado de emoción violenta.

Para Díaz de León, magistrada federal y experta en derecho penal, "hoy día se está volviendo común la posibilidad de que nos encontremos, por las condiciones de vida que se tienen en las grandes urbes, frente a una persona que puede asesinar o lesionar a alguien bajo esa circunstancia.

"Hoy día las personas con mucha facilidad pierden el control de sus emociones, y por eso se explica que haya tanta violencia verbal en los hogares, centros de trabajo o en lugares públicos."

La tesis central del libro Crímenes en estado de emoción violenta refiere que ha habido casos -plenamente identificados por las leyes penales- en que un presunto homicida puede acreditar como atenuante que incurrió en ese ilícito porque perdió momentáneamente el control de sus emociones y, por tanto, actuó bajo un estado mental transitorio que tiene una reducida imputabilidad penal.

Díaz de León recomendó a los jueces en materia penal del país que no pierdan de vista circunstancias como la mencionada al momento de resolver juicios relacionados con homicidios o lesiones.

"Sabemos de muchos casos que nos permiten pensar que una persona que comete un homicidio, cuando no es un sicario al servicio del crimen organizado, es muy difícil que vuelva a asesinar si no se vuelve a ver en las mismas condiciones de emoción violenta."

Hay en la actualidad, refiere, infinidad de casos de personas que "pierden la cabeza" por un lugar donde estacionarse y su reacción instantánea es asesinar a quien le ganó el espacio.

También ha sucedido, abundó, que alguien prive de la vida a su vecino porque "ya lo tiene harto por tal o cual razón", o "hemos visto en los medios de comunicación casos como el del esposo que por que la señora no le tuvo la cena como él quería la mata".

La funcionaria y el juez Guzmán Wolffer precisaron que la hipótesis de crímenes en estado de emoción violenta no aplica para cónyuges que por sentirse engañados o traicionados asesinan a su pareja.

"Eso sería un crimen pasional, y la pasión se cuenta por años, no por instantes; en el caso de una infidelidad, el sujeto activo (homicida) sabe perfectamente que quiere matar por odio, rencor o venganza", puntualizó el autor del libro.

"En los crímenes pasionales se manejan muchas cuestiones que son culturales, como el machismo", señaló Díaz de León.

De su lado, Guzmán Wolffer admitió que es muy difícil que un homicida pueda demostrar que actuó bajo el efecto de un estado de emoción violenta, porque "en mi investigación demuestro que hay una infraestructura reducida; si una persona comete el delito de homicidio en estas circunstancias, lo más probable es que desde que lo detengan hasta que sea llevado a servicios periciales el inculpado ya haya recuperado sus capacidades (mentales) normales".

 
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