Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de julio de 2007 Num: 645

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

De islas y ballenas
NATALIA NÚÑEZ SILVESTRI

La decisión
MANOLIS ANAGNOSTAKIS

Giordano Bruno y el arte de la memoria
MARÍA LUISA MARTÍNEZ PASSARGE

Las claves de la obra de Borges en su vida
CARLOS ALFIERI entrevista con EDWIN WILLIAMSON

Las muchas Fridas
GABRIEL SANTANDER

El Berlín de Frida
ESTHER ANDRADI

Leer

Columnas:
Galería
RODOLFO ALONSO

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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El Berlín de Frida

Esther Andradi


Eduardo Torres y la máscara de “Frida”. Foto: Isabel Lima

Por el Landwehr Canal, ese camino de agua construido a través de algunos distritos de la ciudad a mediados del siglo XIX, fluye el alma de Berlín. A sus bordes y en el barrio de Kreuzberg, ha florecido un mercado que tiene lugar todos los viernes, famoso por la variedad de frutas y verduras, el colorido de su público y las arengas de los vendedores; voces en turco y árabe se mezclan con rumano y ruso con la misma intensidad que el alemán, mientras los patos dibujan simetrías en el agua. Este mercado típico convoca a las ciento veinte nacionalidades de la ciudad cosmopolita. Aquí también llegan los turistas para asombrarse frente a la profusión de antipastos italianos, griegos, turcos y españoles, sandías partidas y bayas en todas las gamas del rojo, aguacates verde musgo, quesos, orquídeas y buganvilias. Sedas capturadas en pañuelos, bordados de Ucrania o tejidos persas se confabulan para bienvenir al paseante cuyas pupilas se agrandan como monedas de un euro. En este mercado se apareció la Frida esa mañana de julio; la pintora nacida en México cien años antes estaba ahora frente al puesto de venta de flores. El actor Gianni Casalnuovo, italiano treintañero la empujaba en su silla de ruedas manteniéndose en un discretísimo segundo plano. El actor peruano Edmundo Torres -de Puno para más datos y berlinés desde hace más de veinte años- había convocado a Frida Kahlo desde la cabeza a los pies, con la máscara que el actor pergeñó, su huipil color guinda, su atuendo de tehuana y sus manos florecidas de anillos. Hello Frida, how are you?, preguntó alguien, y entonces las miradas voltearon hacia esa imagen mil veces citada desde su irrupción en el Festival Horizontes de 1982 en Berlín, cuando la pintura de Frida hizo pie en Alemania. Y Frida compró una rosa.

En 1919, cuando Frida recién ingresaba a la pubertad, la luchadora Rosa Luxemburgo era asesinada en Berlín. Rosa Luxemburgo, filósofa de la rebelión, artista de la teoría, escritora desde la cárcel y cuyo pensamiento encarna aun hoy libertad y socialismo, había nacido con un defecto en la pierna que la discapacitó físicamente para toda su vida. Cojeaba. Una barra de fierro, mitad sumergida en el agua, mitad erguida en el aire, escribe el monumento a la Rosa en el parque de Tiergarten y a orillas del Landewehr Canal, unos kilómetros al oeste del mercado. Aquí arrojaron su cuerpo torturado y debió ahogarse si aún no estaba muerta. Y aquí llegó Frida para ofrendarle su rosa y bailarle un son jarocho, "La lloroncita", antes de partir al cine Babylon donde la esperaba el festejo mayor.

El Babylon, uno de los cines más antiguos de Berlín, fue construido por Hans Poeltzig en 1929, año en que Frida se casaba con Diego. Desde entonces fue el cine de la comunidad judía de Berlín y, durante las épocas del nazismo, refugio de la resistencia. En el foyer una placa recuerda a Rudolf Lunau, el operador que fundó aquí una célula del Partido Comunista.

Como quiere la tradición, los mariachis de la Compañía Internacional El Dorado de Víctor Ibañez, ensamble fundado en 1994 y con músicos de Ucraina, Alemania, Israel y México desgranaban un corrido. Y Frida, que es México y mundo, se puso de pie y bailó, su cuello esbelto y su tocado de cintas, siempreviva. Los cineastas Thomas Böltken y Christian Stolwerk documentaronn el performance. Y el Babylon brindó la legendaria Frida, naturaleza viva de Paul Leduc al medio millar que colmó la sala.

Ya desde fines de mayo la Haus am Kleistpark, una casona de 1880 y que fuera sede del Jardín Botánico Real, había inaugurado la exposición 100 años concebida por las artistas Gisela Weimann y Renate Reichert, y apoyada por la Embajada de México, el Instituto Cervantes y el Instituto Iberoamericano de Berlín. Fotos de Wilhelm Kahlo, de Antonio y Cristina Kahlo, fotos de Gisele Freund, y entre otros, la colección de objetos de Renate Reichert, quien recreó "las dos Fridas" bajo el título Frida mi vida. Una verdadera fiesta de renacimiento.