Usted está aquí: martes 17 de julio de 2007 Opinión Itacate

Itacate

Marco Buenrostro , Cristina Barros
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Etnobotánica nahua

El colegio de Posgraduados de Chapingo cumplirá pronto 50 años de fundado. Con motivo de su 30 aniversario (1989), publicó El Códice florentino: su información etnobotánica, de Erin Ingrid Jane Estrada Lugo.

La importante trayectoria del Centro de Botánica de ese colegio en materia de etnobotánica se debe en mucho a las enseñanzas del maestro Efraím Hernández Xolocotzi, que como bien apunta Estrada Lugo, es uno de esos personajes cuyo nacionalismo ha contribuido a fortalecer nuestra identidad.

La tarea emprendida por la investigadora es amplia y cuidadosa. Revisó los 12 libros del Códice florentino también conocido como Historia general de las cosas de la Nueva España, para identificar una a una las plantas utilizadas por nuestros antepasados que aparecen ahí.

El resultado indica, como bien apunta, que “los indígenas tenían una clasificación de la flora, que el aprovechamiento de las plantas era íntegro y que éstas jugaban un papel muy importante en todas las actividades de los pueblos indígenas.”

Mexico es y ha sido centro mundial de origen y de adaptación de muy diversas especies vegetales. No lo entendieron así los conquistadores, ni lo entienden hoy quienes deben tomar las decisiones que permitan un desarrollo armónico y permanente.

Desde entonces las plantas foráneas, “implicaron el desplazamiento de ciertos cultivos mesoamericanos, que hoy podrían ser útiles para elevar el nivel de alimentación de la población mexicana”.

Las plantas han ocupado un lugar relevante en materia de alimentación en el territorio mexicano. En la época previa a las grandes culturas mesoamericanas, 51 por ciento los alimentos provenían de animales y 45 por ciento de plantas.

Para establecer los usos de la plantas, se partió de la clasificación de Hernández Xolocotzi y se obtuvieron los siguientes resultados: usos medicinales, 266; comestibles, 229, además de tres especias; ceremoniales, 81; estéticas o de ornato, 48, e industriales, 27. Como materiales para la combustión, la construcción, como forraje, y como colorantes, fibras, resinas y gomas, se localizaron 91 plantas.

Hay en el libro un interesante cuadro basado en la morfología de S.V. Popper, que muestra la detallada clasificación botánica que desarrollaron los nahuas. Sus conocimientos les permitieron utilizar una misma planta en diferentes formas. Estrada Lugo cataloga las plantas que tenían de dos a siete usos.

Asi el chile era comestible, medicinal y ceremonial; el amaranto era comestible, forraje y ceremonial; el cacao era comestible, medicinal y tributo (también moneda).

Entre las plantas con cuatro usos aparecen la calabaza, la chía y el pino. El algodón y el hule fueron también importantes. El hule, por ejemplo, se usaba como resina y medicina; tenía usos ceremoniales, se utilizaba para pintura corporal y otros ornamentos, y de manera industrial.

Del algodon se registran cinco usos; del maíz, seis, y del maguey, siete, lo que demuestra la importancia de estas plantas. Agradecemos a Cristina Mapes y a Francisco Basurto por darnos a conocer este documento.

 
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