Usted está aquí: martes 24 de julio de 2007 Opinión México está perdiendo su oportunidad

Ana María Aragonés

México está perdiendo su oportunidad

De acuerdo con los datos presentados por la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Patricia Espinosa Cantellano, la población de mexicanos más calificada que reside en Estados Unidos está integrada por más de 475 mil profesionales y posgraduados. Esto quiere decir que no sólo atendemos las necesidades estadunidenses en lo que se refiere a trabajadores poco o nada calificados, sino que una parte muy importante de nuestros recursos humanos altamente calificados satisfacen sus requerimientos de investigación y desarrollo. Y por supuesto que de ninguna manera se puede culpar a esos investigadores de su emigración, pues ésta es causa de la falta de horizontes para desarrollar todas sus potencialidades, dado que hay un absoluto desinterés del gobierno mexicano por apoyar el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esto es fácilmente comprobable cuando vemos el exiguo presupuesto que se asigna a las universidades, que muchas veces se pretende reducir, situación muy desafortunada para México como país y para su futuro, pues de la misma forma no crea los empleos necesarios para los trabajadores poco calificados que se ven forzados a emigrar al vecino país, que ahora también se beneficia de los recursos de altísimo nivel.

Estados Unidos se ha convertido en líder de la estrategia que Manuel Castells ha denominado la "economía del conocimiento". Se ha modificado la economía global tradicional y está surgiendo la "nueva economía" en la que la mayoría de las empresas y sectores se encuentra asociado con la revolución tecnológica digital, el Internet y las nuevas tecnologías. Esto explica que ese país esté dispuesto a captar el talento del mundo y darle las condiciones para que pueda desarrollar sus capacidades. Ahora la productividad ya no se genera en las fábricas como las habíamos conocido hasta ahora, sino en los desarrollos de la ciencia y la tecnología. Esto ha sido tan importante que en Estados Unidos, de acuerdo con el mismo autor, en 1999 la productividad había crecido en promedio 2.9 por ciento, pero al inicio del año 2000 había alcanzado 5 por ciento, lo que es realmente espectacular si se compara con Europa, que para esa misma fecha había mantenido una tasa de crecimiento de la productividad de 1.9 por ciento.

Para que estos investigadores mantengan en el trabajo una elevada productividad requieren condiciones y calidad de vida óptimos. Es decir, los servicios tienen que funcionar correctamente, lo cual explica que las áreas metropolitanas que están atrayendo a estas empresas de investigación también estén empleando migrantes no calificados, pues aportan su trabajo para mantener los servicios en muy buenas condiciones. Un ejemplo es lo que está sucediendo en el llamado Triángulo de la Investigación o Research Triangle Park que se encuentra entre Raleigh, Durham y Chapel Hill, en Carolina del Norte, y que aglutina a 140 organizaciones que se dedican a la investigación y al desarrollo. Fundado hacia 1960, cada vez ha ido adquiriendo mayor importancia, por ello no es extraño que Carolina del Norte sea uno de los nuevos destinos migratorios para los mexicanos que ahí han encontrado no sólo un sitio muy agradable para vivir, sino trabajo en el área de la construcción, de los servicios y en los restaurantes mexicanos, donde están creando una nueva cultura gastronómica.

Pero en México los ejemplos de frustración de muchos de los doctores que regresan al país son mayores de lo que nos gustaría. Conozco personalmente la situación de una extraordinaria ingeniera biotecnológica que se graduó con honores en el doctorado de Estado en Francia, sin que pudiera conseguir aquí ni siquiera una plaza de profesor, ni en la UNAM ni en la UAM, por lo que no tuvo más opción que volver a Francia. Otra doctora, graduada en historia en la Universidad de Chicago, alumna del extraordinario profesor Friedrich Katz, estuvo casi tres años desempleada, y así podríamos seguir. Es decir, que los gobiernos mexicanos deben aceptar que se está viviendo el momento de la "economía del conocimiento", lo cual conlleva que la educación es una inversión, no un gasto. La educación debe entenderse, como señala Castells, no sólo como buenas escuelas, sino como el desarrollo de un sistema educativo capaz de producir autonomía de pensamiento en el individuo y la capacidad para adquirir nuevos conocimientos. Pero cómo lograr estos primeros pasos cuando nos enfrentamos a un sindicato magisterial totalmente corrupto al que lo menos que le interesa es la educación y que es prohijado por el propio gobierno.

En tanto el gobierno mexicano no acepte que el desarrollo pasa necesariamente por la ciencia y la tecnología, seguiremos siendo reservorio de trabajadores no sólo poco o nada calificados, sino ahora, y cada vez más, de investigadores con alta calificación para que Estados Unidos siga siendo líder mundial en productividad e investigación.

Por eso no puede aceptarse como estrategia la propuesta de la SRE de que los migrantes altamente calificados que radican fuera de México generen proyectos en áreas estratégicas para el desarrollo de la economía nacional, si no se realiza al mismo tiempo una política de Estado que apoye el desarrollo científico, tecnológico y educativo del país por medio, entre otras cosas, de una reformulación del sistema educativo y de un incremento en el presupuesto de las universidades. De lo contrario, nuestro país perderá para siempre la oportunidad de convertirse en algo más que una nación que con sus recursos favorezca el desarrollo de los otros.

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