Usted está aquí: sábado 28 de julio de 2007 Opinión Masterclass metálica

Juan Arturo Brennan

Masterclass metálica

Aguascalientes, Ags. En su tercera versión, el joven pero creciente Festival de Música de Cámara de Aguascalientes ha dado saludables muestras de apertura tímbrica y organológica. Surgido, al igual que otros encuentros análogos, como una actividad que gira fundamentalmente alrededor del instrumental de cuerdas, este año el festival incluyó en sus cursos, clases y conciertos a los instrumentos de aliento, con la presencia del flautista Horacio Franco, la oboísta Jacqueline Leclair y un quinteto estadunidense de metales, el Synergy Brass.

Fue precisamente Synergy Brass el grupo encargado del exitoso concierto inaugural del festival, en el Teatro Morelos de esta ciudad.

A lo largo de un concierto energético e hiperactivo, los cinco metaleros demostraron ser, ante todo, experimentados y colmilludos showmen. Tocan siempre de pie, sin sillas, atriles ni partituras; se mueven por todo el espacio, manipulan al público en el mejor estilo de las estrellas pop y hacen buen uso de su apariencia estrafalaria: uno de ellos, el cornista Jon Hurrell, parece un gigantesco brócoli rubio.

Con una enorme y al parecer inagotable reserva de adrenalina, el Synergy Brass transitó con eficiencia por un repertorio ligero formado exclusivamente por transcripciones (realizadas por ellos mismos), dejando de lado la abundante música original que hay para esa dotación. Si bien el énfasis en la parte escénica del espectáculo pudiera distraer el oído de los elementos puramente musicales, lo cierto es que estos cinco intérpretes mostraron técnica y recursos suficientes para apoyar su actuación.

En medio de este hiperkinético show de metales, algunas de las piezas ofrecidas por el Synergy Brass permitieron acercarse a momentos de menor lucimiento y mayor refinamiento. Por ejemplo, una sabrosa interacción entre trombón y tuba (con flugelhorns añadidos después) en una pieza favorita de Tommy Dorsey, y una sensual versión de la Moonlight serenade de Glenn Miller.

En el ámbito de lo clásico, el Synergy Brass mostró también otra faceta, más pulida y sobria, en sus ejecuciones de dos fragmentos de cantatas de Bach. Por no dejar, me gustaría escucharlos algún día tocar, muy sentaditos y formales, a Gabrieli, a Ewald, a Cheetham a Arnold o a Bozza, para calibrarlos en otro espectro de repertorio y saber si pueden alcanzar las alturas del Canadian Brass, el Empire Brass o el legendario ensamble de Philip Jones.

Al día siguiente, las actividades académicas del festival se iniciaron con una clase magisterial impartida colectivamente por los cinco integrantes del Synergy Brass. Cosa poco usual, se trató de un taller en el que no se hizo una sola indicación en cuanto a fraseo, articulación, técnica de digitación, embocadura, calidad de sonido, dinámica o precisión rítmica.

En cambio, los cinco músicos estadunidenses instruyeron a los jóvenes participantes (metaleros y madereros por igual) en ciertos aspectos básicos de actitud ante la música, ante el instrumento, ante los otros músicos y ante el público. Si bien es cierto que algunos de los asistentes a esta clase magisterial extrañaron un poco los contenidos técnicos usuales en este tipo de encuentros académicos, es un hecho que varios de los consejos ofrecidos por Synergy Brass resultaron de una utilidad práctica inmediata, en el entendido de que la mayoría de los intérpretes participantes están todavía muy verdes en lo que se refiere a su presencia y actitud en el escenario. ¿Pruebas? Dos, entre otras.

Primero, descubrir cómo con menos de media hora de instrucción, un joven quinteto de metales que inició como una desbandada de cinco músicos desvinculados puede empezar a sonar como un verdadero ensamble, preocupándose menos por las notas escritas y más por la música. Después, ver y oír a un joven trompetista, miembro de un mariachi zacatecano, fajarse aguerridamente con un fragmento de la endiablada Toot Suite que Claude Bolling compuso para Maurice André, y transformar en pocos minutos su postura personal y musical ante el público asistente.

Es evidente que los integrantes del Synergy Brass tienen su show (musical y promocional) perfectamente armado, y al respecto estoy cierto de que muchos de los consejos que ofrecieron esa mañana a los jóvenes intérpretes pueden resultar de una utilidad práctica inmediata. Además, la parte técnica del asunto no quedó relegada, puesto que durante el resto de la semana se desarrolló la parte más formal del taller, a cargo de Bobby Thorp, primer trompeta del Synergy Brass.

 
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