Usted está aquí: domingo 29 de julio de 2007 Mundo Arremete Iglesia ortodoxa contra 10 científicos rusos

Exige procesar al premio Nobel Vitali Ginzburg

Arremete Iglesia ortodoxa contra 10 científicos rusos

La embestida, porque criticaron plan educativo religioso

JUAN PABLO DUCH

Ampliar la imagen En una ceremonia comunitaria realizada el pasado día 13, sacerdotes ortodoxos bautizaron bebés en el río Aragvi, ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad de Tbilisi, Georgia En una ceremonia comunitaria realizada el pasado día 13, sacerdotes ortodoxos bautizaron bebés en el río Aragvi, ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad de Tbilisi, Georgia Foto: Reuters

Moscú, 28 de julio. Como la ley no permite aquí quemar a nadie vivo en una hoguera, un llamado Concilio Popular, membrete que se presenta como organización de fieles ortodoxos, exigió a la procuraduría de esta capital fincar responsabilidades penales al académico Vitali Ginzburg, eminencia mundial en el campo de la física.

Se acusa al nonagenario premio Nobel de "sembrar el odio religioso", grave delito tipificado en el Código Penal ruso, por declaraciones suyas que fueron publicadas en Vestnik Obrazovaniye -revista especializada en temas de educación- en febrero pasado.

Harto de que la jerarquía eclesiástica presione por todos los medios para lograr que se implante la enseñanza obligatoria de la religión ortodoxa en las escuelas públicas, Ginzburg no se mordió la lengua al afirmar entonces: "Al enseñar religión en las escuelas, estos -por decirlo de manera suave- canallas con sotana quieren secuestrar el alma de los niños".

Aunque es poco probable que la procuraduría proceda contra uno de los científicos más reputados del país, no deja de ser casual que la cúpula de la Iglesia ortodoxa, desde donde se mueven los hilos de toda suerte de grupos de creyentes, haya decidido desempolvar la frase de Ginzburg cinco meses después de haberla formulado.

Tampoco es fortuito que se haya elegido como blanco de la "indignación" de los fieles a un académico de origen judío, cuando al menos otros nueve miembros de la Academia de Ciencias, eso sí de inequívoco apellido ruso o eslavo, habrían cometido la misma osadía, de acuerdo con la óptica justiciera de la Iglesia ortodoxa.

El "pecado" de Ginzburg y sus nueve "cómplices" -sin comillas en ambos casos para los jerarcas ortodoxos- es haber firmado una carta pública dirigida al presidente Vladimir Putin, en la cual 10 afamados académicos, entre ellos Zhores Alfiorov, también premio Nobel y militante comunista, se atreven a cuestionar "el creciente clericalismo de la sociedad rusa".

En esa misiva, dada a conocer esta semana, los académicos expresan su preocupación por la insistencia del clero en que las escuelas públicas incluyan en su programa la materia "Fundamentos de cultura ortodoxa", que a su juicio es la misma "doctrina religiosa", rechazada por las autoridades por anticonstitucional, pero con otro nombre.

"La Constitución de Rusia proclama el carácter laico de nuestro Estado y el principio de la separación de la Iglesia y la educación pública", recuerdan, y piden a Putin que intervenga, en su calidad de "garante del cumplimiento de los postulados constitucionales", para que la Iglesia "no consiga suplantar con la fe los conocimientos científicos".

Los académicos también ofrecen múltiples argumentos para demostrar que sería un error incorporar "teología" a la relación oficial de asignaturas científicas con reconocimiento del Ministerio de Educación, lo que desató la ira de los jerarcas religiosos, quienes dieron luz verde para comenzar los ataques contra los firmantes de la carta abierta.

Aparte del llamado Concilio Popular, varios voceros del Patriarcado de Moscú arremetieron en la prensa contra los académicos. Así, el portavoz oficial, el sacerdote Vladimir Vigilansky, elevó la polémica a categoría bélica al decir: "La guerra de los ateos contra la Iglesia se encubre con los avances de la ciencia, a pesar de que hay numerosos investigadores creyentes, en quienes la fe no se contradice con el conocimiento".

El arcipreste Vsievolod Chaplin, subjefe del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú, usó un lenguaje más duro al afirmar que es "imposible recluir a la Iglesia en el espacio parroquial. No lo logró siquiera el poder soviético. Tampoco lo conseguirán los seudodemócratas, quienes al parecer conciben la democracia como la posibilidad de obtener beneficios para sí y atribuyen al pueblo el papel de manada obediente".

Según Chaplin, que no guarda parentesco con el genial Charlot, la carta de los académicos es una especie de "delación" que busca "modificar por la fuerza la voluntad del pueblo" y, por tanto, "no conduce a ningún lado".

El Patriarcado también promueve la destitución de Viacheslav Glazychev, titular de la Comisión de Asuntos Religiosos de la Cámara Social, adjunta a la Presidencia rusa, por exhortar a que se ponga fin "a la desmesurada injerencia de la Iglesia en los asuntos del Estado".

Para una llamada Unión de Ciudadanos Ortodoxos, al parecer otro simple membrete, la opinión de Glazychev "es un peligro para la sociedad civil de Rusia".

 
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