Usted está aquí: viernes 3 de agosto de 2007 Opinión La simulación

Luis Javier Garrido

La simulación

¿Cuánto tiempo más México puede seguir viviendo en la simulación?

1. La situación crítica por la que atraviesa el país a nueve meses de la imposición del gobierno ilegítimo no está siendo analizada por los principales actores sociales y políticos más que con criterios inmediatistas, pues el grupo en el poder actúa de manera cada vez más autoritaria y retardataria, y sobre todo con amplia impunidad, en tanto que las condiciones sociales de las mayorías se siguen deteriorando.

2. México está a punto de cumplir dos siglos del inicio de la revolución de Independencia de 1810, que buscó crear una nación libre y soberana, y un siglo del comienzo de la Revolución de 1910, que pugnó la justicia social y la democracia, y tiene ahora uno de los peores regímenes del continente, espurio y antidemocrático, que sigue comprometiendo sin reparo la soberanía e independencia nacionales, y en el que el poder de una burocracia gobernante, corrupta y prepotente, se halla cada vez más por encima de las leyes mientras los derechos del pueblo son violentados de manera sistemática.

3. Los acontecimientos que han marcado la vida del país en estos meses del gobierno ilegítimo confirman lo que se preveía desde el fraude de julio del 2006, pues la seudoguerra de Calderón contra el narco, que no lo era, como el escándalo Ye Gon, quien hizo importaciones ilegítimas de seudoefedrina y montó un enorme emporio con la connivencia de los dos gobernantes panistas, evidenciaron que Vicente Fox y Calderón en su afán de enriquecerse y mantenerse en el poder no dudan en reproducir las prácticas priístas y, entre éstas, vincularse abiertamente al narcopoder y al crimen organizado del cual forman parte.

4. La violación sistemática de los derechos fundamentales de los mexicanos a la que el gobierno de facto de Calderón ha recurrido como arma de gobierno para imponer sus políticas en estos meses se ha sustentado en mil y un argumentos, que han ido desde el supuesto combate a los narcos hasta su empeño en mantener a Ulises Ruiz en la gubernatura de Oaxaca, de los cuales el más perverso es la represión como advertencia hacia los movimientos sociales, que aparece en todos estos casos y que ha esgrimido en particular frente a los campesinos de San Salvador Atenco, todo lo cual conforma el escenario de un proyecto que supone un control social por la vía de la fuerza.

5. La crítica situación de Oaxaca ha escandalizado por necesidad a organizaciones de derechos humanos del mundo entero, como evidencia el último reporte de Amnistía Internacional (AI), que documenta algunas de las atrocidades cometidas por el gobierno federal y las autoridades locales contra el pueblo oaxaqueño (La Jornada, 2/08/07). Ahí, sus redactores dan cuenta sin proponérselo de la ausencia de un Estado de derecho en México, pues las agresiones de los cuerpos policiacos, paramilitares y militares contra los oaxaqueños se dan en un escenario donde se ha cancelado la vida democrática y se están suprimiendo los derechos sociales. Y esto no es consecuencia de las decisiones de un político perdulario -Ulises Ruiz-, empeñado en permanecer como gobernador, sino de las políticas de Estado, que tienen a Calderón como su responsable, y que se fundan en la alianza PRI-PAN, clave para impulsar el modelo neoliberal en México.

6. El centralismo que de hecho subsiste en el país determina que el principal responsable de las atrocidades de Oaxaca sea Calderón, quien busca, como en todo, ocultar su responsabilidad, pero es el directamente culpable no tan sólo por la intervención de las fuerzas represivas federales en la entidad o por su connivencia política con el sátrapa que funge como gobernador. Mantener a Ruiz en la gubernatura es clave para que prosiga el entendimiento casi gansteril de las cúpulas del PRI salinista y del PAN, que prosiguen repartiéndose el poder, con vistas a culminar el desmantelamiento de la nación que exige en todos los tonos el gran capital trasnacional.

7. El régimen político sólo conserva los rasgos esenciales que tuvo a lo largo del siglo XX, sino que muchos los han exacerbado y uno es mantener un presidencialismo por encima de las leyes. Poco importa si en los hechos, el gobernante en turno, sea o no de facto, tiene sus poderes reales acotados y funge como pelele de otros, lo grave es que en sus espacios de decisión se sitúe por encima de las leyes y se arrogue el derecho de violar los derechos de los mexicanos y de delinquir impunemente sabiéndose intocable.

8. Los panistas en el poder están gobernando a México con profundo desprecio del marco constitucional de la República, asumiendo que pueden hacerlo todo, como si no existieran las leyes, validos que nadie les exige otra actitud. A pesar de los acotados poderes que tiene, Calderón actúa en su limitada parcela de autoridad con el mismo patrimonialismo de los monarcas del absolutismo, lo mismo al mantener atrabiliariamente en una prisión de alta seguridad a dos luchadores sociales ejemplares, Flavio Sosa de la APPO e Ignacio del Valle de Atenco, que al disponer arbitrariamente de los 205 millones de dólares del empresario chino-mexicano Zhenli Ye Gon.

9. De las nociones utilizadas en su campaña por Andrés Manuel López Obrador para caracterizar la situación actual, ninguna tan certera como la de la simulación. El país vive más que nunca en una situación de abierta simulación, en la que buena parte de la "clase política" y de los medios de comunicación pretenden que las instituciones del país están funcionando, que hay una división de poderes, que el federalismo es una realidad y que vivimos bajo el imperio de la ley, cuando los hechos demuestran todo lo contrario.

10. La campaña propagandística orquestada por las agencias del gobierno estadunidense y las organizaciones empresariales mexicanas con la complicidad de académicos vinculados a ellas sobre la supuesta "transición democrática" se vino abajo estrepitosamente en 2006, y su secuela no es más que una burda propaganda fascistoide. La imposición de Calderón como gobernante espurio y las políticas represivas y antinacionales del gobierno yunquista, no han hecho más que confirmar la naturaleza del poder político en México. En 2010, sin embargo, el escenario de México tendrá que ser otro, aunque la necesidad del cambio no sea aceptada en la cúpula del poder.

 
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