Usted está aquí: sábado 4 de agosto de 2007 Cultura Arvo Pärt por siempre

Arvo Pärt por siempre

Pablo Espinosa

La alta intensidad, el voltaje emocional, la carga espiritual y el sentido de divinidad que entre otras potencias despierta la música del estoniano Arvo Pärt (1935) amerita retornar una y otra vez a esta música prodigiosa, dado que a diferencia de Gustav Mahler (1860-1911), cuya música tuvo que esperar más de medio siglo para aposentarse en el gusto y la pasión melómana y ahora es una presencia dominante, la de Pärt es una música que nos llega de forma casi inmediata, dada la profusión de grabaciones que aparecen en los estantes de novedades discográficas, y es por esa razón que visitamos de nueva cuenta a uno de los autores más amados del Disquero.

Entre las distintas nuevas grabaciones, que no necesariamente contiene partituras de estreno sino versiones distintas, siempre con nuevos intérpretes y además grabaciones de las partituras que Arvo Pärt ha revisitado él mismo, reorquestándolas y presentando así obras nuevas, retrabajadas, pulidas al máximo, destaquemos ahora el álbum titulado Summa (BIS digital), que contiene esa obra y otras cinco más a cargo de la Tapiola Sinfonietta, dirigida por Jean-Jacques Kantorow, y cuyo denominador común es la etapa culminante de la producción partiana, caracterizada por el uso magistral del recurso técnico/expresivo de su invención, bautizado por él mismo como efecto tintinabulli, que consiste en la repetición (sin ser música minimalista) de tríadas de notas que hacen eco del efecto de campanas y que introducen al escucha a estados de gracia, auténticas sesiones de hipnosis en vigilia que proporcionan una tranquilidad de alma y una potencia de espíritu que resultan inigualables, inimaginables, infinitos.

El disco se inicia en su máxima intensidad con la versión para orquesta, con oboe, arpa y piano solistas, de la prodigiosa partitura titulada Collage sur BACH, un homenaje supremo al autor alemán con los consabidos juegos improvisatorios a partir de las notas que corresponden a cada letra del nombre propio Bach.

Continúa con otra de las obras emblemáticas del autor estoniano: Fratres, esta vez en su versión para orquesta de cuerdas y percusión que cala hasta lo más profundo del alma, en un efecto devastador de divinidad y encanto más allá de los confines más remotos del tiempo, en el infinito, creando un nuevo epicentro para el cosmos.

La siguiente pieza en el disco es sencillamente sublime: Cantus in memoriam Benjamin Britten (1977), en un oleaje tan intenso que el escucha atraviesa estadios anímicos que lo purifican y lo elevan. Es entonces cuando suena Summa, la obra que titula el disco entero y todo queda listo para Festina Lente, en la elongación máxima del placer, para culminar el viaje de regreso con Tabula rasa, para orquesta de cuerdas, dos violines y piano preparado.

El título del movimiento final lo dice todo: Silentium. Porque todo se escucha en el silencio.

 
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