Usted está aquí: domingo 5 de agosto de 2007 Espectáculos White light, black rain, testimonio del dolor dejado por las bombas atómicas en Japón

El documental se estrena mañana, al cumplirse 62 años del ataque a Hiroshima

White light, black rain, testimonio del dolor dejado por las bombas atómicas en Japón

Me limité a exponer las historias de las víctimas, no di mi opinión: Steven Okazaki

DPA

Ampliar la imagen El realizador estadunidense de origen japonés recuperó material visual inédito sobre los ataques. Imagen captada en 1945 en Hiroshima El realizador estadunidense de origen japonés recuperó material visual inédito sobre los ataques. Imagen captada en 1945 en Hiroshima Foto: Ap

Dolor y destrucción, deformaciones que van más allá del horror, imágenes de un mundo gris, desolado después de una bomba atómica. Triste y sobrecogedor, a la vez que esclarecedor, es el documental de Steven Okazaki que se emitirá mañana lunes por la cadena de televisión privada HBO.

White light, black rain es una pieza que recorre la historia de las bombas nucleares arrojadas por Estados Unidos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, 6 y 9 de agosto de 1945. Okazaki, nominado al Oscar el año pasado en la categoría de mejor cortometraje, logra plasmar los puntos de vista de los dos bandos y huye de opiniones y análisis históricos.

"El film no es un vehículo para exponer mi opinión. Me limité a exponer las historias de las víctimas para que el público cree sus propias conclusiones", aseguró el director estadunidense de origen japonés.

La presentación de la cinta, que recoge testimonios e imágenes inéditas que provocan pavor a muchos espectadores, coincide con el 62 aniversario de la primera masacre que puso fin a un conflicto que ya duraba cinco años.

En aquel entonces una guerra nuclear era algo inconcebible. Durante la Segunda Guerra Mundial nadie se imaginó las secuelas que dejarían las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre ambas ciudades japonesas. Más de seis décadas después y con una escalada de conflictos internacionales, lo impensable vuelve a ser posible para Okazaki.

Por eso a través de dramáticas imágenes e historias nunca antes contadas de primera mano por los supervivientes, el director crea conciencia sobre el problema.

En su documental contrastan las cicatrices descomunales que recorren el rostro y los brazos de Shigeko Sasamori y su estremecedora historia de supervivencia, con las declaraciones de Theodore Dutch Van Kira, uno de los pilotos del Enola Gay, el avión que transportó la primera bomba, y que justifica su lanzamiento dadas las circunstancias de la guerra.

Van Kira dice que nunca tuvo pesadillas y que "esa bomba ayudó a salvar muchas vidas". Son declaraciones difíciles de digerir después de la descripción detallada que Okazaki hace del terreno destruido, de los 9 mil grados Fahrenheit que se alcanzaron en la zona cero de Hiroshima y de los 140 mil que murieron en el acto al estallar la bomba atómica.

"Hay imágenes que son difíciles de ver. De hecho, cuando estaba editando la película las dejé de lado porque me imaginé que el público se saldría de la sala de cine. La gente de HBO me empujó a no autocensurarme", señaló el realizador radicado en San Francisco.

También resulta asombroso descubrir que los tripulantes del B29, cuyas entrañas llevaban a Little Boy (la primera bomba atómica), desconocían la repercusión que tendría. Algunos relataron con cara atónita el horror que acababan de protagonizar por orden del presidente Harry S. Truman.

"Al escucharlos (a los pilotos) me di cuenta que por su propia salud mental no podían cargar con el peso de la culpa de haber matado a tantas personas. Ningún ser humano puede soportar eso", aseguró Okazaki.

Al director le sorprendió la ignorancia de los militares sobre el número de víctimas, el efecto radiactivo y las enfermedades posteriores. Sin embargo, le reconforta el hecho de que al final todos manifestaron un fuerte rechazo sobre la guerra y las armas nucleares.

"Esto indica que, a pesar de proteger su teoría sobre el lanzamiento de la bomba, han aprendido algo", manifiestó.

El realizador de documentales aseguró que hubo muchas razones para la detonación de la bomba atómica. La que resulta ser más simple es que la tenían y la que-rían usar, "incluso para la comunidad científica, la ejecución de la bomba era una especie de clímax", indicó.

Como inmigrante japonés de segunda generación, señaló que la campaña distorsionada que se hizo de los asiáticos durante la guerra, ahora se emplea contra otras culturas.

"No es sino quitar la palabra japonés y colocar musulmán fundamentalista. Es una forma de deshumanizar al enemigo, haciéndolo tan diferente a nosotros que resulta más fácil aniquilarlo", concluyó el director.

 
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