Usted está aquí: lunes 6 de agosto de 2007 Opinión Se fue Al Gore, no los problemas ambientales

Iván Restrepo

Se fue Al Gore, no los problemas ambientales

Estuvo en México tres días el candidato más votado por los ciudadanos de Estados Unidos en las elecciones presidenciales de 2000. Otro es el que despachó en la Casa Blanca, gracias a argucias legales. Pero Al Gore sigue siendo noticia por su labor de divulgación de los problemas que ocasiona el cambio climático, por proponer medidas para detener lo que parece inevitable: que el mundo industrializado siga con un consumo energético desaforado, con un estilo de vida derrochador y sin políticas para alentar el uso de energías renovables en vez de los hidrocarburos y el carbón. Cuando Gore era vicepresidente de su país, en la época de Bill Clinton, llevó con tino las negociaciones de su país en torno al Protocolo de Kyoto. Si Estados Unidos no aprueba todavía la adhesión a este acuerdo, se debe a los intereses de las grandes compañías que dejan sentir toda su influencia en el Congreso, donde se ratifican los acuerdos internacionales. Con Bush esa influencia empresarial es total.

Pero Al Gore es un político nato, al más depurado estilo. Por eso su excelente documental Una verdad incómoda, lo presentó hace casi un año en Europa. Allí tuvo el reconocimiento que merece. Como en París, ante los integrantes de la Asamblea Nacional de Francia. No sé si allá cobró en euros por decir lo que los centros de investigación más prestigiosos del planeta y las agencias gubernamentales han producido los últimos años en torno al aumento de las temperaturas en el mundo, sus efectos y la manera de evitar lo peor. En noviembre pasado, ese documental fue presentado en México, en San Ildefonso, en una cena de gala para lo más granado del empresariado nacional, convocado por Pronatura, la institución también patrocinada por las grandes empresas. El hecho apenas lo consignó la sección de sociales de un diario capitalino. Es que no vino Al Gore.

Lo hizo hace una semana, previo pago de 200 mil dólares (incluyen hospedaje y demás viáticos). Visita organizada por las autoridades de la ciudad de México, que en mayo anterior habían hecho exitoso acto de presencia en Nueva York para abordar algunos de los pendientes ambientales de la capital. Pero esta visita sirvió para muchas cosas. En primer lugar, para que el licenciado Calderón repitiera, una vez más, su vocación ambiental, su militancia ecológica, aunque en los hechos las instancias burocráticas que deciden sobre esos asuntos se llenen con políticos del PAN que quedan desocupados o necesitan de un pago en nómina por servicios prestados en campaña. El licenciado también aprovechó para dejarse ver con el titular de la Secretaría del Medio Ambiente, dependencia cada vez más ahogada en la maraña burocrática, la corrupción y la ineficiencia. Y para aparecer en la foto con nuestro premio Nobel, Mario Molina, utilizado por el sector público en cuanto acto de promoción organiza en el campo ambiental.

Mejor es tarde que nunca, y once meses después de lanzarlo personalmente al mundo, Gore presenta en el teatro Metropólitan de la capital su galardonado documental. En el mismo formato y con las mismas referencias mordaces a su papel de ex presidente que nunca ejerció su cargo, con datos puntuales sobre los peligros que corre México si continúa el aumento de la temperatura. Con elogios a las autoridades capitalinas por lo que están haciendo en el campo ambiental.

Pero el distinguido visitante se olvidó de comentar los atrasos a escala nacional y local que tenemos para enfrentar el cambio climático. Dos apenas: que siga extraviada la estrategia nacional para prevenir los daños que ocasionará, campo en el que tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo muestran parálisis generalizada. La otra, que todavía no existan los programas para resolver los desajustes observados en la cuenca del valle de México. Acostumbrados por la política a fijarnos solamente en los que arrastra la capital del país, olvidamos que el mayor daño está ocurriendo en su área metropolitana, devoradora incesante de áreas verdes y de recarga del acuífero y generadora de contaminantes diversos.

Se fue Al Gore, pero ahí siguen los problemas.

 
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