Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 12 de agosto de 2007 Num: 649

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El infierno de Fante
VÍCTOR M. CARRILLO

El cine coreano y la violencia
LEANDRO ARELLANO entrevista con PARK CHAN-WOOK

Baldomero Sanín Cano, cincuenta años después
HAROLD ALVARADO TENORIO

Baudelaire, desde Campoamor
RICARDO BADA

Baudelaire y Las flores
del mal

ANDREAS KURZ

Bruno Widmann:
lenguaje y figuración

MIGUEL ANGEL MUÑOZ

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Verónica Murguía

Angelina Jolie y Beowulf

El egoísta es, según María Moliner, a quien atiendo en todo, "la persona que antepone en todos los casos su propia conveniencia a la de los demás, que sacrifica el bienestar de otros al suyo propio o reserva sólo para ella el disfrute de las cosas buenas que están a su alcance". Las cursivas son mías, la persona descrita en esa frase soy yo.

Hasta donde se me alcanza, nunca he antepuesto mi felicidad a la de los demás, ni he sacrificado la conveniencia ajena a la mía. Pero lo confieso: he deseado que ciertos temas y aficiones muy concretas sean, si no míos, tampoco de todos. Odio que los manoseen. Sé que eso me vuelve una egoísta decidida. Y también impenitente, pues no me arrepiento.

Me pasa únicamente con cuestiones librescas. Cuando me entero de que mis novelas favoritas van a ser llevadas al cine, generalmente me alarmo. Me pasó, sin razón, con El señor de los anillos, pero no me gustaron tres de las cinco que se han hecho con Harry Potter. A Edith Warthon y a Jane Austen no les ha ido mal.

La excepción más deliciosa, a mi leal saber y entender, es sin duda, el Satiricón, de Tito Petronio, quien, imagino, hubiera coronado a Federico Fellini con laureles. Pero bueno, Fellini era un genio.

Cuando vi la serie televisiva basada en los libros de Terramar, de Ursula k. Le Guin, me dio un patatús compuesto a partes iguales de cólera, pues aniquilaron las novelas, y de hilaridad, porque las sustituyeron con un montón de babosadas. Pero luego salió Troya y se me quitó la risa.

Hoy ando como agua para chocolate –novela, por cierto, que mejoró en película– porque Robert Zemeckis ha decidido llevar al cine uno de los textos que más amo: Beowulf.

Para quien no se acuerde, Beowulf es el primer poema escrito en Old English o anglosajón. El manuscrito es del siglo x, y se quemó en parte en el siglo xviii, un accidente natural, pues en el texto hay un dragón. Es una de las obras primordiales del inglés, y la anécdota es, seguramente, aún más antigua.

Beowulf es un príncipe geata, nacido donde ahora está Suecia, que cruza el mar para ayudar a los daneses amenazados por un monstruo de forma casi humana y devorador de hombres, llamado Grendel.

Grendel es descendiente de Caín y odia la música, sufre a solas y es envidioso, detalles extraordinarios que transforman al monstruo en un personaje original, alejado del demonio de papel maché que abunda en las leyendas. Él carga el odio de Dios sobre su espalda, el pobre. Sólo su madre es más mala que él.

Beowulf, después de arduas batallas, por un pelo los vence a los dos. Luego reina sobre los geatas durante cincuenta años. Ya viejo, un dragón despierta en su país y el anciano rey se le enfrenta. Mueren ambos, la bestia fabulosa y el héroe.

Al principio (y siempre, quizá), el poema resulta extraño. Tengo apenas una mínima idea de cómo sonaba en anglosajón por una grabación del poeta Seamus Heaney leyéndolo. Heaney publicó su propia versión en 2000.

Borges amaba el poema, Tolkien escribió dos textos importantísimos sobre él, "The Monster and the Critics", y "On Translating Beowulf". Al principio, yo me enamoré del texto prosificado, traducido a un inglés simple, que leí en la secundaria, hechizada por la extrañeza del mundo que me permitía vislumbrar. Más tarde lo estudié. Además, me gusta la idea de la madre brutal, vengadora, lobuna… ¡que vive bajo el agua!

Imagínense la rabieta cuando vi en internet a Angelina Jolie (despiadadamente seductora, reza la publicidad), una ogresa que no cumple con los requisitos; no es peluda, ni bestial, ni forzuda, acariciando el brazote de un actor llamado Ray Winstone mientras le susurra: "Beowulf, un hombre como tú… ¡Dame un hijo! Yo, a cambio, te haré inmortal."

"Ya nos fregamos", me dije. Seguí mirando, subyugada por las idioteces que salían en la pantalla. "La historia contada como nunca antes", leí.

Eso sí es verdad. A lo largo de su ya milenaria existencia, se ha escrito mucho a favor y en contra, pero sospecho que nadie había hecho una porquería como la que viene.

No es intransigencia: hay una hermosa novela de John Gardner titulada Grendel en la que Beowulf es el villano, y a la que no opongo objeción alguna. Pero como no hay quien defienda el poema, cualquiera se mete con él. Hasta existe un videojuego feísimo.

Ya lo confesé líneas arriba: soy egoísta y me gustaría que Beowulf fuese mío. Si lo fuera, no les permitiría filmar su churro.