Usted está aquí: lunes 13 de agosto de 2007 Cultura Histórico estreno en América de la ópera Montezuma, de Antonio Vivaldi

Se presentaron dos únicas funciones de la obra en el Teatro de la Ciudad

Histórico estreno en América de la ópera Montezuma, de Antonio Vivaldi

El montaje refleja lo que sucede cuando una civilización invade a otra, señala experto

arturo jimenez

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Ampliar la imagen Dos instantes de la representación de la ópera Montezuma Dos instantes de la representación de la ópera Montezuma Foto: Francisco Olvera

Más allá de los buenos resultados en escena, el “estreno en América” de la ópera Montezuma (1733), de Antonio Vivaldi, puede considerarse como un acontecimiento relevante, no sólo de interés artístico sino histórico y cultural, y no únicamente nacional sino mundial, debido a la solidez de la obra en sí misma y al renombre del compositor.

Muy aparte de que no aparece La Malinche, de que Hernán Cortés se llama Fernando, de que es un hermano suyo, Ramiro, quien protagoniza la historia de amor con una princesa mexicana, Teutile, hija de Moctezuma y siempre en riesgo de ser sacrificada.

Muy lejos, además, de que el gran tlatoani tiene una esposa que se mueve en los primeros planos de las decisiones, Mitrena, y de que él mismo, aunque derrotado, no muere y es presentado con un perfil heroico.

Distantes, inclusive, de ese lieto fine (final feliz), que incluye la boda Teutile y Ramiro, y que no por ligero deja de mostrar la complejidad del resurgimiento y resignificación de un territorio a partir del mestizaje tras el choque entre dos culturas, entre Moctezuma y Fernando.

E inclusive, más allá de que esa ópera barroca sea ubicada entre los temas vivaldianos “exóticos” y no entre los “histórico-míticos”, la obra refleja la tragedia fundamental desencadenada cuando una civilización invade a otra y pretende avasallarla.

Aunque a Montezuma le faltan nueve escenas del primero y el tercer y último actos, éstas han sido reconstruidas con otras arias y coros de las obras Juditha Triumphante e Il Giustino, del propio compositor veneciano.

En la versión estrenada este fin de semana en el Teatro de la Ciudad, el director concertador fue Michael Meissner, a cargo de la Orquesta Viva Vivaldi, mientras que como director de escena fungió Luis Martín Solís y el del coro, Ricardo Cinta.

Como Moctezuma actuó el barítono Jesús Suaste, mientras a Mitrena la interpretó Carla López-Speziale; a Fernando, Oscar Roa; a Teutile, Guadalupe Jiménez; a Ramiro, Oscar de la Torre, y al jefe de los guerreros aztecas, Asprano, Rubén Luque.

En las dos únicas funciones, en el contexto del séptimo Festival Internacional de Verano Viva Vivaldi, el público siguió con atención la mezcla de historia y ficción surgida de la inspiración de El cura rojo.

Sobre todo el nivel poético alcanzado en varios momentos, como cuando Moctezuma le dice a Mitrena que si él muere, siempre permanecerá cerca de ella, “como un espíritu errante”.

Aunque algunos recursos multimedia, así como el vestuario tradicional y contemporáneo de Mirella Alcántara, son interesantes, distrae un tanto la aparición en el escenario de edecanes, un trompetista y personajes vestidos a la moda actual.

En interés de los mexicanos

Vivaldi (Venecia, 1678-Viena, 1741), creó las partituras basado en el libreto del poeta Alvise Giusti, quien a su vez se inspiró en la Historia de la conquista de México (1684), del cronista Antonio de Solís y Rivadeneira.

Creada y estrenada al parecer con éxito en Venecia en 1733, la partitura de Montezuma estuvo “desaparecida” durante 270 años, aunque luego se ubicó en una biblioteca de Berlín. (La Jornada/2 de agosto/2007)

En la Segunda Guerra Mundial fue extraída de ahí por los soviéticos, junto con todo el acervo bibliográfico, y llevada a Kiev, Ucrania, donde permaneció medio siglo, hasta 2001, cuando retornó a Alemania.

Redescubierta en 2002 como “el hallazgo del siglo”, se dice que esta ópera se ha montado sólo en Alemania y Suiza, aunque el director y experto estadunidense en música barroca Alan Curtis impulsa otra versión, de la cual ha surgido inclusive una grabación.

Curtis ha dicho que esta ópera de Vivaldi refleja con amplitud lo que sucede cuando una civilización invade a otra con pretextos diversos, como la evangelización violenta de presuntos salvajes, para cambiar la esencia misma de su cultura, aunque el interés principal de la corona española fuera más bien material.

En la puesta alemana, estrenada con gran éxito a fines de 2006, participaron varios creadores mexicanos, como el director escénico Martín Acosta (La Jornada/11 de diciembre/ 2006).

Parte de esta versión se presentó en marzo pasado en formato de “concierto escénico”, también en el Teatro de la Ciudad, en medio de críticas a las autoridades federales de cultura por su indiferencia para hacer un montaje completo.

Como sea, este fin de semana en el Teatro de la Ciudad se dio la escenificación en América de Motezuma, ópera fundamental de Vivaldi de la que, tras su ausencia durante casi tres siglos, sus cualidades estéticas y el interés del público mexicano, deberían promoverse.

 
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