Usted está aquí: lunes 13 de agosto de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Pugna por la torre

Comida en Polanco con sabor a reprimenda

Intereses panistas contrapuestos al proyecto

Los vieron en un restaurante de Polanco. Ella con la cabeza gacha, con los ojos clavados en el plato aún sin ocupar, humillada; él, prepotente, mandón, con el índice apuntando a cada momento a su acompañante. No era, desde luego, un pleito de enamorados.

Dicen que la comida duró apenas el tiempo necesario, que los silencios se hacían largos y más largos, hasta que de pronto el hombre estallaba y volvía a lanzar lo que algunos testigos suponen eran amenazas a las que, ella, apenas contestaba, pero sin mirar de frente. Era evidente que había una culpable, y un juez que la sancionaba duramente.

La escena llamó la atención de los comensales porque no se trataba de cualquier pareja. Ella era Gabriela Cuevas, jefa delegacional de Miguel Hidalgo, y él, nada menos que Juan Camilo Mouriño, del grupo de los rapaces de Los Pinos.

Y el tema de aquel desafortunado encuentro: la construcción de la torre panzona del bicentenario. Como ya se sabe, la señora Cuevas ha decidido emplearse en una cruzada en contra de tal construcción, aunque eso evite los beneficios económicos que, según los constructores, se llevarán a la demarcación.

El enemigo de la Cuevas es el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y por ello su oposición a la obra, pero lo que no sabía la delegada es que otro interés, de su mismo color, le ordenaría dejar a un lado los alegatos, porque está lastimando intereses que van en contra del gobierno federal actual.

Como ya se los habíamos comentado, Mouriño mantiene una relación muy estrecha con uno de los más importantes inversionistas de la obra, el dueño de las tiendas Zara, que se ocupa de vender ropa barata a un buena parte de la clase media mexicana.

Por eso, cuentan los panistas, Mouriño citó a la delegada. Le llamó la atención, dicen, de todas las maneras. No se trataba de qué porción de verdad, o de razón, tiene la funcionaria en sus argumentos en contra de la construcción del edificio, sino de la protección que el niño de Los Pinos -suena a nombre de novillero- le debe a los dueños de la empresa citada.

Y es que el proyecto de la torre panzona entró en una fase peligrosa, no por la oposición de la Cuevas, sino porque ya existen otros delegados muy interesados en la construcción del edificio en sus demarcaciones y porque la consideran un detonante económico de mayor importancia.

Para la mayoría de los que van a meter sus dineros en ese edificio, la zona no parece ser determinante, aunque ellos prefieren el rumbo de Polanco, su preocupación sería, en tal caso, que la obra se realizara, porque también le ven ganancias importantes a la construcción.

Por lo pronto, el evidente regaño puede hacer cambiar el rumbo y el volumen de las críticas de la señora Cuevas, pero el arrepentimiento, si es que se da, tal vez llegue tarde. El delegado de Gustavo A. Madero, Francisco Chiguil Figueroa, tiene una propuesta seria, bien fundada, para que la torre se levante en la demarcación que él administra, y hoy dará a conocer los pormenores. A ver qué pasa.

De pasadita

La noticia debe causar estupor. Los más altos funcionarios del PRD en el DF ya regresaron de vacaciones y prometen ponerse a trabajar. Lo malo es que la liebre ya está en el perol, y el guiso a punto, así que en realidad podrían haberse tomado una o dos semanas más de descanso. Total, lo que se tenía que hacer, ya se hizo, y la posibilidad de que la historia que hoy está prácticamente escrita cambie es muy remota. Lástima.

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