Usted está aquí: viernes 17 de agosto de 2007 Opinión Freud responde a la derecha desde su tumba

Gabriela Rodríguez
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Freud responde a la derecha desde su tumba

"¿Qué se intenta alcanzar negando a los niños -o si se quiere, a los adolescentes- tales explicaciones sobre la vida sexual humana? ¿Se teme quizá despertar prematuramente su interés por estas cuestiones, antes que nazca espontáneamente en ellos? (...) ¿Se supone acaso que los niños no mostrarán interés ninguno hacia los hechos y los enigmas de la vida sexual si no se atrae su atención sobre ellos? ¿Se cree quizá que el conocimiento que se les niega no habrá de serles aportado por otros caminos? ¿O es que se persigue realmente y con toda seriedad el propósito de que más tarde juzguen todo lo sexual como algo bajo y despreciable, de lo cual procuraron mantenerlos alejados el mayor tiempo posible sus padres y maestros? (...) En mi sentir se encubren excesivamente algunas cosas. Se obra con acierto procurando conservar pura la imaginación de los niños; pero la ignorancia no es el mejor medio para conseguirlo. Por el contrario, creo que la ocultación hace que el niño llegue a sospechar mucho antes la verdad. La curiosidad nos lleva a preocuparnos de cosas que nos inspirarían escaso interés si se nos hubieran comunicado franca y sencillamente. Si fuera posible mantener al niño en una absoluta ignorancia, todavía admitiríamos el procedimiento; pero el infantil sujeto oye a otros o lee en los libros que caen en sus manos cosas que le inducen a meditar, y precisamente el disimulo que sus padres y educadores observan sobre ellos intensifica su ansia de saber. Este deseo, sólo parcial, y secretamente satisfecho, acalora y pervierte su fantasía, y el niño comienza ya a pecar en tiempos en los que sus padres creen que ignora aún lo que es pecado. Lo que impulsa a los adultos a observar esta conducta de 'disimulo' para con los niños es, desde luego, la mojigatería usual y la propia mala conciencia en lo concerniente a la sexualidad, pero quizá también cierta ignorancia teórica, a la que no es imposible poner remedio. Se cree, en efecto, que los niños carecen de instinto sexual, no apareciendo éste en ellos hasta la pubertad, con la madurez de los órganos sexuales. Es éste un grave error, de lamentables consecuencias, tanto teóricas como prácticas, y resulta tan fácil de rectificar por medio de la mera observación que admira haya podido incurrirse en él. La verdad es que el recién nacido trae ya consigo al mundo su sexualidad (...) Por otro lado, el niño es capaz de la mayor parte de las funciones síquicas de la vida erótica (la ternura, los celos) mucho antes de alcanzar la pubertad, y la frecuente unión de estos estados síquicos con sensaciones somáticas de excitación sexual revela al niño la íntima relación de ambos fenómenos. En resumen: el niño aparece perfectamente capacitado para la vida erótica -excepción hecha de la reproducción- mucho antes de la pubertad, y puede afirmarse que al ocultarle sistemáticamente lo sexual sólo se consigue privarle de la capacidad de dominar intelectualmente aquellas funciones para las cuales posee ya una preparación síquica y una disposición somática."

Aunque hay algunos elementos de la sexualidad humana superados de la inicial teoría sexual del padre del sicoanálisis, considero que es el punto de partida de la educación sexual de los países de Occidente, y que los fragmentos arriba citados del Ensayo XXVIII, de Sigmund Freud: La ilustración sexual del niño, dirigido al doctor M. Fürst en 1907, son la mejor respuesta a la actual controversia de la Copase (Coalición para la Participación Social en la Educación), esa red de grupos de la nueva derecha que hoy pretenden eliminar los libros de educación sexual.

Esos grupos ignoran también los estudios sobre la construcción social de la sexualidad con base en los trabajos del filósofo francés Michel Foucault con quien comprendimos desde finales de los años 70 que el funcionamiento de la sexualidad es también un régimen de poder y de control sobre los cuerpos. Nadie como los republicanos de Estados Unidos han sabido utilizar la educación sexual como medio de control sobre los cuerpos. En los 80 el presidente Ronald Reagan arrancó las campañas ABC (A = Abstinencia sexual hasta el matrimonio para los jóvenes, B = be Faithful, Ser Fiel para las parejas casadas, y C = Condón para población en alto riesgo); sin embargo, hoy está documentado el fracaso del enfoque que busca retrasar la iniciación sexual, así como prevenir embarazos y el VIH/sida, con datos a los que me referiré en el próximo artículo. Los intentos por imponer esa visión en México, sobre todo por funcionarios panistas aliados con sectores empresariales y eclesiásticos, no han prosperado, tal vez por la fuerza de la educación laica en esta tierra de Benito Juárez.

Por lo pronto queda claro que eliminar los libros de texto de educación sexual es violar el derecho a la información de los y las adolescentes para hacerlos más vulnerables al abuso, la explotación sexual, los embarazos y las infecciones sexuales.

 
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