Usted está aquí: sábado 18 de agosto de 2007 Cultura Nueva York celebra el 40 aniversario del arte contestatario de la sicodelia

El renacimiento de esa corriente capta la atención de creadores y cineastas

Nueva York celebra el 40 aniversario del arte contestatario de la sicodelia

El Museo Whitney presenta la exposición El verano del amor para recordar la efeméride

Buscan reconstruir el impulso original de una de la etapas más intensas del siglo XX

claudia silva (especial)

Nueva York. Más de 400 mil soldados estadunidenses invadieron Vietnam en 1967. Ese mismo año, el Che Guevara fue asesinado y el movimiento de las Panteras Negras comenzó a gestarse. A Martin Luther King y Robert F. Kennedy los rondaba la muerte, mientras que un olor a hierba, gas pimienta y pachuli se convertía en la esencia de una generación.

Corría el verano de 1967. El descontento social causado por la guerra de Vietnam, la explosión del uso de drogas alucinógenas, la lucha por los derechos civiles de los negros y el de las mujeres que también exigían su derecho a votar, era el caldo de cultivo para que emergiera y floreciera el arte de la sicodelia.

Hace 40 años, en un verano menos lluvioso que el que vivimos ahora, el arte de la sicodelia tocó la fibra sensible de músicos, escritores, poetas, pintores, diseñadores, cineastas y arquitectos que creyeron en la posibilidad de crear un mundo en el que la conciencia pudiera expandir sus horizontes.

Para conmemorar el 40 aniversario del “verano del amor” de 1967, el Museo Whitney de Nueva York presenta por estos días la exposición Summer of love: art of the psychedelic Era (El verano del amor: el arte de la era psicodélica) en la cual hasta podría, si uno quiere, percibir ese olor a pachuli y a hierba tan característico de los años 60.

La PBS, History Channel y otras producciones también recuerdan la efeméride al transmitir programas especiales entrevistando a los protagonistas de la época.

El verano del amor se sintió con mayor fuerza en el distrito Haight Ashbury de la ciudad de San Francisco al que llegaron miles de hippies que buscaban inspiración en sus vidas.

Estar en 1967 significaba ser parte de la contracultura de un movimiento flower power en el que se veía más descontento social, que amor. Se trató de un acto local que tuvo repercusiones internacionales.

Proyectos utópicos y experimentales

La muestra del Museo Whitney reúne obra del arte sicodélico que emergió durante esos años, así como los soundtracks de la música que se escuchó y los filmes y documentales que se produjeron.

También exhibe el diseño de muebles creados por diseñadores que llamaron la atención, debido al desarrollo de proyectos utópicos y experimentales que tenían como finalidad presentar alternativas a la estricta separación de los espacios predefinidos, a una arquitectura racionalista que sólo conocía el ángulo recto y a muebles que limitaban y aíslaban al usuario.

Encontramos desde los visionarios dibujos que creó el colectivo Archigram, hasta la cueva creada en hule espuma por el diseñador danés Verner Panton con la intención de ofrecerle al usuario una nueva experiencia para sentarse.

La exhibición incluye pintura, escultura y fotografía de Isaac Abrams, Richard Avedon, Lynda Benglis, Richard Hamilton, Elliott Landy y una acuarela hasta ahora desconocida del guitarrista Jimi Hendrix.

También presenta una selección de los carteles que promocionaron los festivales de rock que se organizaron en sitios como Woodstock; las portadas de los discos que irrumpieron en la escena musical y las revistas underground que circulaban.

El curador de la muestra Christoph Grunenberg cuenta que el arte sicodélico se distingue por el uso exuberante del color, la complejidad de sus formas ornamentales, los detalles de composición que rayan en lo obsesivo y que representan un estado de alteración inducido por la música, la meditación, las drogas alucinógenas y el diseño de luz que se observaba en los conciertos.

Allen Ginsberg canta mantras

El diseño de la luz que recorría el cuerpo de Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix y de los músicos de la banda Grateful Dead, mientras sacudían sus caderas frente al público, se considera una especie de expresionismo abstracto creado por una máquina.

Dentro de la selección de obra no faltan las instalaciones de luz con las que The Joshua Light show iluminó los clubes y halls de música que hicieron historia, como el UFO nightclub de Londres.

Entre los documentales, sobresale el filmado el 14 de enero de 1967, fecha en la que se realizó el festival Human Be-In, en el Golden Park, de San Francisco.

En las imágenes se observa al poeta Allen Ginsberg cantando mantras y a Timothy Leary justo en el momento en el que soltó, como si se tratara de una bomba, la frase por la que tiempo después se le consideró el gurú de la sicodelia: “Turn on, tune in, drop out”, que invita a la gente a “conectarse” con uno mismo para sintonizarse después en una especie de éxtasis colectivo. Al parecer, el eco de las palabras del apostol del LSD siguen resonando tras 40 años de haber sido pronunciadas, pues según Christoph Grunenberg, en años recientes el arte sicodélico ha experimentado un renacimiento sin precedentes capturando de nueva cuenta la atención de artistas contemporáneos, diseñadores y cineastas.

En este contexto, la muestra del Museo Whitney, en la urbe de hierro, es un intento por reconstruir el impulso original creativo que emergió durante una de las épocas sociales más intensas del siglo XX.

 
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