Usted está aquí: domingo 19 de agosto de 2007 Opinión El desplome de precios del petróleo

José Antonio Rojas Nieto

El desplome de precios del petróleo

El mes de julio de 2006 la cotización internacional del crudo marcador West Texas Intermediate (WTI) fue de 74.35 dólares por barril. El día 14 de ese mismo mes había alcanzado el valor máximo del mes, del año y de muchos años: 77.03 dólares. Nuevamente en julio, pero de este año, el petróleo alcanzó altas cotizaciones: 74.02 dólares por barril.

El precio medio mensual fue similar al de aquel julio de 2006. Y se logró con base en un mes de precios diarios crecientes, que el 31 de julio alcanzaron los mayores niveles históricos registrados en dólares corrientes: 78.21 dólares por barril. Y sin embargo, a partir de ese día dieron vuelta las tendencias, por decirlo coloquialmente. Sí, del primero de agosto al viernes pasado y, a pesar de algunas leves recuperaciones, los precios internacionales del crudo marcador WTI han perdido más de seis dólares por barril. Hubieran sido más si lunes, martes, miércoles y viernes no hubieran subido, como lo hicieron (2.84 dólares en total), contrarrestando el desplome de más de dos dólares del jueves pasado (menos 2.33 dólares).

Como ha sucedido recientemente, diversas razones impulsaron los precios hacia arriba en casi un dólar por barril, permitiendo que cerraran en 71.98 dólares. Vivimos un momento de extrema agitación. Se mezclan razones reales para hacer bajar los precios (percepción de que la demanda desciende por menor actividad económica mundial) con razones especulativas (efectos de la crisis hipotecaria en Estados Unidos, primordialmente), pero que también mueven los mercados. Si por alguna razón, el pánico de la insolvencia hipotecaria se desplazara a la esfera real (lo que francamente es de dudarse si uno ve los indicadores productivos de nuestros vecinos y la actuación reciente de la Fed), la inestable percepción actual de que la demanda de crudo pudiera descender se fortalecería. Y con ella la tendencia a la disminución de precios, exacerbada, por cierto, por la venta de futuros de aquellos inversionistas (hedge funds y fondos de pensiones, primordialmente) que han especulado con el crudo y que desean tomar utilidades antes de que disminuyan.

Así pues, si el resto de este mes, el petróleo siguiera cayendo al ritmo que lo ha hecho, el promedio del mes pudiera llegar a 67 dólares, con lo que se registraría una de las mayores caídas del precio mensual de la historia reciente. Otros meses de descenso drástico han sido los de septiembre de 2006 (menos 9.25 dólares por barril), y de enero de 2007 (menos 7.80 dólares), incluso mayores al desplome de febrero de 1986 (menos 7.50 dólares por barril). Sin embargo, por los altos niveles actuales del precio, valores absolutos similares se expresan en porcentajes distintos.

La caída de enero de 2007 fue de 12.6 por ciento respecto del precio de diciembre de 2006. En cambio la de febrero de 1986 fue de 32.7 por ciento respecto del precio de enero de 1986. Esto permite concluir que los desplomes actuales parecen ser menos severos que los de hace 10 o más años. Similar reflexión puede hacerse respecto a los ascensos. Nunca en la historia reciente, por ejemplo, se ha registrado el "brinco" del precio del crudo en enero de 1974: 5.80 dólares correspondientes a un 134 por ciento respecto del precio de diciembre de 2003. Y, más recientemente, el mayor ascenso registrado es el del mes de octubre de 2004 (7.35), seguido de elevaciones de alrededor de seis dólares por barril en marzo, junio y agosto de 2005; pero también en enero y abril de 2006; y, más recientemente, en julio como he comentado antes, con una elevación de 6.52 dólares por barril.

El elemento clave del momento es el de la crisis hipotecaria en Estados Unidos. Su evolución confirmará o rechazará la idea de la retracción económica y, con ello, de un incremento anual menor al estimado de la demanda mundial de crudo. ¿Se traducirá la crisis en un corte de los flujos internacionales de dinero? No sólo la Fed, sino prácticamente todos los bancos centrales del mundo han reforzado sus mecanismos para garantizar la disponibilidad de fondos en el mercado mundial de dinero y, con ello, evitar algún corte en el ciclo económico global.

No es claro aún el efecto global de esta crisis, que -a decir de especialistas- se concentra en el 15 por ciento de la cartera hipotecaria, que en total tiene un valor de 10 mil 400 miles de millones de dólares (10.4 trillones del sistema inglés o 10.4 billones del métrico decimal). Es decir, la cartera con problemas es del orden de uno y medio trillón (inglés) de dólares. Y, según estimaciones de la Fed, el monto de dinero que no fluyó, es decir, que no ha sido amortizado, y que difícilmente se recuperará está entre 50 mil y 100 mil millones de dólares, menos de uno por ciento del producto estadunidense, porcentaje que contrasta con el de la anterior crisis hipotecaria estadunidense -la de los años ochenta- que fue del orden de 2.5 por ciento del producto.

Complementariamente hay que señalar que según los más recientes datos sobre la evolución económica mundial, no se ven razones para pensar en una retracción económica generalizada. Todo esto para indicar que el desplome de precios del crudo tiene ciertos límites. ¿Cuáles? En todo caso los del sobreprecio especulativo que ha cargado desde hace casi tres años, por la afluencia de fondos hacia la compra de commodities, especialmente, crudo. Queda por considerar, además, la acción de los productores. En no más de cuatro semanas los miembros de la OPEP revisarán sus cuotas de producción. Y, en caso de un desplome de precios mayor al que el sobreprecio especulativo pudiera acarrear (se señalan no más de ocho dólares en un promedio anual), su acción será determinante para un nuevo nivel fundado en lo que he llamado razones reales. Ya lo veremos. Sin duda.

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