Usted está aquí: martes 21 de agosto de 2007 Economía Abandonen el barco

Crisis crediticia

Abandonen el barco

Fuente: EIU

Ampliar la imagen Escena en el piso de remates de la bolsa de Nueva York, el martes 14 de agosto cuando terminó en neta baja, a pesar de que la Reserva Federal inyectó nuevamente 7 mil millones de dólares en el mercado financiero, para paliar la crisis por las hipotecas  Ap Escena en el piso de remates de la bolsa de Nueva York, el martes 14 de agosto cuando terminó en neta baja, a pesar de que la Reserva Federal inyectó nuevamente 7 mil millones de dólares en el mercado financiero, para paliar la crisis por las hipotecas Ap

Los inversionistas navegan en una tormenta de créditos y entre preocupaciones por los mercados de préstamos

El simbolismo es casi perfecto. De acuerdo con TheStreet.com, sitio web de finanzas, John Devaney, gestor de fondos de cobertura de riesgo, ha puesto a la venta su yate de 42 metros llamado Positive Carry junto con su mansión de 16 dormitorios en Aspen, Colorado. Los fondos administrados por el grupo de Devaney, United Capital, han tenido que suspender pagos a sus inversionistas después de fuertes pérdidas en su inversión en bonos hipotecarios.

Irónicamente, los antecedentes de Devaney sugerían los excesos por venir. Utilizó su tarjeta de crédito estudiantil para comprar una casa, sobre la cual obtuvo una segunda hipoteca. Pero la imprudencia de Devaney no era inusitada en la reciente bonanza global de créditos, donde la explosión de préstamos se volvió lugar común. Los ejecutivos bancarios vivirán atormentados por el recuerdo de los préstamos Ninja (a personas sin ingresos, sin empleo, sin bienes) y los Pik (de payment in kind, pago en especie, que daban a los deudores la posibilidad de pagar intereses con la firma de más pagarés, en vez de pagar en efectivo).

Los gerentes de fondos de cobertura de riesgo, como Devaney, estaban felices de obtener financiamiento para comprar esos créditos con un diferencial a su favor, esto es, el rendimiento de esas acciones era mayor que el costo de financiarlas. Lo que olvidaban era que confiar en esos instrumentos conlleva un riesgo: que el deudor no rembolse el préstamo.

Ahora, por fin, los inversionistas y prestamistas han despertado. A partir de junio, la prima que los deudores más arriesgados deben pagar sobre deuda pública se ha elevado. Este es un problema para empresas y bancos que se encuentran a punto de contratar. El financiamiento de paquetes para adquirir Alliance Boots, cadena británica de asistencia médica, y Chrysler, el tercer gigante automotriz de Estados Unidos (EU), se ha diferido. Merrill Lynch dice que alrededor de 35 contrataciones sobre bonos o créditos fueron canceladas o restructuradas en las cinco semanas anteriores. Y no son sólo los deudores más aventurados quienes han sido afectados. A escala mundial, sólo 98 mil millones de dólares (mdd) de bonos de grado de inversión (de los deudores más solventes) se emitieron en julio, la cifra más baja desde agosto de 2004.

La grave situación del mercado inmobiliario estadunidense previene contra una visión demasiado optimista de la evolución del crédito. La combinación mortal de permisivas prácticas de préstamo y altas tasas de interés ha ocasionado un colapso profundo y prolongado.

La construcción residencial se ha desplomado y los precios inmobiliarios descendieron. La cartera vencida hipotecaria ha crecido, en particular entre los deudores pequeños con buenos antecedentes crediticios en préstamos por debajo de la tasa vigente. Los propietarios que obtuvieron hipotecas a bajas tasas iniciales enfrentan pagos más altos cada vez que los préstamos se reajustan. Ha habido muchas víctimas en el mercado financiero. La más reciente fue American Home Mortgage Investment, que esta semana anunció que ya no otorgaría préstamos hipotecarios.

Con toda seguridad, lo peor está por venir. Ante la débil demanda y la oferta de casas en venta cerca de su nivel más alto en 15 años, es probable que los precios desciendan aún más. Normas más estrictas reducirán el número de nuevos solicitantes de créditos hipotecarios, y eso presionará los precios a la baja.

Este es un gran cambio desde 1998, cuando las consecuencias de la crisis financiera asiática y la moratoria rusa alcanzaron un nivel crítico, lo cual propició que los bancos redujeran las tasas rápidamente. En aquel tiempo la mayor parte del mundo en desarrollo estaba en recesión y la economía estadunidense era el pilar del crecimiento global. El país podía confiar en el impulso deflacionario del extranjero para contener las presiones sobre los precios. Hoy la economía mundial crece con fuerza, a pesar de la debilidad de Estados Unidos.

Este punto fue subrayado por los más recientes pronósticos del Fondo Monetario Internacional, dados a conocer el 27 de julio. El fondo redujo sus proyecciones, de 2.2% a 2%, para el crecimiento del PIB estadunidense este año, pero elevó su pronóstico para el crecimiento global de 4.9% a 5.2%. Aunque los mercados financieros están sujetos a los acontecimientos en EU, el mundo depende menos de su economía.

Moderación

Por todo eso, los mercados financieros podrían producir problemas aún más graves, debido sobre todo al enorme y mal entendido montón de deudas que han generado. Irónicamente, la estabilidad de la economía mundial podría ser la causante. La ausencia de recesiones severas o cambios bruscos de la política monetaria ha propiciado en los inversionistas confianza y disposición a endeudarse. La confianza causó el descenso de los rendimientos, ya que los inversionistas reciben menor compensación por riesgo. En consecuencia, los fondos de cobertura de riesgo que prometen altos rendimientos (después de la deducción de sustanciosos honorarios) tienen que hacer enormes apuestas para cumplir con el pago.

También está la conexión con los fondos de cobertura de riesgo. Después de la desaparición de Long-Term Capital Management, en 1998, a las entidades reguladoras les preocupa que los bancos presten demasiado a fondos individuales. Pero la debacle de Bear Stearns muestra que los bancos también deberían liberar capitales para rescatar fondos de cobertura de riesgo dentro de su propia esfera. Bear Stearns tuvo que prometer mil 600 mdd adicionales de garantía colateral a los agentes financieros de los fondos.

Todo esto coloca a los bancos en un dilema. Los prime brokers (corredores de compensación), brazo de los bancos de inversión que negocia directamente con el sector de fondos de cobertura de riesgo, imponen condiciones crediticias más rígidas para protegerse contra el riesgo de un colapso. Pero los departamentos de bonos sindicados de esos mismos bancos necesitan de esos fondos para que les compren la deuda de sus clientes corporativos. (En efecto, normas de crédito más estrictas pueden ser un remedio peor que la enfermedad.)

En este momento, los balances financieros de la mayoría de los bancos parecen bastante sólidos. Las recientes cifras de la revista Banker muestran que entre los principales mil bancos del mundo, el capital Tier 1 –el tipo de liquidez más confiable– se elevó 18.3% el año pasado. Y Kevin Gardiner, de HSBC, dice que el pronóstico de ganancias de los bancos se modifica al alza.

Pero las cosas podrían ponerse mal. Es ya evidente que los titanes de Wall Street y Londres tendrán un verano difícil. Las vacaciones en hoteles exclusivos se cancelarán. Y más yates se pondrán a la venta.

 
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